Los Spurs de Wembanyama: Popovich y el desafío del gigante
El francés encara su segunda temporada consolidado como estrella del presente y del futuro. Popovich no cesa en su empeño y Chris Paul busca su última aventura alejado del sueño del anillo.
Es justo decir sin temor a equivocarnos que Victor Wembanyama ha cumplido con las expectativas. Lo lleva haciendo desde que empezó a ser profesional y así ha continuado tanto en su primera temporada en la NBA como en sus primeros Juegos Olímpicos, en los que se ha colgado la medalla de plata con Francia tras ceder en la final ante Estados Unidos, que se colgó su quinto oro consecutivo. Las lágrimas del pívot tras la derrota dejan vislumbrar la competitividad que atesora un físico inédito y uno a los jugadores que con más proyección ha llegado a la mejor Liga del mundo desde LeBron James. La historia del Rey seguirá dando sus últimos coletazos hasta que él lo decida. La del joven francés no ha hecho más que empezar. Lo que le queda será sólo la magia que podamos ver en algo que en sus inicios está siendo sencillamente formidable.
En su primera temporada en la NBA, Wembanyama ha promediado 21,4 puntos, 10,6 rebotes, 3,9 asistencias, 1,2 robos y 3,6 tapones. Se ha llevado el Rookie del Año, ha estado en el Mejor Quinteto de Rookies y ha quedado segundo en las votaciones a Mejor Defensor sólo por detrás de Rudy Gobert. Una gran hazaña para un jugador de tan solo 20 años, que cumplirá 21 durante el curso que se avecina y que fue también líder en tapones de la competición norteamericana. Y todo con 224 centímetros y apenas 95 kilos de peso, algo con lo que algunas voces críticas indicaron que iba a tener dificultades para enfrentarse a cuerpos más físicos y llenos de músculos. Dijeran lo que dijeran dichas personas, no tenían razón. Wembanyama ha cumplido con los pronósticos e incluso los ha superado, mejorando en el pase y con la cuenta pendiente del lanzamiento exterior (promedió un 32,5% en triples), algo en el que le queda camino por recorrer. Se ha mostrado más influyente en la zona que fuera de la canasta. Pero ha demostrado que puede ser diferencial en ambos sitios con momentos puntuales que han rozado la brillantez más absoluta.
Y todo a pesar de que los Spurs han sido un equipo nefasto. Con 22 victorias y 60 derrotas, han igualado el récord del año anterior y el tercero peor de la historia de la franquicia. También fueron la segunda peor defensa de la Conferencia Oeste (en la que ocuparon el penúltimo puesto, sólo por delante de los Blazers) y han ocupado el sexto peor registro de la NBA en porcentaje de tiros de campo y el cuarto más malo en porcentaje de triples, además de ser el quinto que más balones ha perdido. Registros que no han importado a Gregg Popovich, imperecedero: tanto el entrenador como la directiva de los Spurs han asegurado que no hay prisa en la formación de la joven estrella y que no darán pasos en falso. Lo importante es el futuro y que Wembanyama sea a medio plazo el dominador del cielo y la tierra. Algo que se puede pensar como posible si tenemos en cuenta el formidable inicio que el pívot ha tenido en una NBA ávida de escribir una nueva historia que llene la narrativa que durante tanto tiempo han acaparado otros protagonistas. LeBron a la cabeza.
Los nuevos... pero viejos Spurs
Tampoco es que el equipo texano se haya movido demasiado en el mercado veraniego. Las expectativas son mínimas y los objetivos siguen siendo desarrollar lo máximo posible el talento de un Wembanyama elegido desde el primer momento como jugador franquicia, un rol que ha asumido hasta con cierta comodidad. Pero es más sencillo ser el líder de uno de los peores equipos de la NBA que serlo en uno que opta a un anillo que los Spurs no huelen desde 2014 y al que no van a volver a optar a corto plazo. Al menos, con la plantilla que tienen, llena de gente joven y de rol, menor dentro de la mejor Liga del mundo, con algún ramalazo de talento pero destinada a pasar por ahí sin consolidarse definitivamente.
