Dallas Mavericks

La maldición de Anthony Davis

El ala-pívot, otra vez con muchas voces críticas. Ahora por su pésimo estado de forma, pasado de peso, y su eterna fijación por no jugar muchos minutos como pívot puro.

Anthony Davis, contra Charlotte Hornets durante el segundo amistoso de pretemporada de los Mavericks.
Raymond Carlin III
Juanma Rubio
Nació en Haro (La Rioja) en 1978. Se licenció en periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca. En 2006 llegó a AS a través de AS.com. Por entonces el baloncesto, sobre todo la NBA, ya era su gran pasión y pasó a trabajar en esta área en 2014. Poco después se convirtió en jefe de sección y en 2023 pasó a ser redactor jefe.
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Anthony Davis ha llegado a la pretemporada de Dallas Mavericks pasado de peso. Eso es obvio desde un primer vistazo. En verano pasó por el quirófano por un desprendimiento de retina que le hará jugar, seguramente, con gafas el resto de su carrera. Por la recuperación postoperatoria estuvo un mes, más o menos, sin entrenar. Así que eso puede tener que ver con una espantosa forma física (según dicen en Dallas, con un extra de al menos siete kilos) a la que él ha quitado hierro porque, asegura, siempre ha usado las primeras semanas de competición para adquirir el punto óptimo de forma. En todo caso, resulta extraño ver a un jugador como él tan pasado de peso, lento y con muchísimos problemas para acercarse a algo parecido a esa movilidad defensiva por toda la pista que era uno de sus sellos; una de las razones por las que ha sido uno de los grandes defensores de su generación.

Su despliegue en pretemporada ha sido muy criticado por los aficionados de los Mavs, seguramente en un nivel excesivo si se tiene en cuenta que, al fin y al cabo, estamos todavía ahí: en pretemporada. Pero conviene recordar que este equipo sigue transitando por la liga con la crispación nerviosa que produjo el traspaso de Luka Doncic, algo que solo irá mitigando cada buena actuación de Cooper Flagg, el regalo en forma de número 1 imposible que cayó en el regazo de los Mavs, que recibieron así el punto de apoyo sobre el que intentar su resurrección como franquicia, en el pasado draft. Por lo que se está viendo en pretemporada, habrá muchas actuaciones muy buenas de Flagg. Y muy rápido.

Davis sí jugó a algo mucho más parecido a su nivel contra los Jazz, en un amistoso en el que produjo 25 puntos y 6 rebotes en apenas 25 minutos. Sus mejores momentos, eso sí, volvieron a coincidir con los tramos en los que jugó como pívot puro, un asunto recurrente en la segunda parte de su carrera. Más allá Davis es, siempre será en Dallas, el jugador que llegó a cambio de Doncic. El que tenía que completar la visión defensiva que Nico Harrison usó como excusa para deshacerse del esloveno. Con fama de frágil y perseguido por la legítima cuestión que podría estar saliendo de su prime (tiene 32 años y un físico castigado), no ayudó el percance en la ingle en el debut con su nuevo equipo. Como poco después sufrió Kyrie Irving su grave lesión de rodilla, que le tendrá fuera de las pistas como mínimo buena parte de esta nueva temporada, los dos (el nuevo eje interior-exterior con el que soñaba Harrison, se supone) solo compartieron en pista en 25 minutos de un partido. Ahora Davis llega a la pretemporada fuera de forma y camino de los 33 años y Kyrie tiene 33 y está parado por una lesión grave. La idea de reunir a los número 1 de draft de 2011 y 2012 era desde luego sugerente, pero también arriesgada camino de 2026.

Un equipo muy grande y sin espacios

Por todo eso, Davis estará sometido a mucha presión, mucho escrutinio en unos Mavs en los que los fantasmas de Doncic asomarán en cuanto haya una mala noticia, un par de malos resultados. La franquicia, además, se mantiene en la vía de competir ya, incluso con la llegada de un Cooper Flagg, el siguiente gran fenómeno, que todavía tiene 18 años y debería estar, si no hubiera nacido en diciembre, a punto de comenzar su etapa universitaria. En vez de eso, y porque su fecha de nacimiento le permitió saltarse un año en una formación acelerada, ya es jugador de la NBA y, por lo que está enseñando en sus primeros partidos, con mucho que decir desde el primer día.

Para muchos, y esos dedos también señalan a Davis (y a unos gestores con Harrison al frente a los que la buena suerte del 1 de Flagg no indulta a ojos de la afición), los Mavs habrían hecho bien en exprimir las opciones de mercado que todavía podrían haber encontrado con Davis. Flagg es un jugador total que puede hacer incluso de base, pero comenzará etapa NBA como forward (minutos de alero, minutos de ala-pívot…). Y el equipo tiene a Dereck Lively II, un pívot muy prometedor que quiere dejar atrás en su tercera temporada los problemas de lesiones y falta de continuidad de la segunda. Y ha extendido los contratos de PJ Washington y Daniel Gafford. Así que parecía que la ocasión era perfecta, con el añadido de los meses sin Kyrie que olían a golpe notable a las opciones competitivas en el corto plazo, para apilar más juventud o picks al lado de Flagg. Un puente hacia el futuro inmediato en el que no habría dolido, seguramente, sacrificar algo del presente.

