Richard Carapaz cruzó feliz la meta de Montevergine, aunque calado por la lluvia. Después de cambiarse la ropa y de secarse, pronunció palabras sentimentales: “Me encuentro muy emocionado por este triunfo. No me lo puedo creer, se trata de un sueño, es lo que ambiciona todo niño cuando comienza con la bicicleta”. Alcanzó su primera victoria en una grande, la primera también para Ecuador en el Giro. “Qué barbaridad, un sueño”, se repetía a sí mismo.

El ecuatoriano, de 24 años, consolidó su posición de mejor joven y subió a la octava plaza de la general, a 1:06 de Simon Yates. Así explicó su ataque: “Tenía muy buenas piernas y sabía que si llegábamos en un grupo numeroso al último puerto contaría con una oportunidad si saltaba antes, no al sprint. Por fortuna, las cosas salieron a la perfección. El trabajo duro y minucioso de preparación tiene su recompensa, y eso me provoca mucha alegría”.