En una Vuelta donde en los días previos se ha hablado mucho de ausencias como las de Froome, Thomas o Mikel Landa (este por lesión), la presencia de corredores como el campeón del mundo Peter Sagan ha sido una de las novedades más ilusionante. Además, se trata de una de las mayores estrellas del pelotón, porque la relación del eslovaco con la ronda española ha sido de altibajos, como él mismo recuerda. “La Vuelta me trae buenos y malos recuerdos. En 2011, mi segundo año como profesional, gané tres etapas, pero en 2015, tras haber ganado otra, sufrí una mala caída”, cuenta, refiriéndose a cuando fue arrollado por una moto.

Desde entonces, el eslovaco no había vuelto a participar, aunque no quiso relacionar aquel incidente con su ausencia en las dos últimas ediciones, explicando que el equipo tenía “otras prioridades”. De hecho, zanja el tema: “Fue mala experiencia, pero entiendo que eso puede ocurrir”.

En este 2018, y con el Mundial en el horizonte, la estrella del Bora se toma la carrera con tranquilidad y no oculta que es mejor “rodarse aquí que entrenar solo”, aunque también avisa que intentará “ganar alguna etapa”. Hoy, de encontrarse bien, podría asomar en el Caminito del Rey, un final a priori propicio para corredores explosivos como él, ya que la meta está más abajo y es menos duro que cuando el colombiano Esteban Chaves ganó allí en 2015. Sagan no se presiona: “Espero estar más fuerte con el paso de los días”. Aunque nunca se puede descartar al triple campeón mundial.