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EUROLIGA | MADRID-PANATHINAIKOS

El Panathinaikos, el proyecto que pudo ser de Laso

Una lista en común, 11 fichajes y la guinda de Nunn han supuesto una transformación total en Atenas a manos de Ataman. Becirovic ayudó a decidir entre el turco y el español.

Actualizado a
Juancho Hernangómez celebra con sus compañeros del Panathinaikos el pase a la final.
Fabrizio BenschREUTERS

El enfrentamiento entre Dimitris Giannakopoulos y la Euroliga, en especial con en el anterior CEO, Jordi Bertomeu, llevó al dueño del Panathinaikos a poner el club en venta, al menos eso aseguraba. Años complicados, a veces tocando la Final Four, pero nunca dentro, arrastrando la resaca de la marcha de Obradovic, de aquellas 13 temporadas de leyenda con el serbio en el banquillo. El PAO lo intentaba y no lo conseguía y empezó a caer en la apatía, primero fuera del playoff dos cursos seguidos hasta que en el pasado tocó fondo con 9 victorias, penúltimo. El mejor del siglo XXI languidecía, necesitaba una intervención de urgencia.

Su dueño decidió que iba a intentar recuperar los tiempos gloriosos: nuevo director deportivo, el exjugador esloveno Sani Becirovic, que tras ser jefe de equipo en los del trébol se fue cuatro años al Cedevita, a su país, para formarse. Debía rehacer la plantilla y lo primero era el entrenador: Ergin Ataman o Pablo Laso. “Optamos por el turco por su excepcional energía y porque había cogido a un Efes en crisis profunda y lo había hecho campeón”, explica Becirovic. Un poco esa era la situación del Panathinaikos.

No habían trabajado juntos, así que, de inicio, aclararon ciertos aspectos y para acercar criterios pusieron cada uno en una lista 15 jugadores que les gustaría contratar, para ver en cuáles coincidían. De allí (o no) salieron 11 fichajes, con un galáctico, Sloukas, arrebatado al gran rival patrio, el Olympiacos, por más de tres millones de euros limpios por temporada (serían casi siete en bruto con la fiscalidad española). Y Lessort, igualmente sacado del Partizán por cerca de 1,5 millones anuales, aunque ahora parezca barato. A finales de octubre se incorporó Kendrick Nunn, la pieza decisiva en el engranaje, la que lo cambió todo (ya renovado, por cierto), un killer resolutivo, estilete de un bloque aspirante a campeón.

Con Nunn, el argentino Vildoza perdía el protagonismo, el polaco de 2,16 Balcerowski ya contaba poco y Juancho Hernangómez, algo más sin ser de plena confianza de su técnico, con broncas habituales. Kyle Guy, directamente, se marchaba (Tenerife). Ataman no es fácil de lidiar, lo recuerda Musa, pero transmite y sabe construir: “He cambiado el destino antes a grandes clubes, lo hice en el Siena, Besiktas, Galatasaray y Efes”. El penúltimo se convirtió en segundo, a un triunfo de la Euroliga, sería la tercera del turco en cuatro años.

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