Algunos negocios salen caros: la carambola que puede dinamitar la NBA
Operaciones pasadas, una de ellas muy reciente y otra que sigue resultando históricamente desastrosa, pueden determinar las elecciones más altas de un ‘draft’ de máximo nivel.


Las cosas van de mal en peor en Los Angeles Clippers, un equipo que ha perdido catorce de sus últimos dieciséis partidos, incluidos trece en noviembre. El primer mes natural en el que han apilado trece derrotas desde 2010. Antes incluso de que Blake Griffin debutara como jugador NBA. La franquicia no estaba tan lejos del 50% de victorias (ahora 5-16) desde que el inolvidable ala-pívot era novato (2010-11), una temporada que se cerró en 32-50 y que fue la última con balance perdedor. Desde entonces, ha habido catorce seguidas sin caer por debajo de ese 50%, la mejor racha en la NBA actual y una que difícilmente sobrevivirá a este curso en el que todo se está torciendo a toda velocidad. En ese tramo, los Clippers han llegado a playoffs doce veces. Otra vez: será difícil que vuelva a suceder ahora, aunque quedan más de tres cuartos de temporada todavía por delante.
Los Clippers, pendientes además de resolución en una investigación que puede confirmar su participación activa en lo que sería uno de los mayores escándalos de la historia reciente de la NBA -los pagos por debajo de la mesa del convenio colectivo a Kawhi Leonard- parecen, sencillamente, incapaces de ganar partidos. Muchas veces porque no aguantan el ritmo durante los 48 minutos contra rivales que, da la sensación, solo tienen que esperar a que el partido caiga en su regazo casi por inercia. Las explicaciones que salen del vestuario parecen poco prometedoras, y hasta Tyronn Lue es bastante franco cuando habla de problemas y retos a los que no ha tenido que enfrentarse en temporadas anteriores. Tampoco se sabe bien qué dice o deja de decir un Kawhi Leonard que, además, ya se ha perdido once partidos. Más de la mitad de los veinte que ha jugado su equipo.
Solo hay cuatro equipos peores que Los Angeles Clippers ahora mismo: Washington Wizards (2-16), New Orleans Pelicans (3-17), Brooklyn Nets (3-16) e Indiana Pacers (4-16). Los angelinos además son la décima plantilla más cara de la NBA (más de 215 millones de dólares, incluidos 20,5 de multa por superar el límite del impuesto) y la más veterana de la historia. Pero, finalmente, la salida de Norman Powell ha sido más importante, y dañina, de lo que preveían en L.A., donde los años no perdonan (James Harden, Kawhi, Brook Lopez, Chris Paul, Nicolas Batum…) y donde la llegada de Bradley Beal, ya fuera de juego por lesión, tampoco fue la solución o el golpe de efecto que los (muy) voluntaristas esperaban.
Para un equipo en esa situación: avejentado, en obvio final de ciclo y con necesidad de buenas noticias, el draft suele aparecer como piedra angular de la regeneración, al menos un presagio de tiempos mejores que luego son… o no son. Pero ni siquiera eso puede aliviar al trío Steve Ballmer (el propietario más rico de todo el deporte estadounidense)-Lawrence Frank (ejecutivo principal)-Tyronn Lue (un entrenador que se está dejando pedazos de su hasta hace poco monumental reputación): los Clippers, así que no podrán capitalizar sus derrotas y problemas, no controlan ninguna de sus cuatro próximas primeras rondas ya que deben dos a Oklahoma City Thunder y dos a Philadelphia 76ers. Esto implica que hay pocas o nulas opciones de pescar talento joven… pero también de entrar en pujas, si las hay, por estrellas de primer nivel en un mercado que se acerca a las inestables semanas que siguen a Fin de Año.
