La NBA contra los (malos) descansos
La NBA ha aprobado definitivamente las nuevas medidas para luchar contra el ‘load management’ masificado. Habrá multas pero también excepciones, condiciones...
Después de que se conociera el nuevo plan de la NBA para combatir el load management industrial (el exceso de partidos que se pierden los mejores jugadores para acortar en la práctica una temporada regular que sigue siendo de 82 equipos por franquicia), se ha dado el paso definitivo para su implantación: el board, el órgano ejecutivo formado por las franquicias, lo aprobó de forma unánime. Los ejes de este nuevo marco son claros: se trata de evitar que las grandes estrellas mediáticas jueguen menos de lo debido cuando no median lesiones ni problemas relevantes; que estas no se tomen días libres en bloque y que esos días libres no coincidan con partidos de máximo interés. Es decir, los elegidos para la cobertura televisiva nacional. Y ahora, también, los que van a servir para clasificarse en el nuevo torneo secundario que va a introducir la NBA a partir de esta próxima temporada 2023-24.
El comisionado Adam Silver ha reconocido que estas medidas demuestran que había una situación que se había descontrolado (“es una forma de asumir que se estaba llegando demasiado lejos”) y parte de una premisa sencilla y que, en realidad, no debería ser un asunto tan espinoso en equipos profesionales con jugadores profesionales: “regresar a la noción básica de que esta es una Liga de 82 partidos por temporada”. Además, Silver dejó claro que tanto franquicias como jugadores están a favor de esta determinación.
Contra el deterioro de la imagen pública
La NBA y el sindicato de jugadores (NBPA) cerraron un nuevo convenio colectivo, la garantía de paz social, que entró en vigor el 1 de julio. Una excelente noticia sobre la que pendían algunos asuntos por resolver, uno de los más obvios esta cuestión de los descansos cada vez más constantes y masivos de los jugadores, especialmente de las grandes estrellas. Es este, además, un momento especialmente importante para poner en valor de la fase regular, y los partidos como producto, porque se está negociando el nuevo contrato televisivo, la gran fuente de riqueza de la NBA. El actual comenzó en 2016 y termina en 2025, y en él Disney (ESPN y ABC) y Turner (TNT) acordaron pagar 24.000 millones de dólares. Una cifra que triplicaba el anterior contrato y que disparó los ingresos de la Liga y sus franquicias… y los de los jugadores, claro: sus salarios están vinculados al BRI (Basketball Related Income), todos los ingresos de la NBA por asuntos directamente relacionados con la Liga como actividad deportiva.
El salary cap, el total que cada franquicia puede gastar en salarios durante una temporada, saltó en un año (de 2015 a 2016) de 70 a 94 millones de dólares, así que es obvio que los jugadores apoyarán medidas que faciliten otro gran acuerdo con los grandes operadores televisivos; uno, este próximo, con el que la NBA quiere batir récords, otra vez. La crecida fue tan grande en 2016 que provocó una distorsión demasiado anormal en los contratos que se firmaron. Tanto que el nuevo convenio controla las subidas del cap (136 millones para la temporada 2023-24) a un máximo anual del 10%, con las cantidades extra prorrateadas para que no se desnaturalice el marco de negociación y contrataciones.
La NBA, por convencimiento de que las cosas tienen que cambiar o como mínimo por la certeza de que necesita que parezca que pone interés en lo que muchos aficionados ven como un problema importante, ya había abierto este melón en ese nuevo convenio colectivo: los jugadores tienen que disputar al menos 65 de los 82 partidos para poder optar a (algunos, no todos) los premios de final de temporada (MVP, Defensor del Año…) y también para entrar en los Mejores Quintetos, algo que además tiene efecto en las cantidades máximas que se pueden percibir en las extensiones de contrato.
