LOS ANGELES LAKERS

Magic se harta de Davis: "Quizá debería estar en otro sitio"

La leyenda de los Lakers, Magic Johnson, ha explotado contra su equipo, que se irá de vacaciones a partir del 11 de abril. Davis y LeBron, sus objetivos.

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La leyenda de los Lakers, Magic Johnson, ha explotado contra su equipo, que se irá de vacaciones a partir del 11 de abril. Davis y LeBron, sus objetivos.
Tim Nwachukwu Getty Images

La temporada de los Lakers ha llegado a su fin. Lo hará oficialmente el próximo 11 de abril ante los Nuggets, cuando concluya la regular season y acabe una tortura que ya solo será tal, tras una nueva derrota (esta vez ante los Suns) la victoria de los Spurs y la eliminación matemática también del play-in. Y ha sido así por muchos motivos: juego, sensaciones, el récord de 31-48 (que puede acabar siendo de 31-51), la imposibilidad de ganar más de dos partidos seguidos desde el 7 de enero y las siete derrotas consecutivas que arrastran. Hay que remontarse a esos últimos años de Kobe Bryant y el debut como entrenador de Luke Walton para ver récords por debajo de las 35 victorias, que son ya una menos del tope que los angelinos pueden ganar este curso. Uno histórico desde el punto de vista negativo ya que nunca jamás, un superequipo propiamente dicho ha tenido un fracaso semejante.

Los Lakers de 2004, un equipo de estrellas clásico cuya temporada acabó en fracaso, es radicalmente distinto al de los Lakers de este año. E incluso llegó a las Finales de la NBA con muchos baches y meses tumultuosos. Ahí es ddnde se quedaron, en una temporada que finalizó para ellos un 15 de junio. Más de dos meses más tarde de lo que va a finalizar esta, en un verano que será de reflexión, en el que saldrá Frank Vogel, se intentará hacer magia para que salga Russell Westbrook y Rob Pelinka tendrá que hacer algo lo suficientemente correcto como para que su trabajo no siga en medio de un cuestionamiento constante.

Los ánimos están caldeados. Y si Kareem Abdul Jabbar cargaba en las últimas horas contra LeBron James (por motivos más ajenos a lo meramente deportivo) ha sido su inseparable compañero en los 80, con el que conquistó 5 anillos, el que ha emergido para cargar contra el equipo, su equipo. Magic ha sido muy claro y ha cargado directamente contra LeBron, pero también contra Anthony Davis. "Quizá debería estar en otro sitio", ha dicho sobre la estrella angelina, que disputará menos de 40 partidos esta temporada y está inmersa en una espiral de constantes lesiones que le han impedido tener ninguna continuidad y han perjudicado al equipo de un Frank Vogel al que le quedan, como quién dice, dos telediarios.

Y no se ha quedado ahí la cosa. En declaracipones recogidas por el portal COMPLEX, Magic ha señalado a LeBron por su insistencia el último verano. La estrella quería a Russell Westbrook con los Lakers, una idea que ha acabado condenando al equipo. Magic ha asegurado que se debería haber ido a por DeMar DeRozan, un jugador que ha cuajado una temporada excelcional (en torno a 28 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias de promedio). Una propuesta hecha a través de una racionalización a posteriori y que es, claro, completamente ventajista. Al fin y al cabo, gente como Alex Caruso y compañía tuvo que salir para que llegara Westbrook y si los Lakers hubieran firmado a DeRozan, algún contrato tendrían que haber movido para tener suficiente espacio salarial.

Así están las cosas en los Lakers. Un equipo a la deriva, estructuralmente roto, con la vista puesta en lo que hará LeBron (una estrella que el curso que viene disputará su 20ª temporada en la NBA) en 2023, sin dirección en los despachos y todavía sin entrenador para el futuro, aunque Quin Snyder suena con fuerza y Doc Rivers con peligrosa timidez. La historia de la temporada es negativa, no deja a nadie vivo y deja tras de sí una de las mayores hecatombes de siempre. Los cadáveres se sucederán en los próximos días, habrá un sinfín de personas que quieran dar su opinión del épico desastre y el futuro, de momento, está empapado de incertidumbre. Las consecuencias de la masacre no deberían sorprender a nadie. Es lo que toca ahora, claro. No queda otra.