A la medida de Caitlin Clark
Indiana Fever realiza un cambio en su banco para multiplicar el efecto de Caitlin Clark. Y a por la WNBA con todo. Stephanie White, nueva entrenadora.
Indiana Fever cuenta con una nueva entrenadora de cara a la que será la segunda temporada allí de la archiconocida Caitlin Clark. Se trata de Stephanie White en lo que es un fichaje a la medida de la superestrella femenina con más proyección del baloncesto. La franquicia se deshizo a finales de octubre de Christie Sides, con más de veinte años de experiencia entre la universidad, la liga mayor e incluso una pincelada en Rusia, para dar paso a la que creen que será la mejor moldeadora para su figura.
Con Sides se produjeron tiranteces en el año de rookie de Clark que han optado por no permitir más. Esperan que White exprima todavía más el potencial. Y no fueron los resultados los que dictaron este cambio, más bien las sensaciones; Sides había mejorado el balance de temporadas anteriores, llegando a los playoffs con un 20-20 y cayendo contra Connecticut Sun. Cómo es el círculo de la WNBA que es precisamente la que dirigía a ese equipo (donde estuvo una de las únicas dos españolas -nacionalizadas- en liza, Astou Ndour) la que se va a las Fever. White, de 47 años, asume el cargo con un palmarés que muchas quisieran: su instituto fue Seeger y su universidad fue Purdue, ambas en el estado de Indiana, y en la segunda se llevó la NCAA con las Boilermakers en 1999; saltó al profesionalismo con las Sting de Charlotte, que ya no existen, y posteriormente estuvo cuatro años en las Fever como jugadora; paso a los banquillos y triunfo con las de Indianápolis en 2012 como asistente de Lin Dunn, un puesto que asumió en 2015 y 2016; con las Sun fue la Entrenadora del Año en 2023.
Caitlin Clark cuenta ahora con una preparadora que ha bebido de la misma franquicia, las mismas fuentes para intentar triunfar. En un nivel de expectativas mucho más alto, eso sí. La formación local de White ayudará a que la pupila se sienta más cómoda. Eso es lo que esperan los gerentes que han realizado la contratación. Algo más ornamental y con menos influencia en lo que después ocurrirá, aunque reseñable por detalle, es que una hereda el dorsal que la otra vestía cuando jugaba.
En su presentación en sociedad quiso quitarle peso a Caitlin Clark y referirse al resto de compañeras con las que trata de llegar a lo más alto. Es recíproco, ya que la franquicia asegura que “no hay nadie mejor para llevarnos al siguiente nivel”. Se refirió a la importancia de quienes rodeen a Clark, a la que define como una “jugadora generacional”, y Aliyah Boston y Kelsey Mitchell, que para ella será el “trío estructural” sobre el que construir roles para las secundarias. Advirtió también de que las que lleguen para complementar deberán “ajustarse bien” al papel que se les atribuya, deslizando que sólo así se podrá ganar una WNBA “que se ha visto lo difícil que es”. En palabras a ESPN añadió además la importancia de juntar a varias jugadoras jóvenes de indudable calidad: no sólo Clark viene de ganar el premio a Novata del Año, es que Boston se lo había llevado a casa el curso anterior. Las Liberty son las campeonas, pero viene fuerte competencia en el siguiente vagón. Y, progrese o no Indiana, el crecimiento de la WNBA con un fenómeno como el suyo, la rivalidad con Reese desde los tiempos universitarios o simplemente por hacer cosas que antes no se veían en la Liga es imparable: la 2024 es la campaña con más consumo digital y venta de productos, con récord de espectadores tanto en un solo partido como en el cómputo global...
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