En esos 65 partidos, los jugadores tienen que estar en pista al menos 20 minutos con ciertas excepciones: el límite es 62 (o un 85% de los disputados por el equipo hasta ese momento) si hay lesiones que obligan a perderse toda la temporada; Y hay dos partidos en los que el mínimo se puede rebajar a 15 minutos. Esto pretende evitar situaciones como la de Jrue Holiday en el último partido de la temporada 2021-22, en el que jugó siete segundos y se marchó para poder cubrir el mínimo de partidos que necesitaba para activar un bonus en su contrato. También pretende anticiparse a posible trampas que se pudieran plantear en cuanto se aplicaran estas normas y que podrían haber provocado verdaderos sainetes muy contraproducentes para la imagen de la NBA, con los jugadores saltando a la pista solo unos segundos o un par de minutos para ir engordando su número total de partidos.
Pero ahora, además, la NBA amplía su capacidad para censurar lo que considere mala praxis con multas que pueden ser millonarias en casos de reincidencia o acumulación. No es un asunto de hoy, ya que en la temporada 2017-18 ya se introdujeron normas para la regulación del descanso de los jugadores. Pero sí es un asunto que es de especial trascendencia ahora por el volumen al que se están produciendo los descansos de los jugadores y lo obvio que es para los aficionados, con la consiguiente pérdida de valor de los partidos de regular season.
“Implantaremos estos nuevos principios, veremos cómo reaccionan los equipos y si es necesario hacer algo más. Pero lo más importante es que hay una sensación en todos los estamentos de la NBA de que esto es algo que afecta a los aficionados y de que se ha llegado demasiado lejos. Y creo que se nota especialmente con los jugadores jóvenes que están sanos y no juegan. No queremos que se convierta en una cuestión de estatus dentro de la Liga más que de necesidad real de descanso; o de que no jugar ciertos días sea algo que forme parte de ser jugador de la NBA”, asegura Silver, que ya trabajó en su día para limitar los back to back (jugar dos partidos en dos noches) y eliminar las tandas de tres en cuatro para ayudar a que se redujeran estos descansos.
Una cuestión de cantidad... y de calidad
Las nuevas medidas van al volumen, a la cantidad, pero sobre todo a la calidad: piensan en los mejores jugadores y en los partidos más señalados del calendario NBA. Las multas que se acaban de aprobar afectarán a las estrellas que no jueguen en partidos de audiencia nacional o del torneo secundario que se estrena ahora, y cuyos duelos de clasificación son también partidos de regular season a los que se quiere dar así un valor especial. Además, también habrá multas para los equipos que den descansos a varias estrellas a la vez o a una durante tramos largos (y no justificados, claro) de la temporada. Para poder aplicar estas normas, primero había que definir qué es una estrella: los jugadores, al menos para que se pueda aplicar esta nueva normativa, que han sido all star o han entrado en los Mejores Quintetos en las tres temporadas anteriores a la que se esté jugando. Eso hace que, ahora mismo, 50 jugadores sean susceptibles de generar estas multas a sus equipos, que serían de 100.000 dólares para la primera, 250.000 si se reincide y, a partir de ahí, un millón más que la anterior multa: 1,25 millones para la tercera, 2,25 para la cuarta…
La NBA, aunque seguirán siendo los médicos de los equipos los que dictaminen el estatus de sus jugadores, se garantiza también el derecho a hacer las investigaciones que considere pertinentes sobre la disponibilidad de un jugador. Y estas serán automáticas si se dan los casos citados: una estrella que se pierde los partidos elegidos por las televisiones nacionales o que sirven para el torneo secundario; varias del mismo equipo descansando el mismo día o una ausencia prolongada sin una comunicación firme de su franquicia al respecto.
