NBA | LAKERS 104 - MAVERICKS 109

La mejora de los Lakers ante los Mavericks tampoco es suficiente

Un espectacular tercer cuarto puso a los Lakers a pelear directamente con los Mavs. En los últimos minutos Luka Doncic decidió ante LeBron James.

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Los Lakers recuperaron parte del terreno que perdieron con afición, sensaciones y opinón pública en el desastre firmado ante los Pelicans. Recibir a los Mavericks tampoco era plato de buen gusto, y durante la primera mitad sufrieron de todos los males que se les aparecen esta temporada, pero remontaron y pudieron al menos pelear el encuentro. Pero Doncic decidió. El arranque de furia de los angelinos en el tercer cuarto les colocó por delante en el marcador cuando al descanso se habían ido 56-71, todo un logro que el Crypto Arena supo ver. Fue en esos finales de partido que tan poco caen de su lado este año, tampoco éste, en los que el trabajo se va por el desagüe. La calidad de Luka, llevándose a LeBron a su terreno y tendiéndole trampas como si el veterano fuese el esloveno, marcó la franja decisiva de la velada, que se llevó Dallas: 104-109. 

Los Ángeles comienza a mirar hacia abajo en la clasificación porque se puede quedar incluso sin play-in, la ronda previa a los playoffs. Son novenos, pero tienen a dos victorias a Pelicans y Blazers. La amenaza está, sobre todo, en los de Nueva Orleans, ante los que perdieron con estrépito el domingo. Tres derrotas seguidas para los Lakers y seis de las últimas siete posibles echan a temblar a cualquiera.

Los Lakers probaron a empezar con LeBron James de pívot, un golpe de timón de Vogel ante la salida de Jordan y la baja de Davis. Funcionó de forma relativa. Era la 30ª alineación titular distinta del técnico principal esta temporada, la segunda marca más alta en el torneo por detrás de los disfuncionales Nets de Nash. El genio de Akron, autor de 26 puntos como máximo encestador de su equipo, ya ha jugado en ese puesto varias veces en su carrera aunque aquí le tocó hacer de todo, la posición era un tanto ficticia, y tuvo sus minutos de absoluto desmadre mental ante lo mal que les estaban saliendo de nuevo las cosas. Cuando, bajo su mando, empezaron a sacar la cabeza y a hacer daño al rival llegó Doncic, también líder anotador con 25 tantos, para rebajar la alegría californiana y aplicar pomada en la herida de James. El intercambio en el que ambos se metieron durante los últimos minutos se lo llevó el europeo con holgura y fue razón para que los Mavs se fueran sonriendo del pabellón.

La concentración de los locales a la hora de defender a Doncic duró exactamente dos minutos, los que tardó el ex del Madrid en irse a la calle central rompiendo a Reaves y Johnson para completar un 2+1. En ritmo también estaban bien los texanos, dependientes de Luka pero con acierto en el tiro de tres nada más llegar corriendo o directamente a la carrera, como la colgada a Kleber que despertó las primeras dudas en los Lakers. El que se veía que iba en serio era Doncic y es obligado poner el foco en una secuencia concreta: una penetración en la que buscaba la bandeja y, chocando con Westbrook, se pegó un costalazo por el que no pudo bajar a defender y se quejó ostensiblemente a los árbitros pidiendo falta; en la siguiente posesión se fue con furia al aro siguiendo el tiro de un compañero y clavó un rebote-mate gritando a los cuatro vientos que a él hay que respetarle. Ahí los Lakers se tiraron sin anotar cinco minutos entre cuarto y cuarto, racha rota por un inesperado Bazemore, y comenzaron a sufrir de verdad.

La intensidad y la colocación en la cancha eran todo lo contrario a lo que demanda un entrenador como Frank Vogel, parece que son títeres en manos de otro artista que no es él. Los Mavs atropellaron con saña al contrario. Dinwiddie actuó bien en ausencia de Doncic, Brunson metió los tiros y casi se deja el pie en un pisotón de Johnson, Kleber desquiciaba a todo el equipo de enfrente, Green era útil en los dos lados, Powell llevaba por bandera la energía de su apellido, etc. El ejemplo más claro era que no paraban de sumar 2+1, fueron hasta tres en unos pocos minutos, lo que habla de la dificultad de los Lakers para parar esas ofensivas. La intensidad subía, también el pique de unos Lakers fuera de punto. Estaban rozando los veinte desventaja y les llegó otro aluvión llamado Dorian Finney-Smith: tres triples en tres minutos antes del descanso, uno de ellos aprovechando que LeBron James se quedó protestando una falta, para incrementar la ira.

Sabían que tenían que hacer algo y lo hicieron. Con fuerza, pero también con cabeza. Los Lakers empezaron a mover el balón de forma que tuvieran mejores posiciones de lanzamiento. Stanley Johnson no se acobardó y pudo enlazar dos triples. Para LeBron James fueron tres, uno de ellos desde el logo central, para quitarse culpa de los hombros. El último tiro del monstruo supuso el 78-78. Habían empatado en medio cuarto cuando estaban más que rotos. Es incontestable el mérito. Supieron, además, mantenerlo, poniéndose por encima y haciendo crecer a hombres como Westbrook o Carmelo, capitales para ellos.

Una técnica al impetuoso Kleber abrió seis puntos de distancia cuando quedaban siete minutos para el final. Los Lakers estaban donde querían tras haberse sonrojado de nuevo en una mala primera parte. Pero se juega hasta el final. Doncic tenía una bala más. Unas cuentas de ellas, mejor dicho. De ahí hasta que se resolvió todo el parcial fue de 2-15. LeBron cambió de asignación defensiva según veía que Doncic cogía el mando del encuentro, se emparejó con él y no ganó. A LeBron el aro le escupía el balón en sus tiros tras ser punteado por Doncic y a éste le salían bien todas las estrategias para ganar un poco de espacio y lanzar. ¿Punto de inflexión? Una penetración de Luka por la izquierda en la que aprovechó el peso de James para desequilibrarse hacia atrás y tirar a una pierna. Ahí se vio que este partido se iba para Dallas y que Doncic sería el que iba a dar el carpetazo. Y así se dio.