Un MVP en el ostracismo: Micic se diluye en la NBA
Con 29 años y consolidado en Europa, el base decidió dar el salto a la mejor liga del mundo y está sufriendo las consecuencias: sin minutos ni protagonismo, su situación es muy complicada.
No es la primera vez que pasa, pero no por eso resulta menos desolador. Es lo que está pasando con la todavía corta estancia de Vasilije Micic en la NBA. Tras varias temporadas negándose a dar el salto al otro lado del Atlántico, el hasta la temporada pasada base y estrella del Anadolu Efes se decidió a fichar por los Thunder, equipo que tenía sus derechos desde que los consiguió de los Sixers, franquicia que lo drafteó un ya lejano 2014, en el puesto 52 de la segunda ronda del draft. Entonces Micic tenía apenas 20 años y era una promesa en el Viejo Continente, un baloncestista menor que podía llegar a ser un gran jugador, pero que todavía estaba en plena progresión.
Micic no explotó hasta tiempo después. Fue en la 2017-18, con el Zalgiris, con quien destacó de una forma en la que ya muchos grandes clubes se empezaban a fijar en él. Sonó, incluso, para el Real Madrid: era un deseo expreso de Pablo Laso, que lideró a los blancos a la conquista de la Euroliga por segunda vez desde su llegada, pero vio como Luka Doncic iniciaba su andadura en la NBA y buscaba un reemplazo de garantías. Sin embargo, fue el Efes el que fichó a lo que ya era una estrella emergente, un jugador esencial en la era que se avecinaba, el dominio con puño de hierro con el que el equipo que entrenaba Ergin Ataman impregnó la máxima competición continental.
De 2018 a 2022, los turcos formaron lo que en la NBA sería casi una dinastía: el Efes disputó la Final Four de 2019, dominaba con de forma clara en 2020, cuando el coronavirus impidió el primer título, y ganó de forma consecutiva los dos entorchados siguientes, ambos en finales apretados y ante dos colosos que no pudieron con una bestia negra que entonces compartían: el Barcelona en 2021 (86-81) y el Real Madrid (58-57) en 2022. Y se las ha visto todas: en el primer título superó a un Madrid bravísimo, que puso el 2-2 tras empezar 2-0 y tuvo match ball en Turquía para mandar al favorito a casa en cuartos de final; el Efes prevaleció. El curso pasado se clasificaron como sextos tras una mala fase regular, pero el Milán no pudo con ellos en cuartos. De nuevo, sobrevivieron. Como hacen los grandes campeones.
Las dos Euroligas consecutivas fueron algo casi inédito. Desde el Olympiacos nadie repetía título (2012 y 2013). Y en el siglo XXI, solo el Maccabi se mete también en esta lista. Para ver un triplete hay que irse al Split, que conquistó las tres últimas ediciones de la antigua Copa de Europa (de 1988 a 1991). En esas estaba el Efes, en busca del triplete. Nada más lejos de la realidad. Con un récord que apenas se quedó en el 50% (17-17), declaraciones cruzadas permanentes, rumores de la disolución del proyecto y problemas en la pista y fuera de ella, el Efes quedó en el undécimo puesto de la Euroliga, diciendo adiós a los playoffs y, por supuesto, a un nuevo título. Ataman puso punto y final a su estancia en Turquía y se marchó, junto a sus controvertidos métodos, al Panathinaikos. Y Micic se atrevió a viajar a la NBA, una aventura en la que no terminó de creer en los dos años anteriores pero que finalmente decidió probar.
La historia se repite
Ahí es dónde Micic ha encontrado un muro imposible de superar, el de la adaptación de muchas estrellas europeas a la competición norteamericana. Igual que le pasó a Facundo Campazzo y también con 29 años (camino de los 30, algo que también es coincidente en ambos), como hizo el argentino, la estrella serbia ha dejado atrás el Viejo Continente, donde era una absoluta referencia, y ha pasado al ostracismo en este inicio de curso baloncestístico 2023-24. Y no hay que dar las cosas por hechas: al fin y al cabo estamos en el comienzo, y aunque la NBA no espera a nadie, tiene la curiosa cualidad de dar al menos una oportunidad a casi todo el mundo. Algo que, de momento, no está teniendo un Micic que no cuenta con opciones en los Thunder, una franquicia al alza que quiere abandonar los años de reconstrucción para asentarse en playoffs.
Si bien el protagonismo de Campazzo (por seguir con la comparación) se fue diluyendo con el paso del tiempo, pasando de 22 minutos por partido en su primera temporada a algo más de 18 en la segunda y a 6,5 en sus 8 partidos con los Mavericks, Micic ha empezado directamente fuera de la rotación: ha saltado a pista en 3 de los 10 partidos del equipo, disputando 6, 14:10 y 12:05 minutos en cada uno de ellos. Lleva cuatro partidos sentado en el banquillo por decisión técnica, Mark Daigneault (su entrenador) cuenta más con un novato como Cason Wallace (7,8 puntos y por encima del 50% en triples) y con la recuperación de Chet Holmgren, los Thunder van quintos de la Conferencia Oeste con un récord de 6-4. Y sin necesidad de tirar de Vasilije, claro.
El base, con una competencia directa y objetiva que es prácticamente insuperable como Shai Gilgeous-Alexander (estrella consagrada) y en una plantilla que cuenta con jugadores emergentes que apuntalan y construyen (Luguentz Dort, Josh Giddey, Jalen Williams...), tiene muy complicado meterse en la rotación. A no ser que ocurran desgracias o situaciones que obliguen a apostar por caras nuevas, algo difícil en un conjunto cuyo objetivo es acabar con balance ganador, tener esa oportunidad que tradicionalmente ha dado la NBA es arduo. Al fin y al cabo, y desde el punto de vista de los Thunder: si las cosas funcionan, ¿para qué cambiarlas?
Esta historia ya la hemos vivido, y no sólo en el caso de Facundo Campazzo o, por poner nombres de otro perfil (por edad o talento), a Leandro Bolmaro. No tanto a Sasha Vezenkov, que disputó la final de la Euroliga el curso pasado con el Olympiacos y no tiene minutos moderados en los Kings (unos 14 por noche). Una situación que contrasta con la de Micic, que ahí sigue: MVP de la máxima competición continental en 2021, dos veces MVP de la Final Four (2021 y 2022), uno de los jugadores más talentosos del Viejo Continente, con una visión de juego genial y una espectacular capacidad para la anotación, que ha decidido poner rumbo a la NBA cuando estaba más que consolidado en Europa... con, de momento, terribles consecuencias. Un hombre con un currículum envidiable con el que, según parece, no se cuenta. Algo duro. Y un cuento que se repite. Otra vez.
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