Por supuesto, habrá excepciones: un jugador que en el día en el que comienza la temporada tenga 35 años o acumule 34.000 minutos de carrera en regular season o 1.000 partidos entre fase regular y playoffs, podrá descansar en una de las dos noches de un back to back sin riesgo de multas siempre y cuando el equipo lo haya comunicado a la NBA con, al menos, una semana de antelación. Hay seis jugadores que encajan en este criterio ahora mismo: Mike Conley, Stephen Curry, DeMar DeRozan, Kevin Durant, James Harden y LeBron James. También se pueden solicitar excepciones con aquellos que salen de lesiones complicadas o tienen un historial complejo de percances físicos. Eso hace pensar en uno de los estandartes de este load management que la NBA considera excesivo: Kawhi Leonard. Estas excepciones para los back to back no se pueden aplicar en partidos de televisión nacional y/o clasificatorios para el torneo secundario salvo que los dos del back to back tengan esa misma condición. En ese caso, sí se puede aplicar el descanso en uno de ellos. Más allá deberían llegar las multas: “Si eres un jugador y estás sano, la expectativa normal es que juegues. Si no, decepcionamos a los fans y decepcionamos a nuestros socios comerciales”, remata Silver.
Esos 50 jugadores (un 11% de los que hay en la NBA) que encajan en esa nueva definición de estrellas se reparten en 25 equipos, de los que hay quince con más de uno que han sido all star o All NBA en las tres últimas temporadas. Esa lista tendrá su primera modificación cuando llegue el All Star 2024 y los que sean seleccionados por primera vez entre a formar parte de ella.
Es decir, en la práctica y en resumen, esto es lo que tienen que hacer los equipos: no dar descanso a sus estrellas en esos partidos de televisión nacional y/o clasificación para la fase final del torneo secundario. Y si hay más de uno (los Celtics con Jayson Tatum y Jaylen Brown, por ejemplo), tampoco pueden darles descanso a la vez en un mismo partido del resto del calendario. Eso, claro, si no hay lesiones que sí justifiquen las ausencias. Además, tienen que evitar esas situaciones que se han multiplicado en los últimos tiempos y en las que sientan durante períodos largos a sus estrellas, ya sea por disputas contractuales o sobre su futuro o porque se desea dejar correr la temporada para perder más partidos y aspirar a un puesto más alto en el draft (el tanking). Es lo que hicieron el curso pasado, por ejemplo, los Wizards con Bradley Beal y los Blazers con Damian Lillard. Esto no incluye los casos, conviene repetirlo, de lesión justificada o problema personal que motive una ausencia puntual o prolongada. También habrá situaciones permitidas de “gestión de final de temporada” en los últimos partidos del curso y si no afectan drásticamente a la integridad de la competición. Un equipo sí podrá, seguramente, dar descanso a sus estrellas, por ejemplo, en un último partido de regular season antes de iniciar su recorrido en playoffs.
Nadie quiere reducir la temporada regular
Además, hay letra pequeña… o no tan pequeña: las ausencias de las estrellas tienen que estar equilibradas entre los partidos en casa y los que se juegan a domicilio (41 y 41 en regular season). Y se debe dar preferencia a que sea como local cuando se administren esos descansos. Ha sido un problema obvio la ausencia de estrellas visitantes sin motivos justificados y cuando las aficiones locales ya habían comprado sus entradas para ver a esos jugadores que, en algunos casos (equipos de Costa Este contra los de Costa Oeste) solo se enfrentan una vez en cada pabellón a lo largo de una temporada. Además, las franquicias tienen que asegurarse de que los jugadores sanos que van a descansar en un partido tienen que estar en él de forma “visible para los aficionados”.
Como ya había señalado, estas son las medidas más agresivas que la NBA toma contra el load management, pero no las primeras: en la temporada 2017-18 se introdujo una norma por la que los jugadores sanos no podían faltar a los partidos de perfil alto y retransmitidos por las cadenas nacionales (no locales). Las multas partían de 100.000 dólares y también se limitaba que descansaran varios jugadores a la vez y se pretendía que si esto sucedía, no fuera con el equipo jugando como visitante. Pero era obvio que esa player participation policy (PPP) necesitaba una actualización… y sobre todo un endurecimiento.