Tenía sentido: pero la cosa empeora si se toma como termómetro (insisto, precipitado) lo visto en pretemporada. Jason Kidd juega con un quinteto en el que están D’Angelo Russell (el parche sin Kyrie), Klay Thompson (35 años), Flagg, Davis y Lively. Y tienen una rotación profunda, sobre todo por dentro con los citados Washington (por ahora, el sexto hombre) y Gafford. También con Naji Marshall, Max Christie, Caleb Martin y veremos si Dante Exum, que tiene problemas de rodilla, nunca parece estar sano varias semanas seguidas (no en el ritmo NBA) y ya hay incluso rumores de un regreso a Europa para jugar, otra vez, en el Partizán. Ese equipo muy grande, con Flagg de alero al lado de Davis y Lively, ha jugado mal, con un ataque muy sufrido en el que apenas hay espacio en las zonas por la falta de tiro exterior fiable, con demasiados cuerpos en la misma zona de influencia. La versión con Washington (este sí, en un muy buena) en lugar de Davis ha sido notablemente superior.

La defensa también sufre: Russell y Klay (que ha bajado muchas prestaciones con respecto a sus mejores años en los Warriors) no contienen a los exteriores, no se puntean muchos triples y Davis ha sido un desastre en las coberturas lejos de la zona. Habrá que esperar a que recupere una forma física aceptable para dictar sentencia, pero el riesgo es que haya dado un paso atrás ya irrecuperable en defensa mientras que en ataque se enfrenta al mismo laberinto de sus últimos años en los Lakers: no quiere jugar mucho de pívot, ni partir de esa posición, pero su tiro exterior no acompaña para que pueda ejercer de cuatro al lado de un interior como Lively, que tampoco amenaza por fuera. Cuando Davis sí metió muchos tiros con buenos porcentajes, jugó al nivel de los mejores interiores de la historia reciente de la NBA y los Lakers fueron campeones en la burbuja de Florida (2020). Pero sus datos desde entonces no animan a pensar en una resurrección de su tiro en suspensión.

Así que en cada tramo en pista en el que Davis parece redundante, un lujo innecesario o demasiado desgastado, aumentan las quejas sobre la gestión que hacen los Mavs de sus recursos, sobre esa mirada demasiado cortoplacista de un Harrison empeñado en tener razón: veremos. Flagg (sorprendentemente maduro también delante de los micrófonos) tampoco ha ayudado a su compañero, un diez veces all star, a pesar de que esa era su intención cuando aseguró que él, el novato, tenía que hacer más por echar un cable a su socio, la estrella con galones: “Tengo que encontrar formas de ayudar más a Davis, jugar mejor sin la bola cuando está en pista él, ayudar a que tenga más impacto cuando opera en el poste. Tengo que hacer más por él, pero han sido muy importantes los minutos que ya hemos tenido juntos, intentando acoplarnos. Para eso está la pretemporada, para que encajemos las piezas con minutos de verdad en pista”.

Lively, por su parte, también ha reconocido que si los Mavs quieren convertir sus quintetos enormes en su seña de identidad, hay cosas que tienen que ajustar mejor: “No podemos pisarnos unos a otros. No diré que es un reto, creo que es más cuestión de aprendizaje. Hemos tenido el verano para conocernos, adaptarnos... y ahora hay que llevar eso a la pista, donde las cosas no siempre son como a uno le gustaría. Ahí tenemos que intentar todos adaptarnos lo mejor posible. Tenemos que saber que si uno sale al perímetro, el otro tiene que cubrirle la espalda en el aro, funcionar como un tándem. Si uno ayuda en el lado izquierdo, el otro tiene que vigilar el derecho... tengo que asegurarme de que todo el mundo está en su sitio, que todos nos comunicamos y nos apoyamos. Estamos aprendiendo, adaptándonos a jugar juntos. Y nos los estamos pasando bien, no lo cambiaría por nada”.

Davis, otro dato importante, juega con la extensión de tres años y más de 175 millones que firmó en el verano de 2023. Tiene un contrato enorme para esta (54,1 millones) y la próxima temporada (58,4) y una player option de 62,7 para el verano de 2027, cuando tendrá 34 años y veremos qué condición física en un equipo que en condiciones normales ya habrá dado el salto a todos los efectos a la era Flagg. Por eso, por encaje salarial y de tramos de carrera, también piden muchos un traspaso que no ha llegado. Al menos este verano. Nico Harrison tiene claro lo que quiere y ahora Jason Kidd tiene que hacer que funcione. Y su idea, por ahora, es que el frontcourt titular siga siendo Flagg-Davis-Lively.

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