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VUELTA A ESPAÑA 2016

Guillén: "Colombia envolvió de pasión el final de la Vuelta"

El director de la Vuelta repasa las polémicas: el bolardo, la repesca, los muros... Las gestas: Lagos, Formigal, Aitana... Y los héroes: Nairo, Froome, Chaves y Contador.
Vuelta a España 2017: Etapa 21, Madrid

Javier Guillén, director de la Vuelta a España.
JESÚS RUBIO

—¿Qué sintió el director de la Vuelta a España cuando vio culminada la carrera con 300.000 personas en la calle y tanto colorido colombiano?

—Fue una sensación de safisfacción ver un podio con los mejores: Nairo, Froome, Chaves... Aunque yo veía a cuatro, también a Contador. Los cuatro mejores del mundo. Si luego lo envuelves con 300.000 personas, y con un colorido colombiano de pasión y de alegría, fue una noche emocionante. España tiene mucho que agradecer este año a Colombia. Ver tanta felicidad, fue un tributo bonito.

—Los tres primeros ya habían hecho podios este año en el Tour o el Giro. ¿Cada vez se respetan más las grandes y, en especial, la Vuelta?

—Algo está cambiando, pero no lo centraría en la Vuelta. Durante años se vivió que solo se podía hacer una grande con garantías. Para mí, el mensaje de esta Vuelta es que se pueden hacer dos, y para ganarlas. Ya se está convirtiendo en tendencia. Estoy muy contento de que no solo una carrera justifique un año. Los ciclistas saben que hace falta palmarés.

—Repasemos la Vuelta. Salimos de Galicia. ¿No fueron demasiadas etapas allí?

—Galicia ofrece una extraordinaria oferta deportiva. Hicimos seis etapas y media, y fueron muy variadas. Y luego hay otro elemento: el año pasado se nos criticó mucho por los traslados. Esta es una fórmula para que no haya tantos. Este año los hemos reducido mucho.

—La Vuelta empezó en La 2 y en coincidencia con los Juegos. Costó un poquito arrancar.

—Aquí jugó el efecto de la cadena, aunque a la Vuelta siempre le cuesta arrancar. Eso lo compensamos con la promoción, pero es muy difícil entrar al principio directamente con una alta audiencia. Los Juegos influyeron también, claro, pero la Vuelta siempre crea expectación.

—En Lugo hubo un grave problema de seguridad con el accidente de Kruijs­wijk contra un bolardo sin señalizar.

—No estaba cubierto lo que tenía que estar cubierto. Nadie lo vio. Y no sabemos por qué, lo estamos analizando. Esa es nuestra desazón: por ahí pasa mucha gente, pero al final no se cubrió. ¿Por qué? ¿Por despiste? ¿Porque lo tapaba la gente o algún vehículo? Ahora solo cabe saber qué hemos hecho mal, para que no se repita. Tras aquello tomamos las medidas de repasar con lupa los últimos kilómetros y de proteger con más vallas los tres últimos. Y vamos a insistir en eso el próximo año.

—¿Hay una sensibilidad especial por los atropellos del año anterior y por los accidentes que se han sucedido durante todo el calendario?

—Sí. La hay. El año pasado veníamos de accidentes en otras carreras. Y en este también tuvimos antecedentes, incluso en el Tour. Eso te obliga a estar prevenido y te crea una tensión añadida, pero al final la seguridad forma parte de nuestra obligación y hay que dar el cien por cien.

—En esos días comenzó la tónica de muchas fugas triunfales. No da demasiada buena imagen competitiva...

—Eso ha llamado mucho la atención en la prensa especializada, pero las fugas que han llegado no han restado nada al interés de la carrera.

—Ya, pero al final no se inscriben grandes nombres en grandes puertos. Este año, solo Nairo Quintana en los Lagos.

—Que Nairo gane en los Lagos es fantástico, pero luego están las estrategias. En todas las carreras llegan escapadas.

—La Vuelta se cerró con seis llegadas al sprint, por siete del Tour. Aun así, no ha venido ningún velocista ilustre.

—Seis etapas son un tercio de la carrera. Si no han venido no es por falta de oportunidades, sino porque el Mundial se celebra en octubre y la Vuelta no les valía para coger fondo. El recorrido ofrece de todo, pero también es cierto que la idiosincrasia de la Vuelta prima otras cosas.

—¿Qué le pareció el día de descanso extra que se cogieron los ciclistas en Urdax?

