Joel Embiid pisotea a los Celtics
Exhibición del camerunés, en modo MVP, en ataque y sobre todo en defensa en el aplastamiento absoluto de unos Celtics muy frágiles: parcial de 28-2 en el primer cuarto y partido resuelto.
Mientras esperan a ver qué pasa con Ben Simmons en las próximas tres semanas y pico (el mercado se cierra el 10 de febrero), los Sixers volvieron a demostrar que no están lejos de ser una amenaza seria en el Este. Que están a un buen movimiento de Daryl Morey, que veremos si lo ejecuta ahora… o el próximo verano. Mientras, el equipo de Doc Rivers sigue en su mejor momento de la temporada. Después de una racha de siete victorias seguidas rota por la derrota contra los Hornets, se recompuso en un partido contra los Celtics que tuvo mucha menos historia que lo que parece indicar el 111-99 final. Fue una paliza, una victoria que nunca estuvo en cuestión, una demostración de que el plan A de los Sixers (24-17 ahora, al acecho del top 4) es viable contra muchos rivales, casi todos en el Este salvo la elite (Bucks, Nets...); y de que los Celtics siguen sin asomar de verdad. Se mueven en unos bandazos que tienen que ver con el calendario, con el estado de forma de los rivales, con su propia basculación entre noches buenas y malas… pero otra vez asomaron sus defectos contra un enemigo potente. Suele pasarles y es un 21-22. En negativo, fuera del play in todavía a pesar de que llegaban a Philadellphia con tres victorias seguidas.
Salieron escaldados. En su anterior partido, contra Indiana Pacers (rival menor), los Jays dominaron y Dennis Schröder acompañó. Contra los Sixers (mucho más toro), el base se quedó en un punto y Tatum y Brown combinaron 12 pérdidas, 10 en una terrible primera parte que dejó el partido ventilado (55-35). En realidad había bastado un primer cuarto (32-14) que fue una destrucción absoluta que incluyó un parcial de 18-0 y uno total de 28-2. Como suena: de 4-10 en cuatro minutos a 32-12 antes de la canasta final de Payton Pritchard. Tremendo. No hubo mucho más que contar. Los Celtics nunca se reengancharon de verdad y Udoka tiró la toalla con casi todo el último cuarto por jugar y el marcador en 89-72. Por aquello de que mañana será otro día que no deja de ser muy cierto, lliteral en este caso: hoy los Celtics juegan esta noche contra unos Bulls que llegan heridos. después de ser aplastados por Nets y Warriors. Y que se han quedado sin Zach LaVine.
Joel Embiid necesitaba llegar a 30 puntos para tener la mejor racha de la historia de los Sixers Pero no necesitó exprimirse para ponerse ahí y se quedó en ocho, los mismos que Allen Iverson y Wilt Chamberlain. Si hubiera hecho falta, los habría metido. El camerunés acabó con 25, 13 rebotes, 6 asistencias y, más allá de eso, una descomunal exhibición defensiva, el maestro de ceremonias de una línea ultra agresiva que absorbió todas las virtudes de unos Celtics perdidos. Con Embiid dentro y Matisse Thybulle (5 robos) desarticulando el juego de pick and roll del rival por fuera, los Sixers succionaron a los Celtics, incapaces de anotar o de conservar las posesiones en el primer tiempo. Como además estuvieron muy bien Seth Curry (17 puntos, 5/9 en triples) y Tyrese Maxey (23 y 5/7) y acompañó Tobias Harris (17+9), la paliza estaba servida. El rival más odiado en Philly salió abrasado, absolutamente demolido del gran clásico del Este.
Tatum (20 puntos, 7 pérdidas) y Brown (21 en 18 tiros, 5 pérdidas por una asistencia) produjeron con sensaciones de peso ligero que iba zarandeado de lado a lado del ring por el rey de los pesos pesados, un Joel Embiid que lleva semanas en nivel de MVP y que solo necesita que Morey saqué algo bueno de ese agujero negro en el que se ha convertido el caso Ben Simmons para ir a por todas en el Este. Pero claro, ese solo es en realidad un factor gigantesco, una ecuación muy difícil que resolver para un equipo que, pese a todo, marcha firme y es, desde luego, más compacto y fuerte que unos Celtics que van a golpes de viento, de aquí para allá.