A los Spurs ha llegado Harrison Barnes procedente de los Kings, equipo en el que ha militado las últimas cinco temporadas. Con 32 años, será un misterio que papel tendrá en un organigrama que apuesta por la precocidad, pero es una buena incorporación para según qué objetivos. Pero el fichaje más sonado ha sido el de Chris Paul: el ángel caído, la estrella rota, uno de los mejores bases de la historia que es también una estrella que ha perdido paulatinamente su luz y que, además, se ha convertido en una especie de gafe que llega a una franquicia favorita a todo y que acaba naufragando de la forma más cruel. Un playmaker celestial que se retirará sin anillo, ese que se le escapó en Hornets, Clippers, Rockets y sobre todo Suns, con los que llegó a estar 2-0 arriba en las Finales de 2021. Giannis Antetokounmpo y los Bucks hicieron el resto. Y el sueño se evaporó igual que había llegado.
Y luego está Gregg Popovich. Es difícil de justificar, o al menos entender, que siga en activo camino de los 76 años. Y también que a inicios de la temporada pasada firmara un contrato por otros cinco años a razón de 80 millones de dólares, lo que le convertiría en casi en octogenario en caso de cumplirlo y seguir en activo en todo ese proceso. Lejos de las plantillas de sus mejores días y de esos innumerables récords con los Spurs de Tim Duncan, el legendario entrenador se ha dedicado en los últimos años a verlas venir con equipos pobres y decisiones intrascendentes. Se buscó y se consiguió a Wembanyama en 2023 igual que se hizo con Duncan en 1997. Pero su presencia parece más un inconveniente para avanzar que una buena decisión con la que formar jóvenes talentos con los que no va a coleccionar otra horda de éxitos. Una recta final de carrera que no impide reconocer sus incontables logros. En la directiva ya han dicho que se quedará hasta que él quiera. Y ahí sigue, claro. Un año más. Y ya van 28 para 29. Las tres décadas, salvo sorpresa, caerán. Lo dicho: hasta que él quiera.
¿Cuál es el objetivo?
Parece que todo pasa por seguir desarrollando la carrera de Wembanyama, sin importar lo que se necesite para ello. Sin prisa pero sin pausa, con la mirada puesta en el medio y el largo plazo. Con paciencia. Pero también con la mirada puesta en la crisis pantagruélica que vive el equipo desde que acabó esa inabarcable era de 22 presencias consecutivas en playoffs, los mismos que los Nationals/76ers entre 1950 y 1971. No pudieron ser el primer equipo con 23 viajes seguidos a las eliminatorias, no quedaban más milagros en los bolsillos de una franquicia de leyenda. Uno que en este tramo ganó cinco anillos (los mismos que los Lakers en ese período, aunque los angelinos sumaron uno más en 2020) y sumaron más victorias que nadie en playoffs (170) y regular season (1.228). Récords y logros sublimes que parecen ahora más lejanos que nunca.
Desde semejante racha, los Spurs han sumado cinco ausencias consecutivas en la fase final, algo sin precedentes en la entidad texana, tradicionalmente competitiva tanto en la ABA como posteriormente en la NBA. En ninguna de esas temporadas se ha llegado a las 35 victorias y las 22 conseguidas en la 2022-23 sirvieron para traer a Wembanyama, con el que se ha conseguido un récord idéntico y muy alejado de las 56 que se lograron con Tim Duncan en la 1996-97, una comparativa injusta si tenemos en cuenta la diferencia que hay entre la plantilla de entonces y la actual, pero lógica por todo lo que se ha comparado al gigante francés con el mejor ala-pívot de la historia. Al menos, por momento y contexto, ser números 1 del draft y haber recalado en una entidad que se convirtió en referente mundial con la llegada de un Duncan que finalizó su carrera como uno de los mejores jugadores de todos los tiempos.
Cuesta mucho pensar que con esta plantilla los Spurs puedan acceder a playoffs. La Conferencia Oeste está más abierta que nunca, con 11-12 equipos luchando por un puesto entre playoffs y play in y una igualdad considerable, con unas rachas malas que penalizan mucho y unas buenas que no benefician tanto. El fichaje de Chris Paul, que disputará su 20ª temporada en la NBA camino de los 40 años, parece más dirigido a poner un veterano de lujo al lado de Wembanyama que a luchar por una buena clasificación. Y tampoco hay muchos jugadores apetecibles para traspasar de cara a un hipotético mercado de febrero si el récord es medianamente bueno. Siguen los del curso pasado: Jeremy Sochan, Devin Vassell, Zach Collins... Baloncestistas que aportan más o menos producción y estadística en un equipo que en las últimas temporadas ha luchado por no caer al pozo más hondo. Con Chris Paul y Harrison Barnes... ¿cambiarán los objetivos? No lo parece. Pero nunca se sabe. Al fin y al cabo, los Spurs tienen a Victor Wembanyama. Y eso es decir mucho.
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