¿Una nueva NBA? Celtics y Bucks, a por el anillo
El Oeste ha conquistado 7 de los últimos 10 anillos de la NBA, incluidos los 2 últimos. Celtics y Bucks se mueven y la perspectiva cambia por completo.
Tenemos que irnos a 2008 para ver el último anillo de los Celtics. Y a 1986 para encontrar el anterior. Una crisis muy larga, pantagruélica, para una franquicia que cuenta más anillos en blanco y negro, allá por la prehistoria, que en color. Lejos queda el recuerdo de Bill Russell, también el de Larry Bird. Pero también, cada vez más, el de Paul Pierce o Kevin Garnett. Una sequía demasiado grande para una franquicia de tal magnitud, una fundada en 1946, en los albores de la competición profesional norteamericana, y sin la cual es imposible entender la NBA, a la que siempre ha estado ligada. Una cantidad ingente de años de existencia, de momentos extraordinarios, de páginas en los libros de historia y una fuente inagotable de instantes icónicos que quedaron en la retina del aficionado para siempre pero que forman parte de un pasado que se difumina con, como todo, el inexorable paso del tiempo, ese que hace que cada vez se recuerden menos las hazañas pero que, en ironías del destino, nunca permite que se olviden los malos momentos.
Al final, eso es con lo que se queda la gente: con lo malo. Es una parte indivisible del ser humano que se ha potenciado en demasía con las redes sociales, esas que sostienen y marcan la deriva de la opinión pública en la actualidad. Y ahí salen perdiendo los Celtics, que desde que dieron por cerrada la era de Garnett y compañía han estado (ya casi) 10 años, una década, buscando un anillo esquivo, que nunca llega. Siempre son candidatos, casi siempre favoritos, pero no terminan de arrancar. O más bien, de rematar. Pisaron las Finales de 2022, pero Stephen Curry impidió que cumplieran un sueño que sigue siendo eso, un sueño. Con 2-1 arriba estuvieron muy cerca de rematar en el Garden, pero el genial base lo impidió y los verdes no volvieron a ganar en toda la serie. Fue lo más cerca que han estado desde que se inició el proyecto, uno que ha llegado a cuatro finales de Conferencia en las últimas nueve temporadas, todas con récord positivo y participación en playoffs pero sin el anillo.
Los Celtics consiguen, con el traspaso de Jrue Holiday, la pieza que sostenidamente les ha faltado durante los últimos años, un base fiable en los dos lados de la pista que evite que Jayson Tatum y Jaylen Brown actúen de generadores (no es la mejor virtud de ninguno, especialmente en el caso del segundo) y hace olvidar esa ristra de playmakers que no han funcionado y empezó con Kyrie Irving. Luego llegaron Kemba Walker y continuó un Marcus Smart que ha sido un referente cultural que ha salido por la puerta de atrás tras muchos años de expectativas frustradas y sin que la culpa haya sido suya. Con Holiday llega ese perfil que te convierte en aspirante pero también se pierde juego interior a pesar de la irregularidad física de Robert Williams. Los Celtics se quedan con un Al Horford de 37 años y un Kristaps Porzingis muy dado a lesionarse. Y la plantilla se queda corta: Derrick White, Payton Prtichard... y poco más. Les quedan rondas del draft para tener más profundidad de banquillo, ahora escasa. Eso sí, el contrapunto es la cantidad de nombres increíbles que tienen en un hipotético quinteto titular. El movimiento es acertado, la llegada de Damian Lillard a los Bucks les obligaba a hacer algo ante un rival directo y ha llegado Jrue. Hasta ahí, bien.
Y hablando de los Bucks: se convierten también en aspirantes, lo hicieron hace unos días con la llegada del mencionado Lillard. Y sí, Giannis Antetokounmpo sigue elucubrando en base a las reglas del jugador empoderado, sin dar pistas sobre el futuro, pero pidió un gran hombre y lo ha conseguido. La NBA también se gana en los despachos: mientras los Sixers siguen sin saber qué hacer con James Harden y siguen sin saber por qué no ganan con Joel Embiid, los Heat se han quedado sin Lillard primero y sin Holiday después. Gol por toda la escuadra (una expresión algo complicada cuando nos referimos al baloncesto) al que los Bucks añaden el fichaje de Cameron Payne (que jugó en los Suns el último curso) y amplían un poco una rotación que no ha sido especialmente perjudicada con la adquisición de Lillard. Algo tenían que soltar y lo hicieron con Holiday. Las piezas ya están en su sitio. Y Bucks y Celtics se apuntalan en el favoritismo del Este... y ya veremos si también el de la NBA.