—Puedo entender cualquier circunstancia de carrera, pero hay una cosa que el ciclismo ha aprendido en los últimos tiempos: se llama imagen. Es importante dar una buena imagen. Perder un minuto por kilómetro y no entrar en una actitud de mayor esfuerzo, es malo. Alguno pensará que con esto se le da una patada al organizador. Pues no. La patada es para todos. Ese día hubo más indignación por la forma en que se hizo, que por lo que se hizo.

—Llevamos dos años oyendo que los ciclistas llegan muy cansados.

—Hay que analizar cuántos días de competición tiene cada corredor cuando llega a la Vuelta. Igual no salen tantos. Y el podio viene de hacer una grande antes. El cansancio forma parte de este deporte. Un mérito de ganar una Vuelta es gestionar mejor ese cansancio. Contra eso no podemos hacer nada, porque no podemos hacer la propuesta deportiva basada en evitar la fatiga, sino en el espectáculo. Que nos favorece a todos, porque todos vivimos del ciclismo.

—Tras el paseo de Urdax llegaron unos Pirineos espléndidos.

—La etapa del Aubisque fue ciclismo puro en alta montaña. Luego vino Formigal, que la diseñamos corta por la dureza del día anterior. Pero llegó un monstruo como Contador e hizo esa etapa, la mejor de los últimos años. Esto es ciclismo y esto es Contador. Al día siguiente se veía el orgullo en los ojos de los ciclistas. Fue memorable.

—El borrón fue esos 93 ciclistas que llegaron fuera de control. Parece urgente buscar medidas contra eso.

—Sí. Como organizador, nosotros no provocamos esa situación, pero luego debemos arreglarla, y sobre nuestros costados caen las críticas y los elogios. El fuera de control debe seguir existiendo. En la Vuelta es muy amplio. Entiendo a quienes critican las repescas, pero desde la posición del jurado y la carrera, con el escenario que había por delante, no se podía tomar otra decisión. Quedaba una semana y nos hubiéramos quedado sin Vuelta.

—Eso puede ser comprensible, pero que no les salga gratis.

—Sí, y se lo he dicho a la UCI, Pero bajo una clave: con sanciones económicas, se puede comprar el descanso. No tiene que haber resquicio donde merezca la pena llegar fuera de control. Hay que buscar algo, pero no he visto una gran fórmula. Eliminarlos de las clasificaciones de días posteriores tampoco lo veo, porque no pueden competir parcialmente. Si repescas, lo haces con todas las circunstancias.

—¿El director de la Vuelta no pudo advertir a los equipos, sobre todo a los invitados?

—El organizador no debe intervenir en la gestión deportiva.

—Ya en Mas de la Costa, David López declaró que el pelotón está harto de los muros.

—Al día siguiente se comprobó que no hablaba en nombre del pelotón, porque muchos lo matizaron. La participación de los últimos años no nos confirma que la Vuelta no guste. Además, los corredores tienen tanta responsabilidad como todos en pensar que necesitamos al público, porque la financiación del ciclismo depende de la audiencia. Este deporte se basa en la épica, pero la épica ya no solo son kilómetros, también son estos esfuerzos. Si algún ciclista tiene otras propuestas con el mismo resultado, estoy abierto a ellas.

—Quizá sustituir alguna llegada en alto por otras en bajada...

—Eso está bien, pero no puedo hacer una Vuelta con lo que me pide cada uno. Entonces tendría que poner tres cronos, cuatro etapas de alta montaña, dos de más de 230 kilómetros... Esas suelen ser las peticiones.

—Una de las dos imágenes más recordadas del Tour es el descenso de Froome.

—Y la otra fue subiendo a pie... ¿También lo hacemos? (risas).

—Llegamos al final. El encadenado de la contrarreloj y Aitana dio emoción al desenlace.

—Salió muy bien. Todas las vueltas se piensan para que se puedan decidir en el último momento. La diferencia de 1:21 era remontable, igual que lo hubiera sido a favor de Froome sin Formigal. El guión se está cumpliendo en los últimos años.

—Ya estamos en Madrid, con Froome en el podio. Ha sido tantas veces segundo en la Vuelta, como triunfos tiene en el Tour: tres.

—Froome es uno de los mejores embajadores de la Vuelta. A mí me emociona oírle hablar de la Vuelta y de España. Que haga tantas veces segundo tiene una lectura: debe volver. Hemos tenido un campeón extraordinario en Nairo, pero me gustaría que Froome ganara algún año la Vuelta.

En ese podio no había españoles. ¿Le preocupa?

—El futuro lo veo con preocupación, sí, pero vamos a esperar. El debate surge porque Contador, Valverde, Purito, Freire o Samuel nos han dado un nivel altísimo. Incluso este año, Contador nos brindó la mejor etapa, y Valverde se subió al podio del Giro. Todavía están dando batalla.