El Tourmalet y Ézaro brillarán en una Vuelta que mira al norte
La Vuelta 2020 no bajará de Madrid en un trazado donde se han ido desvelando detalles como la presencia del coloso pirenaico o las duras rampas del muro gallego.
La Vuelta 2020 mirará al norte. La 75ª edición, que se disputará desde el 14 de agosto al 6 de septiembre, desvelará su recorrido de forma oficial el próximo 17 de diciembre en Madrid, pero poco a poco se van conociendo detalles. Ya fue presentada su salida neerlandesa, con tres etapas en las provincias de Utrecht y Brabante Septentrional (una crono por equipos, otra llana y la tercera, con muros). Pero a su llegada a territorio español, tras una jornada de traslado, la carrera se desarrollará íntegramente en el norte de la península, siendo la llegada a Madrid su punto más meridional.
Según se ha ido publicando en medios locales, en esta edición no se pasará a Andorra y sí a Francia para vivir un final en alto inédito en la Vuelta... pero a la vez todo un clásico del ciclismo: el Tourmalet. El coloso pirenaico será una de las claves de un trazado que tendrá en total ocho finales en alto. Otra, propuesta por las autoridades locales a la organización, será la ascensión al Mirador de Ézaro (apenas dos kilómetros y rampas al 30%), en Dumbría (A Coruña), que volverá a estar presente en la carrera, pero de una manera original: como final de una estratégica contrarreloj individual que igualará fuerzas entre rodadores y escaladores. Esa y la contrarreloj por equipos inicial son las únicas luchas contra el crono que han trascendido.
Por tanto, la montaña volverá a ser protagonista y, además, desde la primera semana, ya que el primer contacto con la península se hará en el País Vasco, en Irún camino de Arrate, que apunta a primera meta en alto de entidad. Vuelve a la carrera tras su presencia en 2012. Por ahora, Moncalvillo (La Rioja) y la Laguna Negra (Soria) son junto al Tourmalet los finales de montaña inéditos que se conocen.
No sólo montaña
Navarra (de Pamplona a Lekunberri), Aragón (Ejea de los Caballeros, una jornada en el Pirineo oscense y una salida camino del Tourmalet), Cantabria (Castro Urdiales-Suanzes), Castilla y León, Galicia y la aún no confirmada pero previsible presencia en Asturias, terreno propicio para la montaña, estarán en un trazado en el que se espera que no solo las grandes ascensiones garanticen espectáculo. Una conclusión de la pasada edición, con días como los que acabaron en Guadalajara y Toledo, es que la velocidad, los perfiles sinuosos o el viento también dejan etapas épicas.
Lo que no parece que varíe mucho es la tendencia de huir de kilometrajes largos e intentar que las jornadas se muevan por debajo de los 200 km (este año sólo una pasó esa frontera). También la de contar con un final de fiesta de montaña en el penúltimo día. Matices de una fórmula que define a la ronda española y que, tras comprobar las similitudes con el recorrido del próximo Tour de Francia ya presentado, también parece ser inspiradora.