Cambia la perspectiva
Ese tema lleva a otro más: de los últimos 10 anillos, 7 han sido para un equipo de la Conferencia Oeste, incluidos los 2 últimos de forma consecutiva. Desde la retirada de Michael Jordan hasta ahora ha habido 25 campeones de la NBA, sólo 8 del Este. Una pequeña crisis que no ha cambiado en los últimos años, bien por el dominio de la dinastía de los Warriors o por los errores cometidos por los equipos del Este, que han sido sostenidamente favoritos en los últimos años (los mismos Bucks y Celtics que ahora), pero no han conseguido ganar y, de hecho, tan solo han pisado las Finales una vez cada uno. Los Bucks ganaron en 2021 su primer anillo en 50 años y ya han acabado con la tortura que siguen manteniendo unos Celtics que siempre dan la misma sensación: que les falta algo de fritura para ser campeones. Veremos si eso cambia con una pieza como Holiday o las cosas siguen sin funcionar como en el pasado más reciente.
Los Bucks afrontan un nuevo futuro a corto plazo, ya sin Mike Budenholzer y con Adrian Griffin en el banquillo. En los Celtics se desgastó Brad Stevens, ahora en los despachos, el paso de Ime Udoka fue efímero por sus escándalos extradeportivos y la llegada de Joe Mazzulla ha sido un parche inocuo, que da la sensación de hacer poco mientras el equipo se sostiene por su talento. En el caso de estos últimos, los bajones puntuales de Tatum y Brown en el momento de la verdad terminan por ser claves, algo que no se pueden permitir si quieren cumplir sus promesas de jugadores generacionales y dar el salto definitivo hacia el anillo, ese que siempre se resiste. Ese pequeño defecto no le ocurre a Giannis Antetokounmpo, siempre a tono. Es demasiado llamativo, en el sentido negativo, que Tatum y Brown disputen un séptimo partido ante los Heat y en el Garden en el que se queden en 33 puntos combinados, con 13 de 36 en tiros de campo y 2 de 13 en triples. Así no.
Esta temporada, que empieza el 25 de octubre (ya estamos en la cuenta atrás), contará con ambos equipos como favoritos por encima de la Conferencia Oeste. Veremos lo que pasa, mientras tanto, con los envejecidos Warriors, unos Lakers que intentan dar una última alegría a LeBron James (que afronta su 21ª temporada) o esos Nuggets que son vigentes campeones y que buscarán repetir. Entre otros, claro: Suns, Clippers... De una forma u otra, alguna de estas franquicias transmite más confianza de cara a playoffs que Bucks o Celtics, cuyos errores en momentos clave son siempre más que recordados y cuesta mucho olvidarlos en, otra vez, ese mundo siempre más pendiente de lo peor que de lo mejor. Es, en última instancia, la condición humana. Y en revertir la balanza también se tendrán que esforzar en Boston y Milwaukee.
Celtics y Bucks. Bucks y Celtics. Dos franquicias separadas por 15 anillos y cuyo pasado es muy distinto, pero que comparten un presente lleno de similitudes con jugadores que son estrellas y que llegaron a la NBA en un periodo parecido. Dos proyectos que duran ya casi una década y que ha tenido éxito en caso de uno, pero no del otro. Eso sí: los dos buscan lo mismo. Veremos cómo funciona Lillard en un verdadero aspirante al título, algo nuevo para él en una carrera en la que nunca ha estado cerca del anillo ni ha pertenecido a unos Blazers que optaran a él. Sí es de esperar que Jrue responda a la perfección en los Celtics, como esa pieza bidireccional que además ejerce una extraordinaria influencia en el vestuario, un paso adelante respecto a un Smart que, si bien era un icono en la cultura verde, también causaba cierta polémica. De una forma u otra, la NBA cambia de perspectiva. Los focos estarán puestos en el Este, en Bucks y Celtics. Otra cosa es que de ahí salga el ganador. Eso es imposible de predecir, claro.