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Portland Trail Blazers

La leyenda de Arvydas Sabonis: “Habríamos ganado cinco o seis anillos con él”

El lituano aterrizó en la NBA con 31 años y dos roturas del tendón de Aquiles en su currículum. A pesar de eso, impresionó en Portland Trail Blazers, donde jugó siete temporadas.

El pívot lituano Arvydas Sabonis, durante su etapa en Portland Trail Blazers.

Decir que Arvydas Sabonis fue un enorme jugador es quedarse corto. El lituano fue una auténtica revolución en el baloncesto, un pívot de 221 centímetros con la delicadeza del mejor asistente y un atrevimiento sorprendente para lanzar de tres para los ochenta y los noventa.

El báltico es irrepetible, una máquina casi perfecta con un balón en las manos que tuvo una carrera llena de obstáculos. Primero, por las lesiones, dos roturas en el tendón de Aquiles con apenas 20 años por, se sospecha, un sobresfuerzo: siempre estaba en cancha, partido sí y partido también, con el Zalgiris, con la URSS, con los mayores y con los pequeños.

Las rodillas tampoco le dieron cuartelillo durante una trayectoria (segundo obstáculo) influida por la geopolítica de la época, la Guerra Fría, el Telón de Acero que no podía traspasar para disfrutar de una NBA en la que debutó nueve años después de ser elegido por Portland Trail Blazers en el draft de 1986.

Si el mundo hubiera sido diferente en los 80, quién sabe, pero no era una decisión que pudiera tomar. Bastante que pude salir a España, a Valladolid, en 1989. Antes, la situación política (en la URSS) me lo impedía. No era ir, tenía que escaparme”, aseguró a AS sobre si se arrepentía de no haber ido cuando se le dio la opción en 1989 tras el oro en los Juegos de Seúl un año antes y la intervención del mítico Aleksandr Gómelski, seleccionador soviético entrenador.

Tras pucela y conquistar la Copa de Europa con el Real Madrid en 1995 viajó a Oregón para dejar con la boca abierta a Portland y a la NBA con su capacidad de pase y dominio de la zona. “Habríamos ganado cuatro, cinco o seis títulos”, aseguraba Clyde Drexler cuando se le pregunta cuál habría sido la historia de la franquicia si Sabonis hubiera llegado antes. “Se lo garantizo. Era así de bueno”.

Las palabras de Drexler las recupera Baxter Holmes para un extenso reportaje de la ESPN sobre la familia Sabonis, sobre Domantas y Arvydas. Vidas cruzas en un país en el que nació el actual pívot de Sacramento Kings hace ya 28 años, en 1996, durante la primera temporada de su padre en los Blazers. Allí creció con el baloncesto en la mente: “Recuerdo que Domas siempre quiso usar el número 23 por Jordan”, dice Arvydas, que promedió en siete temporadas (seis más una) 12 puntos, 7,3 rebotes y 2,1 asistencias.

Tenía un tendón de Aquiles desgarrado y seguía siendo un monstruo”, dice Doug Christie, exbase de Sacramento, entre otros, y actual asistente en los Kings, el conjunto de un Domantas que ‘descubrió’ a su padre por YouTube. Tecleó su nombre y ahí estaba: “En realidad era muy bueno”.

“Era un jugador de 2,13 metros que podía hacer de todo, como un base. Todos decían que podía tirar, pasar, jugar en el poste, todo, tiros en gancho, así que si puedo sacar algo de su juego, sería fantástico”, continuó el hijo menor de la saga Sabonis, el único que ha llegado a la gran élite. Arvydas está “muy orgulloso”, pero él no pedía tanto: “Si alguien juega al baloncesto seré feliz”, recuerda que pensó sobre sus hijos.

Me siento mal porque no me parezco en nada a él. Está en un nivel completamente diferente, así que no es lo mismo”, prosigue Domantas. “¿Sabes que algunas leyendas nunca mueren? Él es una leyenda”, señala sobre su padre, el gigante lituano, miembro del Hall of Fame de la FIBA y de la NBA.

El pívot que antes de retirarse tuvo tiempo de regresar a Europa, a su Zalgiris y quedarse a décimas de meterlo en la Final Four de 2004: un triple de Derrick Sharp forzó la prórroga en Tel Aviv cuando el partido moría y el Maccabi doblegó a su equipo en el tiempo extra. Eso sí, el MVP de la fase regular fue para Sabonis.

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