Los Thunder, un caso sin parangón
Esas malas noticias para los Clippers son muy buenas para los Thunder… y muy peligrosas para el resto de la NBA. Porque la primera ronda de los angelinos en 2026, que ahora mismo lleva proyección de top 5 y opciones reales de número 1, pertenece al actual campeón, un equipo que es a la vez un proyecto ya aplastante y una dinastía en pleno ascenso; y que la temporada pasada ganó 68 partidos y esta apila un increíble 19-1 que le permita mirar, aunque todavía de reojo (por si acaso), al histórico 73-9 de los Warriors de 2016. Y eso con solo un partido jugado por el teórico segundo mejor jugador del equipo, un Jalen Williams que llegó a OKC en 2022, con un número 12 del draft que era originalmente… de los Clippers.
El traspaso de Paul George, una exigencia de Kawhi Leonard (por lo que se va sabiendo, una de muchas) para dar el sí como agente libre, obligó a los Clippers a firmar debajo de todas las exigencias de Sam Presti, el excepcional ejecutivo de los Thunder que interpretó a la perfección el estado de ansiedad de su interlocutor. El que ya es uno de los peores traspasos de la historia de la NBA puede, por lo tanto, empeorar mucho en el próximo draft, cuando se complete un lote en el que, en todo caso, sobresale Shai Gilgeous-Alexander, enviado a OKC tras una brillante temporada rookie en L.A. En julio de 2019 los Clippers dieron, a cambio de George, a Shai, Danilo Gallinari, tres primeras rondas sin protecciones (2022, 2024 y 2026), el derecho a intercambiar las primeras de 2023 y 2025 y las primeras que tenían de Miami Heat en 2021 y 2023.
De esas rondas, además del citado Jalen Williams, han salido jugadores como Tre Mann, Dillon Jones, Jaime Jaquez Jr o, para los Thunder y en operaciones secundarias, Thomas Sorber. A todo eso habrá que sumar ese pick que puede ser altísimo en 2026, para colmo uno de los draft más esperados y con más talento de los últimos años: Darryn Peterson, AJ Dybantsa, Cameron Boozer, Caleb Wilson, Nate Ament… la idea de que uno de ellos pueda recalar en los Thunder es, en efecto, aterradora para toda la NBA. Recuerda a 1982, cuando los Lakers fueron campeones y tenían, además, un número 1 de draft con el que añadieron a su plantilla a James Worthy. Nada menos.
Así que todo puede empeorar en los Clippers… y mejorar en unos Thunder que podrían tener hasta cuatro primeras rondas de draft en unos meses, en la selección de 2026. Y no solo la de los angelinos tiene una pinta excelente: los Sixers le deben a los Thunder la suya con protección top 4, que difícilmente salvarán este año como hicieron el pasado (era top 6 que ha bajado ahora a 4), por la operación en la que los Thunder aceptaron llevarse el contrato de Al Horford, que los Sixers querían quitarse de encima aunque luego el dominicano fue importantísimo en los Celtics campeones de 2024. Fue un trade de descarga de contratos, en 2020, que incluyó a jugadores ahora en Europa como Vincent Poirier, Theo Maledon y Vasilije Micic (sus derechos). Si este año también funciona la protección, el pick será una segunda ronda en 2027. Pero con los Sixers en positivo (10-8), así que todo apunta que su elección caerá más abajo del cuatro y se irá a OKC. Eso sí, con los problemas de salud rondando como siempre a jugadores como Joel Embiid y Paul George, la opción de que acabe siendo una elección incluso de top 10 no es descartable en absoluto.
Además, los Thunder tienen la primera ronda de Utah Jazz por el traspaso de Derrick Favors en julio de 2021. Era una primera de 2024 con protección top 10 en 2024 y 2025. Como los Jazz la conservaron en ambos casos, se ha convertido en una con protección top 8 en 2026. Si tampoco cambia de bando ahora, los Jazz ya no deberán nada a los Thunder. Los Salt Lake City (6-12) son ahora mismo el noveno peor equipo de la NBA. Más competitivos que en temporadas pasadas, lo que puede dar otro pick alto (seguramente sería de lotería: top 14) a los Thunder, aunque parece una opción muy realista que a medida que avance el curso los Jazz piensen en apilar más derrotas y asegurar una elección más en su (ya larga) reconstrucción y en un draft tan prometedor como este.
