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NBA

La vida secreta de las mascotas

Rocky, la mascota de los Nuggets finalistas, cobra diez veces más que la media, que a su vez está por encima del salario promedio en Estados Unidos.

Actualizado a
La vida secreta de las mascotas
DOUG PENSINGERAFP

Las mascotas son una parte integral del partido, al menos de la experiencia de partido, en la NBA. Algunas, seguramente más que ninguna Benny The Bull, el toro que pulula por los partidos de Chicago Bulls, conocidas casi por cualquiera que haya echado al menos un vistazo al mundillo NBA. Pero ¿cuánto cobran esas mascotas por el trabajo que realizan? La media se sitúa justo por debajo de los 60.000 dólares anuales, con alguna desviación sorprendente: Rocky, el león de las montañas que ejerce de mascota de Denver Nuggets (la franquicia de la ciudad a una milla de altura, la de las Montañas Rocosas), cobra unos 625.000 dólares al año (más de 637.000 euros) Es decir, más de diez veces por encima de la media.

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DOUG PENSINGERAFP

Ahora por primera vez en unas Finales de la NBA, Rocky, es así de sencillo, hace cosas que ninguna otro con un trabajo como el suyo hace, y de hecho entró en 2006 en el Hall of Fame de las mascotas: tiros acrobáticos a canasta, acciones peligrosas por el aire... En todo caso, el salario medio de las mascotas de la NBA (esos casi 60.000 dólares) está por encima del promedio estadounidense (unos 45.000 dólares). Desde ahí, se disparan los sueldos en casos como el de Rocky o el también citado Benny The Bull: unos 200.000 dólares al año para la primera mascota de la NBA, en acción desde 1969.

Se trata, al fin y al cabo, de un trabajo con mucha especialización y que no es tan sencillo como puede parecer en un principio. Y peligroso: Raptor, la mascota de Toronto Raptors, se rompió el tendón de Aquiles durante un juego en un partido. Bango The Buck, el ciervo de Milwaukee Bucks, se pasó casi tres lustros con el mismo encargado (Kevin Vandervolk) que tuvo que pasar durante ese tiempo tres veces por quirófano: dos lesiones de ligamento de rodilla y una también grave de tobillo. La acumulación de problemas físicos le obligó a dejar el puesto en 2014, con 36 años.

Para llegar a esos salarios por encima de la media, no digamos a los altísimos de las mejores mascotas, hay que ser una de las más queridas y mediáticas. En una encuesta entre aficionados de todos los pabellones, Rocky fue la más valorada con una nota media (sobre 5 puntos) de 3,90. Ganó por los pelos a Benny The Bull (3,86) y a Grizz (3,81), el oso pardo de Memphis Grizzlies.

Pero también hay que hacer carrera desde abajo. Normalmente, se comienza con un sueldo base de unos 25.000 dólares por los partidos en casa (41 de fase regular asegurados) y unas cantidades por hora en actos y apariciones fuera del pabellón y de los días de partido. A partir de ahí, se va mejorando tanto en el sueldo base por los partidos como en el resto de actos promocionales y que implican a las franquicias... y sus mascotas: Harry The Hawk, el halcón de Atlanta Hawks, cobra 500 dólares por hora. Hugo The Hornet, la avispa de Charlotte Hornets (otra de las más mediáticas), percibe 1.500 dólares por aparición y se lleva en total más de 100.000 dólares al año. Rumble The Bison (el biston de Oklahoma City Thunder) redondeda un salario de más de 100.000 dólares anuales gracias a 650 dólares por cada hora fuera de los partidos y 400 por visitas privadas de entre 30 y 45 minutos. Otra de las máscotas más celebres, Gorilla (el gorila de Phoenix Suns) se acerca a los 200.000 dólares anuales. Debajo del disfraz está Bob Woolf, un clásico con más de 1.200 partidos de la NBA en el currículum y que tiene, además, una escuela de gimnasia profesional.

Aptitudes, actitud y formación

Al que quiere ser mascota no le vale con pasar por allí. Hay que tener una forma física de deportista casi profesional porque muchos juegos y apariciones incluyen carreras, saltos, tiros a canasta, acrobacias sobre camas elásticas y trampolines... Desde luego hay que tener don de gentes, energía, vocación de divertir... y formación. Sí, hay una preparación formativa, entrenamientos y cursos en los que se aprende a ser mascota profesional. No se trata solo de puesta a punto física, también hay que saber interpretar con unos trajes con los que no se habla ni se emiten sonidos y con los que no se cambia de gesto. Por eso hay que aprender a transmitir cuandos se está riendo, fingiendo que se llora, que se está asustado... casi cualquier emoción. Para simular una carcajada, por ejemplo, lo normal es taparse la boca (o pico...) con las manos y mover muy rápido la cabeza adelante y atrás. Para decir “te quiero” hay que señalarse a uno mismo, hacer un gesto de corazón con las manos y señalar a la otra persona... Todo tiene su aquel, y su técnica.

La cacareada jubilación de Rocky

Rocky no solo es la mascota mejor pagada, con diferencia. También es un buen ejemplo de cómo estas formas parte de la vida de las franquicias y del interés de sus seguidores. Lleva en acción desde 1990, pero fue la temporada pasada cuando se corrió la voz de que se había jubilado su performer clásico y el encargado de convertirla en la mejor mascota de la NBA: Kenn Solomon. “Una futura estrella del negocio”, lo definió el que era presidente de los Nuggets, Carl Scheer, cuando lo contrató.

Solomon, que tuvo el susto de su vida cuando perdió el conocimiento por el mal funcionamiento de un número que estaba representando suspendido en las alturas del pabellón colgado de una cuerda, fue visto en los aledaños de la pista antes de un partido, sin el traje de Rocky. La especulación sobre su jubilación después de 31 años subió de tono, algo alimentado por uno de sus hijos, que trabaja para los Nuggets, con una nota de despedida y homenaje en Facebook. Los rumores, además, apuntan a que es su hijo el que ha tomado el relevo como Rocky, aunque desde los Nuggets nunca se ha querido confirmar esta posibilidad. Es, en todo caso, cuestión de familia, porque otro de los hijos del Rocky original tiene la misma ocupación: Garett Solomon es Hooper, el caballo mascota de Detroit Pistons.