Kleine, el desconocido que compartió vestuario en la NBA con una veintena de miembros del Hall of Fame
A veces secundario y a veces secundario de secundario, Kleine pasó quince años en la NBA y jugó en varios de los mejores equipos de siempre.
En los equipos de baloncesto hay distintas posiciones, roles, necesidades… el equilibrio es fundamental, incluso (o quizá especialmente en esos) en los mejores, los que acaban pasando a la historia. Tienen súper estrellas, y en ellas empieza y acaba todo, pero también tienen jugadores de complemento y rol, secundarios de lujo, suplentes eficaces… y otros que cubren la espalda a estos últimos. Suplentes de los suplentes.
Un secundario primero y secundario de secundarios después fue Joe Kleine, que ahora tiene 62 años y que se retiró de la NBA en 2000, después de quince años de carrera profesional en los que ganó más de 11 millones de dólares (su mayor sueldo anual llegó a 1,2 millones: no era para nada una estrella y eran otros tiempos). Hombre de negocios después de hacer sus pinitos como entrenador en Little Rock, tiene varios restaurantes en el sector de la parrilla y la barbacoa a la americana y aparece, de cuando en cuando, para repasar una carrera que es menos célebre por lo que logró que por con quién lo logró. Con todo fue, y desde luego eso es mucho, campeón olímpico en 1984 y campeón de la NBA en 1998.
La Pesadilla contra el Sueño
Kleine era un pívot rocoso de 2,11 que se curtió en los institutos de Misuri y pasó en College por Notre Dame y sobre todo Arkansas, donde formó en un equipo de mucho nivel, escudero de Alvin Robertson y Darrell Walker y sufrido rival de leyendas como Hakeem Olajuwon cuando tocaba enfrentarse a la Universidad de Houston. Si al nigeriano, uno de los mejores jugadores de siempre, se le apodaba The Dream, el sobrenombre de Kleine era The Nightmare. La pesadilla plantando cara, como buenamente podía, al sueño de un jugador casi perfecto.
En la NBA, Kleine no llegó a ser un jugador importante a pesar de que fue número 6 del draft en 1985. Eran tiempos de gigantes, y todos los elegidos delante de él eran también pívots (Patrick Ewing, Benoit Benjamin, Jon Koncak) o ala-pívots (Wayman Tisdale, Xavier McDaniel). Por detrás de él, ahí quedo eso, fueron elegidos Chris Mullin, Charles Oakley, Detlef Schrempf, Joe Dumars, AC Green o el mismísimo Karl Malone. Seleccionado por los Kings, su mejor temporada fue en California, la tercera en la liga (1987-88): más de 24 minutos por noche en pista, 9,8 puntos y 7,1 rebotes. Después, por el camino cuatro traspasos y varios contratos como agente libre, pasó por Celtics, Suns, Lakers, Nets, Bulls y Trail Blazers.
Y así forjó su leyenda como obrero de las zonas y, sobre todo, compañero de estrellas históricas y un buen puñado de mitos que acabaron en el Hall of Fame. Ese camino, de hecho, comenzó incluso antes de la NBA, cuando fue seleccionado por Bobby Knight como miembro del histórico equipo que ganó el oro en Los Ángeles 84, contra España. Un Team USA en el que ya tenía un papel muy residual y del que acabarían en el Hall of Fame Michael Jordan, Patrick Ewing y Chris Mullin. Él mismo contó después que seguía sin creerse que hubiera formado parte de esa selección: “A día de hoy, todavía no lo entiendo. En serio, trabajaba muy duro, pero vaya… de verdad, no lo sé”. Una de las razones fue la nula química entre Knigth, un entrenador muy autoritario y con un carácter muy complicado, y un Charles Barkley al que acusaba de no defender y que acabó fuera de la convocatoria final en la que tampoco entraron Karl Malone, John Stockton y Joe Dumars. “Doy las gracias a Barkley por no estar allí y dejarme ganar ese oro”, decía en tono de broma Kleine. El mítico ala-pívot, más serio, se refirió años después a Knigth como “un capullo al que yo no le gustaba”.
Bird, Barkley, Kobe, Jordan...
Después de un trayecto de más a menos (de poco a casi nada) en los Kings, fue traspasado en 1989 a unos Celtics que intentaban alargar sus años de gloria. Allí coincidió con cuatro leyendas que entraron después en el Hall of Fame: Larry Bird, Kevin McHale, Robert Parish (del que fue suplente) y Dennis Johnson. Su siguiente parada fue Phoenix Suns, en 1993, lo que le permitió ser compañero de ese Barkley con el que no llegó a jugar para Estados Unidos y con el que entabló una gran amistad. Otro hall of famer en una lista de compañeros en la que añadió, en Arizona, a Danny Ainge (que había salido de Boston en el traspaso que facilitó su llegada), Kevin Johnson y AC Green.
Todo lo que sucedía en su carrera, curiosamente, le iba poniendo en vestuarios inolvidables. En la temporada 1996-97 fue traspasado dos veces, por lo que jugó en Suns, Lakers y Nets. Así que pasó de un equipo que ya tenía a Jason Kidd y Steve Nash a otro con Kobe Bryant y Shaquille O’Neal además de Byron Scott, Robert Horry o Derek Fisher. Y de ahí, a los Bulls campeones en la temporada 1997-98, donde volvió a jugar, trece años después, con Michael Jordan. Además de, claro, con Scottie Pippen, Dennis Rodman, Ron Harper, Toni Kukoc o Steve Kerr. Su rol era el de tercer pívot, por detrás de Luc Longley y Bill Wennington.
El nombre de Kleine volvió a estar en muchas bocas durante la pandemia, cuando arrasó el documental sobre Michael Jordan y sus Bulls, The Last Dance, y el pívot aparecía como víctima de lo que podía ser una broma pesada o un comentario despectivo del mítico 23, que le vio llorar tras conquistar el título y le dijo “¿Por qué lloras? Si yo he ganado este campeonato por ti”. Lo curioso para Kleine es que todavía vivió otro paso más por un equipo excepcional, uno que se quedó a las puertas de, quizá, ser campeón: los Trail Blazers en los que estaban Arvydas Sabonis, Rasheed Wallace, Scottie Pippen y Detlef Schrempf. Fue el equipo (playoffs de 2000) que tuvo contra las cuerdas a los Lakers de Kobe y Shaquille, que acabaron ganando (4-3) una final del Oeste tremenda en ruta hacia su primer anillo juntos.
En total, Kleine compartió vestuario con veinte integrantes del Hall of Fame. De todos, con el que mejor relación tuvo fue con un Barkley al que ponía, como mínimo, a la altura de los más grandes: “Siempre digo que hay más posibilidades de ver a otro Michael Jordan u otro Larry Bird, u otro Wilt Chamberlain, que a otro Charles Barkley. Era un tipo de menos de dos metros que dominaba las zonas de la NBA, era algo increíble”.
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