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La resurrección de Willy

El mayor de los Hernangómez completa su sexta temporada en la NBA con su tope de anotación, aunque fuera de la rotación en los playoffs. Los Pelicans cuentan con él.

El mayor de los Hernangómez completa su sexta temporada en la NBA con su tope de anotación, pero fuera de la rotación en los playoffs. Las conclusiones, dispares.
Jonathan BachmanGetty Images

Los Pelicans se van de vacaciones y con ellos Willy Hernangómez. El pívot español finaliza una temporada como la de su equipo, positiva y loable, que abre un nuevo panorama en la competencia que pueden suponer en una Conferencia Oeste siempre dura. El conjunto dirigido por Willie Green empezó la temporada de forma paupérrima: con Zion Williamson lesionado (no ha jugado en toda la temporada) y 1-12, colista del Oeste y de la NBA. En lo que restó de curso, el balance fue de 35-34 y los Pelicans accedieron a la novena plaza de su Conferencia, a 6 victorias de unos Clippers a los que acabaron ganando en el play-in tras superar a los Spurs, accediendo así a playoffs, algo que como franquicia no hacían desde 2018. En definitiva: conclusiones positivas.

La llegada de CJ McCollum en el mercado de febrero demostró que los Pelicans querían competir. La entidad decidió que era hora de dejar a un lado el posible tanking y su eterna reconstrucción, dejaron de esperar a un Zion que se ha pasado más tiempo sin jugar que jugando desde que llegó a la NBA (en 2019) y fueron hacia el play-in, un sistema que da segundas oportunidades. Y lo consiguieron, gracias al buen hacer de los jugadores, a las buenas decisiones en el banquillo de Willie Green y a los errores y horrores de los Lakers, que no pudieron alcanzar ni siquiera el décimo puesto, que finalmente ocuparon los Spurs. Al final, playoffs y dos victorias ante los Suns, además de luchar el sexto partido hasta la extenuación y de tener posibilidades reales de forzar un séptimo en el que hubiera pasado vete tú a saber qué con toda la presión sobre los de Phoenix. Otra vez, conclusiones positivas.

Y, en consonancia con su equipo, Willy ha tenido también una temporada fantástica. Probablemente, la mejor que ha tenido en la NBA. El pívot firmó un contrato antes de la temporada que le aseguraba tres años en la mejor Liga del mundo, algo que quería tanto él como su entorno. Y ha respondido con buenos minutos cada vez que el intocable Jonas Valanciunas ha estado lesionado (durante 8 partidos, con promedios de 17,8 puntos y 11,4 rebotes en los 74 encuentros restantes) y sumando también desde el banquillo. Sus problemas defensivos le han impedido tener algo de protagonismo en unos playoffs en los que sí ha debutado (2 puntos y 2 rebotes en el cuarto partido) y en ciertos momentos de la temporada, pero ha sido un hombre de banquillo sólido que ha encadenado buenas actuaciones con, en contraste, desapariciones de la rotación.

A pesar de eso último, Willy ha disputado 50 partidos, 8 de ellos de titular. Y ha promediado 9,1 puntos (el máximo de su carrera), 6,8 rebotes (2,9 ofensivos, también tope de su carrera) y 1,3 asistencias en casi 17 minutos de juego. El español ha sumado hasta 24 partidos de más de 10 puntos y uno de más de 20, los 29 que consiguió ante, ojo, Joel Embiid. Una cifra que supone, además, el máximo de su carrera. Además, el español ha conseguido 9 dobles-dobles, ha demostrado una gran efectividad en pocos minutos, un gran acierto cerca de la canasta (ha lanzado con un 52% en tiros de campo) y un instinto reboteador magistral, especialmente en ataque, donde se ha convertido en un auténtico filón capaz de atrapar cada fallo de sus compañeros y convertir así la jugada en una segunda oportunidad. Un gran año para un Willy que piensa ya en el Eurobasket con España (el próximo 1 de septiembre) y que tiene asegurado un futuro en el que, si mejora en defensa, puede encontrar un hueco definitivo en la NBA. En ello está.