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La increíble historia de la bandera de España menguante

Si los colores forman parte de los códigos del ciclismo es por una razón muy simple: desde el primer momento se hizo necesario identificar a los corredores, ya fuera en el pelotón o en el grupo de escapados, ya fueran vistos desde el arcén o desde una colina, últimamente desde la cámara del helicóptero.

Con esa intención nacieron el maillot amarillo del Tour (1919) y el rosa del Giro (1931). Así surgió también el maillot arco iris (1927), que distingue cada año al campeón del mundo, o el jersey preferido por los escaladores, los niños y las flamencas, el de puntos rojos (1975).

La tradición

Dentro de la tradición de colores y maillots, quedó establecido que cada campeón nacional tendría, durante un año, el honor de vestir los colores de su país, la bandera como jersey. Ninguno de los grandes ciclistas de la historia se ha privado de esa distinción temporal ni del privilegio que concede a los campeones durante el resto de su trayectoria profesional: lucir la bandera en cuestión en el dobladillo de la manga.

Nadie ha hecho tanto por alterar esa costumbre como Eusebio Unzue, ahora maestro y antes discípulo de José Miguel Echávarri. Desde que Miguel Indurain se proclamó campeón de España en 1992 hasta que lo hizo Valverde el pasado año, Abarca Sports (empresa propiedad de Unzue y poseedora de la licencia UCI) ha intentado minimizar la presencia de la bandera española en sus diferentes maillots (Banesto, Illes Balears, Caisse d’Epargne y Movistar). Y lo ha hecho hasta lograr la depuración actual, un mínimo ribete en las mangas y en el pecho, observen a Valverde en la presentación oficial del pasado miércoles. La razón esgrimida es el marketing: se asegura que la obsesión por limpiar el maillot no tiene otro objeto que proteger al patrocinador.

Objeciones

El argumento es, cuando menos, discutible. Si la bandera de España mancha la imagen del sponsor, habrá que pensar que también lo hacen el jersey amarillo, el rosa, el rojo, el arcoíris y el de puntos rojos. No parece muy sensato defender la pureza de una camiseta en un deporte que asocia el éxito a la conquista de un color y de un jersey.

Sería interesante conocer la opinión de los patrocinadores. Si hablamos del pasado, cuesta entender el esfuerzo por recortar la bandera de España en el maillot que patrocinaba el Banco Español de Crédito (Banesto). Si hablamos del presente, se hace difícil comprender qué perjuicio puede causar en la imagen de Movistar que Valverde vista de rojigualda con la M verde corporativa en el centro de pecho y espalda.

Sospecho, por tanto, que sólo hay una explicación posible: la cromofobia. La aversión a ciertos colores es una repulsión diagnosticada. Marnie la Ladrona no soportaba el color rojo y pudiera ocurrir lo mismo con el rojo emparejado con el amarillo. En este último y singular caso, los pacientes no tolerarían los botes de Cola-Cao, los payasos del McDonalds, los tequila sunrise y, en última instancia, las banderas de España. Ellos se lo pierden.