El esloveno Mohoric, campeón júnior, gana también en Sub-23

Probablemente estamos ante un nuevo niño prodigio del ciclismo eslavo: Matej Mohoric. El año pasado quedó campeón júnior de fondo y subcampeón en contrarreloj. Hoy, con sólo 18 años (cumplirá 19 el 19 de octubre) se ha vuelto a endosar otro maillot arcoíris, el de la categoría Sub-23. Mohoric llegó destacado a la meta de Florencia con tres segundos sobre el sudafricano Louis Meintjes y trece sobre un primer grupo, cuyo sprint ganó el noruego Sonder Enger para llevarse la medalla de bronce.

Mohoric, el primer ciclista que logra ganar consecutivamente los mundiales júnior y Sub-23, atacó en el descenso del repecho de Fiesole apenas iniciada la penúltima vuelta y alcanzó rapidamente al francés Julian Alaphilippe, que llevaba más de un giro escapado. Pronto le soltaría, pero tras él salió el sudafricano Louis Meintjes, que estaba a sólo diez metros cuando se llegó otra vez al descenso de Fiesole y Mohoric volvió a hacer una demostración. El resto fue sufrir en el último repecho, volar en las bajadas y las curvas y rodar sólidamente en el llano. El esloveno fue inalcanzable para Meintjes y para el primer grupo. Mohoric tuvo tiempo para recrearse en su triunfo antes de cruzar bajo la pancarta.

Antes de este éxito, el chaval ya se había asegurado un puesto para el próximo año en el pelotón profesional con el Cannondale, el equipo en el que milita el que también fue un niño prodigio, en este caso eslovaco, y ahora ya una total realidad: Peter Sagan.

Los españoles pasaron una vez más inadvertidos. El mejor clasificado fue Rubén Fernández, vencedor del Tour del Porvenir, el 65º, a 8:06. Carlos Barbero acabó el penúltimo (83º), a 16:10, y Mario González, el último, con el mismo tiempo. Mikel Iturria y Haritz abandonaron. No es una categoría esta que se le de bien a nuestros ciclistas, que sólo han recopilado tres medallas de plata: Fran Gutiérrez (2002), Óscar Freire (1997) y José Manuel Lasa (1965), y una de bronce: José Luis Viejo (1971).