NBA | BUCKS 95 - CELTICS 108 (3-3)
Jayson Tatum somete al campeón
El alero juega un partido extraordinario (46 puntos) y los Celtics fuerzan el séptimo, a domicilio y a pesar de que Giannis lo intentó todo (44+20+6). Mañana se resuelve una serie memorable.
Así se ganan anillos. O así se pone uno en situaciones de ganarlos, que ya es mucho. Partidos y eliminatorias como esta son las que construyen legados, las que levantan imperios y alimentan leyendas. El acto final, el definitivo, será mañana (21:30, hora española), en el ilustre Garden de Boston. Después de seis batallas tremendas, de cuatro victorias a domicilio y de que ningún equipo haya ganado dos partidos seguidos, Celtics y Bucks lo resolverán todo en el séptimo, a todo o nada. A sangre y fuego. Bien mirado, no podía ser de otra manera.
Los Celtics ganaron el sexto partido (95-108) como ganaron el segundo y el cuarto, después de ceder la iniciativa de la eliminatoria pero esta vez con un mérito extraordinario: porque era en el Fiserv Forum, el cubil del campeón. Porque tuvieron que domar la voluntad de un jugador generacional como Giannis Antetokounmpo y porque habían perdido de forma absolutamente traumática el quinto en su pista para dar a un rival de hierro un match point en su cubil. No hay en la NBA de 2022 una situación más dura, más empinada que la que salvaron los Celtics en una noche en la que hubo dos presencias masivas, Giannis Antetokounmpo y Jayson Tatum, y una ausencia cuya sombra se alarga sobre estos playoffs: Khris Middleton, otra vez añoradísimo cuando se acumulaban los problemas ofensivos de los Bucks.
Giannis, que sabía que era la noche, sin excusas, jugó un partido extraordinario: 44 puntos, 20 rebotes, 6 asistencias en casi 42 minutos. Fue, por sí mismo, la razón por la que Boston Celtics no rompió el partido muy pronto, con su batería de triples del primer cuarto (8/15 con cuatro de Marcus Smart y tres de Jayson Tatum). Y, sobre todo, fue lo única forma de explicar que los Bucks tuvieron su momento, su cambio de viento a favor, pese a que parecieron siempre peores, más limitados, a remolque. Con todo, el 50-68 del tercer cuarto se convirtió en un 81-85 a 8:42 del final. El partido donde lo quería el campeón, la temporada concentrada en un puñado de minutos que podía manejar a base de físico, concentración, grada… y Giannis.
Pero ahí, precisamente ahí, donde se escriben las historias que hacen historia, donde los playoffs dan a la NBA su verdadera dimensión, emergió Jayson Tatum, el jugador al que hemos visto romper en megaestrella esta temporada (los trazos siempre estuvieron ahí) y al que, seguramente, estamos viendo consagrarse ahora como leyenda de un equipo que las fabrica como pocas en toda la historia del deporte: Boston Celtics. En ese punto crítico del último cuarto, cuando otro paso en falso habría mandado a su equipo de vacaciones, Tatum enlazó 10 puntos y ganó el tiempo necesario (87-95 con 5:40 por jugar) para que llegaran a echar una mano Jaylen Brown (22 puntos, 5 rebotes, 4 asistencias) y ese Smart (21+5+7) que jugó con una enorme personalidad 48 horas después de haber sido devorado por Jrue Holiday.
Tatum acabó con 46 puntos, 9 rebotes, 4 asistencias, un 7/15 en triples y +21 en sus casi 44 minutos en pista. Los Celtics fueron mejores… pero no habría ganado sin él. Sus complementos estuvieron mucho mejor que los de Giannis, pero él aguantó minutos maravillosos de cara a cara cuando arreciaba la furia del griego. Con los pies firmes en el suelo, la mirada clavada en el domingo y en el Boston Garden, sin pestañear, y el instinto tomando el control de forma felina. Si en el último cuarto del quinto partido le dio demasiadas vueltas a cómo ganar, esta vez simplemente ganó. Dejó que su talento se expresara como un martillo. Si los Celtics se imponen mañana, no digamos si acaban llevándose este anillo, este partido de Tatum será historia de la NBA. Será recordado para siempre.
Los verdes, en un día en el que podrían haberse encogido, tiraron muy bien de inicio, para templar los nervios, y defendieron en su mejor nivel (una barricada infranqueable) cuando los porcentajes bajaron (17-25 en el segundo cuarto, 8/25 en tiros los Bucks). Resultó que su corazón no se había roto en el quinto partido, así que a estas alturas es legítimo plantearse si lo hará en algún momento o si estas batallas son, en realidad, el camino hacia fiesta mayor en junio, en Boston. Los Bucks, por su parte, echaron mucho de menos a Middleton y su jerarquía quirúrgica, sus tiros de media distancia, sus puntos tras bote. Sin el escolta, necesitan jugar mucho mejor de lo que jugaron, Giannis al margen. Necesitan que les salga todo bien y estuvieron muy lejos de eso. Ahora bien, han ganado dos de los tres partidos de la serie en el Garden, robaron el quinto después de caer en su casa en el cuarto y llegan, otra vez con una piel de cordero que apenas esconde al lobo que se agita debajo de ella, a un séptimo en el que lo tendrán todo en contra… pero en el que Giannis Antetokounmpo estará en su bando. Y eso, ya se sabe, es garantía de que todo puede pasar.