Los Bulls pagan los platos rotos
Sin Draymond Green ni Klay Thompson, los Warriors arrasan Chicago un día después de ser aplastados por los Bucks. Con un Stephen Curry terrenal, brillan Wiggins, Poole y Kuminga.
Esta no era la idea que tenía Chicago Bulls cuando encaró como líder del Este dos partidos en casa contra, nada menos, Brooklyn Nets y Golden State Warriors. En plena marea roja, con la NBA convenciéndose de que los Bulls están aquí de nuevo, la cosa no ha salido precisamente bien: del 112-138 contra los Nets al 96-138, todavía peor, contra los Warriors. Dos partidos en los que se han llevado 138 puntos en cada uno, dos derrotas por 68 puntos totales. Seguidas y en casa. Algo que nunca le había pasado a un líder de Conferencia en este sistema de organización. Eso sí, en 27-13, los Bulls siguen al frente del Este pese a tres derrotas en cuatro partidos. Pero el peligro asoma: Nets y Heat están a un partido y medio, Bucks a 2.
Y hubo todavía más malas noticias: Zach LaVine hizo una falta intencionada a 8:28 del final del primer cuarto porque tenía mucho dolor en la rodilla izquierda, la que se lesionó de gravedad en 2017, con los Wolves. La atmósfera empezó a tornarse ominosa y el escolta queda pendiente de resonancia, pero las primeras noticias parecían descartar una lesión grave. Con el susto en el cuerpo, los Bulls perdieron 28-37 el primer cuarto… y 19-41 el segundo, una escabechina. El partido se había acabado al descanso: 47-78. Desde luego, un puñetazo en la mesa de los Warriors, que una noche antes habían sido sacados de la pista por los Bucks. Del 77-38 en contra en Milwaukee a este 47-78 en Chicago. Es decir, en 24 horas pasaron de perder por 39 a ganar por 31 en el ecuador, un vuelco de 70 puntos que es insólito, nunca visto, desde que existe el reloj de tiro (1954-55).
Los Bulls se quedaron sin LaVine y están siendo azotados por las bajas, pero la sensación de que su defensa es muy liviana, sobre todo por dentro, cuando asoman los mejores equipos de la Liga se reforzó en una primera parte en la que ni siquiera hizo falta una versión estelar de Stephen Curry, que acabó el partido con 19 puntos y 2 asistencias, 4/10 en triples y 7/15 total en tiros. La peor racha de su carrera sigue abierta: nueve noches seguidas ya por debajo del 50%. Los Warriors venían en back to back y sin Klay Thompson (había jugado en Milwaukee) y Draymond Green, que sigue con problemas musculares. Era una buena ocasión para unos Bulls… borrados del mapa.
Al descanso, el recital de los Warriors se había basado en una defensa intensa y activa y un ataque liderado por Andrew Wiggins (20 de sus 21 puntos), Jordan Poole (15 de 22 totales) y el rookie Jonathan Kuminga, a su mejor nivel de toda la temporada: mucha energía y 12 puntos antes del descanso (25 con un 10/12 en tiros en total). Los Bulls no opusieron resistencia y se plegaron con estrépito. DeMar DeRozan solo tiró 10 veces a canasta (17 puntos, 7 asistencias) y Vucevic acabó con 19 puntos, 14 rebotes y 5 asistencias pero apenas pudo achicar agua en las zonas. Los Warriors repartieron 39 asistencias por las 26 de los Bulls, perdieron la mitad de bolas (14-7), tiraron mejor…. No hubo historia. Alivio para los visitantes y angustia para los locales, que ahora quedan pendientes, con los dedos cruzados, de la rodilla de Zach LaVine.