La NBA pretende, en un nivel básico, que los jugadores se tomen más en serio la regular season, que los equipos gestionen sus descansos de otra manera (cuando se produzcan) y, esto no es algo menor, que mejore la percepción de unos aficionados que quieren ver que se intenta hacer algo al respecto. Es una cuestión de imagen pública ante fans y también de cara a la negociación de ese nuevo contrato televisivo. O con respecto a cualquier sospecha que pueda haber por los acuerdos comerciales con casas de apuestas y casinos: la NBA, según Bobby Marks (ESPN) recibirá 167 millones gracias a ellos, un 11% más que la temporada pasada.
La Liga sigue con su intento de que no se convierta la temporada regular en, de facto, un tramo de menos de los 82 partidos que siguen siendo reglamentarios y que garantizan por volumen los ingresos de todos, patronal y jugadores. El load management aplicado de forma masiva permite, al fin y al cabo, jugar menos pero seguir basando la Liga en ese formato de 82 por equipo, aunque se penalice el valor de no pocos partidos. Habrá que ver cómo se van poniendo en marcha estas medidas y si, por ejemplo, acabará habiendo conflictos entre una estrella y su franquicia en lo relativo a su situación física. O cómo se equilibran estas nuevas normas y las necesidades comerciales de la NBA con lo que va sugiriendo la ciencia aplicada a la salud en el deporte y la optimización de su físico por parte de los jugadores.
También aparecen paradojas como que la condición de estrella se vincula a lo que se ha hecho ya en la NBA cuando a nivel mediático no siempre es así, como sucede con los jugadores drafteados más conocidos por el gran público. Este año hay un caso claro con Victor Wembanyama, el fenómeno francés elegido con el número 1 del draft y cuya llegada a San Antonio ha dado a los Spurs 18 partidos en televisión nacional para la temporada 2023-24. Wemby no tendrá ese cartel burocrático de estrella al menos hasta el All Star, así que no se le aplicará la misma política restrictiva aunque es, a priori, uno de los grandes focos de atención de la nueva regular season. Además, el premio de Rookie del Año se libra de la citada necesidad de jugar al menos 65 partidos para aspirar a él, así que eso tampoco será un quebradero de cabeza para el francés en su debut en la NBA.
Por si acaso, y para acabar, estos son los 46 jugadores (con su equipo actual) que habrían recibido la temporada pasada, si se hubiera aplicado, ese rango de estrella según este nuevo marco de PPP, player participation policy:
Trae Young y Dejounte Murray (Atlanta Hawks)
Ben Simmons (Brooklyn Nets)
Jayson Tatum y Jaylen Brown (Boston Celtics)
LaMelo Ball (Charlotte Hornets)
DeMar DeRozan, Zach LaVine y Nikola Vucevic (Chicago Bulls)
Donovan Mitchell, Jarrett Allen y Darius Garland (Cleveland Cavaliers)
Luka Doncic y Kyrie Irving (Dallas Mavericks) Nikola Jokic (Denver Nuggets)
Stephen Curry, Draymond Green, Andrew Wiggins y Chris Paul (Golden State Warriors)
Fred VanVleet (Houston Rockets)
Tyrese Haliburton (Indiana Pacers)
Kawhi Leonard y Paul George (Los Angeles Clippers)
LeBron James y Anthony Davis (Los Angeles Lakers)
Ja Morant y Jaren Jackson Jr. (Memphis Grizzlies)
Jimmy Butler y Bam Adebayo (Miami Heat)
Giannis Antetokounmpo, Jrue Holiday y Khris Middleton (Milwaukee Bucks)
Rudy Gobert, Karl-Anthony Towns, Mike Conley y Anthony Edwards (Minnesota Timberwolves)
Zion Williamson (New Orleans Pelicans)
Julius Randle (New York Knicks)
Shai Gilgeous-Alexander (Oklahoma City Thunder)
Joel Embiid y James Harden (Philadelphia 76ers)
Bradley Beal, Devin Booker y Kevin Durant (Phoenix Suns)
Damian Lillard (Portland Trail Blazers)
Domantas Sabonis y De’Aaron Fox (Sacramento Kings)
Pascal Siakam (Toronto Raptors)
Lauri Markkanen (Utah Jazz).