Terpstra fue una apisonadora para conquistar Flandes
El holandés se apuntó su segundo monumento, tras Roubaix 2014, con una impresionante cabalgada. Pedersen y Gilbert, segundo y tercero.
Una apisonadora conquistó su segundo monumento. Niki Terpstra, excelente clasicómano y potentísimo rodador, tiene ya el Tour de Flandes y la París-Roubaix, las joyas de los adoquines. A los 33 años, el holandés lleva tres triunfos esta temporada: Le Samyn, E3 Harelbeke y Flandes. A falta de que se dispute el Infierno del Norte el próximo domingo, se le puede considerar el dominador del pavés en 2018. Segundo terminó Mads Pedersen y tercero, Philippe Gilbert, ganador de la prueba en 2017. Jan Raas y Hennie Kuiper son los únicos compatriotas de Terpstra con Flandes y Roubaix en el palmarés.
Fue el propio Terpstra el que desató la batalla en el Koppenberg, a 45 kilómetros de la meta. A su rueda se soldaron los mejores especialistas: Sagan, Stybar, Gilbert, Vanmarcke, Naesen, Van Aert, Benoot, Van Avermaet… y Vincenzo Nibali. El siciliano, ambicioso y combativo, no se arrugó frente a los muros y las piedras, y en Hotond se lanzó a la aventura. Pero su acelerón significó el contraataque de Terpstra, que no paró en los 27 km que le restaban para llegar hasta Oudenaarde. En el Oude Kwaremont arrolló a Pedersen, Langeveld y Van Baarle, supervivientes de un corte anterior. Aunque el Quick Step controló gracias a la superioridad numérica, su extraordinaria cabalgada en solitario se hizo merecedora de la victoria.
Mientras, Iván García Cortina, gijonés de 22 años, se metió en la escapada y coronó primero el Kapelmuur. Si se trata de una declaración de intenciones o de una imagen de lo que vendrá en el futuro, no existe una mejor tarjeta de presentación. El asturiano rueda de maravilla, sube bien y posee una considerable punta de velocidad, características que pretende exprimir para la caza de etapas y clásicas. Aparte, le gustan los adoquines. “Sé que, por mis condiciones, soy el tipo de ciclista que no enamora en España”, reconoce él con resignación. Pero hay talento y vida más allá de las vueltas y de la montaña.