Para redondear y enlazando con la operación citada con los Clippers, los Thunder tienen los dos mejores picks entre el de Houston Rockets (con una protección top 4 que no se aplicará salvo catástrofe improbable porque los texanos son uno de los mejores equipos de la NBA), la comentada de los Clippers y la suya propia. De esos tres picks de primera ronda habrá dos para los Thunder uno, el más bajo, para los Wizards. El mejor será, salvo sorpresa monumental, el de los Clippers con el que ya cuentan los de OKC, que tendrán luego el suyo o el de los Rockets, probablemente este último, en la parte baja de la primera ronda. Además, por cierto, los Thunder tendrán una segunda ronda. Ahí, fuera de la primera, han elegido a jugadores como Aaron Wiggins (pick 55), Jaylin Williams (34) y Ajay Mitchell (38) en el último lustro.
Los Thunder pueden tener, si va todo en el mejor escenario posible desde un punto de vista deportivo, verdaderos problemas de ricos porque sería difícil para ellos encajar cuatro salarios (fijados por convenio en tablas ya establecidas) de jugadores de primera ronda. La próxima temporada las cosas cambian con el inicio de las extensiones de Chet Holmgren (13,7 millones de salario este año, 41,5 el próximo) y Jalen Williams (de 6,5 a 41,5). Los Thunder, aunque tienen varias player options con las que pueden aligerar esas cuentas de forma rápida (algunas dolorosas en lo deportivo, como la opción de cortar a Isaiah Hartenstein), proyectan ya más de 240 millones de dólares en salarios (40,8 corresponde a Shai, que luego salta a 61 en 2027) para una temporada 2026-27 en al que el cap debería rondar los 166 millones.
El riesgo extremo de los Pelicans
Pero el próximo draft tiene otro asterisco que puede ser trascendental. Los Pelicans son ahora mismo el peor equipo del Oeste y el segundo con peor balance de victorias de toda la NBA, solo por detrás de los Wizards (y a un único partido de los de la capital). Sin embargo, los de Luisiana tampoco tienen su primera ronda, que es de las que ahora tienen pinta de optar al número 1, en el draft de 2026. Esta será de Atlanta Hawks, que eligió el año pasado en primer lugar por primera vez en su historia (se llevaron, en un draft flojo, a Zaccharie Risacher) y que puede tener premio por, simplemente, bajar del puesto 13 que tenían al 23 del pasado draft de 2025. A cambio de ese sacrificio, los Pelicans dieron a los de Georgia una primera ronda sin ningún tipo de protecciones que será la mejor valorada entre la propia de los Pelicans y la de Milwaukee Bucks.
Así que, aunque los Pelicans (no parece probable) reaccionen, los Hawks tendrían todavía la bala de unos Bucks que ahora apilan siete derrotas seguidas y marchan muy a la baja en el Este. Si hay turbulencias con el futuro de Giannis Antetokounmpo o más problemas de lesiones… sin embargo, el premio gordo parece que llegará gracias a unos Pelicans que han sido criticados con mucha dureza por un movimiento de mucho riesgo y que podría ser defendible para un equipo en tramo ganador, con la mente puesta en el cortísimo plazo. Con Joe Dumars como ejecutivo, y el mensaje de que había que ganar y no pensar en el tanking así que la primera ronda del año siguiente no importaba demasiado (ahora ya parece un cálculo como mínimo muy arriesgado), los Pelicans (que ya habían elegido al guard Jeremiah Fears con el pick 7) fueron muy agresivo para dar ese salto del 23 al 13 y asegurarse a uno de sus grandes objetivos de la noche, el pívot Derick Queen, de la Universidad de Maryland. Los Hawks aceptaron gustosos el intercambio y seleccionaron con el 23 a Asa Newell, al que conocían bien porque llegaba desde al Universidad de Georgia.
Así que los Hawks tendrán ese pick de los Pelicans que podría ser también el de los Bucks por un asterisco del traspaso de Jrue Holiday a los Milwaukee en 2020. “Esto que han hecho los Pelicans es el peor traspaso, dejando aparte lo de Luka Doncic, que he visto en al menos una década”, dijo a The Athletic un general manager, de forma anónima, justo después de esa última noche de draft.
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