Las calamidades de los Lakers
Con Davis lesionado, acechados por el coronavirus y sin pívots, los Lakers entran en un periodo de incertidumbre que puede marcar la temporada.
Temporada difícil en Los Ángeles. El anillo de 2020 ha quedado atrás y los problemas ya van mucho más de una plantilla envejecida. Cuando los angelinos sumaron tres victorias consecutivas por primera vez en todo el curso, las cosas se complicaron: lesión de Anthony Davis y reaparición del coronavirus. Lo primero no es nuevo, ya que estamos hablando con un hombre muy vulnerable físicamente, pero mermará el juego interior de la plantilla durante varias semanas. Lo segundo, ha pasado de ser un problema nimio hace un mes a explotar de forma extraordinaria en los últimos días, con un centenar de jugadores de la NBA metidos en los protocolos de salud y seguridad, una expresión que está siendo el pan de cada día en las últimas fechas. De repente, las cosas están como hace casi un año, la competición no reacciona pensando en la lucrativa jornada de Navidad y no se pueden sacar conclusiones de partidos en los que hay una cantidad ingente de bajas.
Los Lakers tienen, de momento (hay que recalcar ese de momento), a Russell Westbrook, Talen Horton-Tucker, Dwight Howard y Malik Monk fuera de juego por coronavirus; además de a Anthony Davis con una lesión de rodilla. El juego interior ha desaparecido para ellos: ni Howard ni Davis están disponibles y DeAndre Jordan está muy lejos de ser un jugador fiable. Queda por ahí Jay Huff, un two way contract que utiliza para jugar también en la G League con los South Bay Lakers. Mide 2,16 y tiene 24 años, pero poco más se sabe de él y no parece que vaya a ser la solución, aunque Frank Vogel se verá obligado a tirar de su físico para que la situación se sostenga de alguna manera y rellenar así una posición en la que ahora mismo no hay nada ni nadie.
El propio Vogel ha sido cuestionado durante estos meses, pero Jeannie Buss ya dijo que hasta que todos los jugadores estuvieran disponibles no iba a tomar ninguna decisión precipitada. Eso sí, eso ahora mismo, entre lesiones y coronavirus, parece una quimera. Trevor Ariza y Kendrick Nunn ni siquiera han debutado, ya faltaba un pívot en una plantilla que prácticamente se ha quedado sin ninguno y la situación está tornando en desastre. Y ya no por deméritos de los Lakers, que han asentado la defensa y han contado con la mejor versión de LeBron en los últimos encuentros. Y también con una muy buena de Westbrook, que hace tiempo que dejó de ser el problema y estaba en un momento fantástico antes de ingresar en cuarentena. Ahora, la catástrofe se escapa de su control y son todo calamidades que resienten al grupo en lo psicológico y deja a la entidad, desde la directiva hasta el último jugador, atados de pies y manos.
De mal en peor
Ahora, los Lakers cuentan con un resucitado Isaiah Thomas y juegan contra los diezmados Bulls (si es que no hay más cancelaciones) antes de poner rumbo a Los Ángeles para jugar tres partidos consecutivos como locales. Y ahora, que da igual cuál sea el rival, la clave será la resiliencia y la capacidad de la directiva para completar la plantilla con contratos de 10 días y algún que otro reajuste. Ya no importa el mercado, importa la salud: han informado de que Davis estará fuera un mes, cuatro semanas, que son 13 partidos. Pero su rodilla está resentida y la media de recuperación de esas dolencias es de seis semanas, lo que equivaldría a 22 encuentros fuera de juego y sin que haya interiores en la rotación.
Y Davis, que ya estaba jugando bastante regular (23,3 puntos de promedio, muy lejos de su mejor nivel y muy mermado en lo que se refiere a las cualidades básicas que le convirtieron en un elemento clave del anillo de 2022), no es el único problema. Habrá que ver cuántos jugadores más entran en los protocolos de salud y seguridad y cuáles son las restricciones que la NBA pone más allá de hacer más pruebas durante las fiestas navideñas. Como la situación siga así, Adam Silver se va a ver obligado a tomar decisiones más drásticas y a, quién sabe, parar durante algún tiempo la competición una vez salvada la jornada de Navidad. De momento, todo son hipótesis mientras la pandemia sigue su curso y prácticamente la totalidad de los equipos de la competición se ven perjudicados por la misma.
Los Lakers van sextos de la Conferencia Oeste, tienen un récord de 16-14 y van con luces y sombras, en consonancia con el resto de una Liga en la que casi nadie estaba jugando especialmente bien. Eso sí, tampoco los Lakers lo tenían todo perdido: son el octavo mejor ataque, además de ocupar el sexto puesto de la competición en rebotes, el undécimo en asistencias, el sexto en robos y el cuarto en tapones. Ahora, la pandemia azota fuerte al equipo de Frank Vogel, al que también le han venido a ver las lesiones. Y una cosa es obvia: no es lo mismo que todo esto, si vuelve luego a una situación normal, afecte a un equipo joven y vigoroso que a los Lakers. La edad puede ser un factor clave, LeBron ya sufrió con el calendario condensado del curso pasado y la plantilla tiene a muchos jugadores veteranos. De momento, y sin noticias de Adam Silver, los Lakers tienen problemas. Y sin Davis y con coronavirus, quizá le toque a LeBron hacer de héroe mientras no caiga presa ni de las lesiones ni de la pandemia. No sería la primera vez que lo hace. Algún rayo de esperanza tendrá que haber entre tanta camalidad. Es casi una cuestión de estadística.