Los Blazers están malditos
Ni jugando un partido digno, los Blazers se llevan la victoria. Chris Paul forzó la prórroga y allí sentenciaron los Suns. Lillard y Billups, desesperados.
No hay manera con los Blazers. El equipo de Chauncey Billups se ha sumido en una crisis estructural desde la salida de Terry Stotts y no encuentra la forma de levantar cabeza. Ni jugando mal (horrible, de hecho), la tónica general de toda la temporada, ni haciendo un partido medianamente digno ante uno de los cocos de la competición norteamericana, los Suns. Por una vez, Portland se asemejó a un buen equipo de baloncesto, algo que no pasaba desde hacía mucho tiempo. Pero cada vez es más obvio que el adiós de Stotts ha supuesto también el adiós a un proyecto que, si bien tenía un techo muy bajo en playoffs, llegaba a la fase final una temporada tras otra. Hay equipos que valen para eso y, simplemente, no les da para más. Pero los movimientos de los últimos años, el mal nivel de Damian Lillard y la incapacidad del nuevo entrenador, además de desmanes constantes en la directiva, están causando estragos en la franquicia.
La desesperación de Billups en los últimos minutos de la prórroga demostró en qué punto están los Blazers. El técnico pidió revisión por una última falta sobre Cameron Payne que los árbitros nunca iban a conceder en sentido contrario, algo bastante llamativo. Lillard fue la otra cara: la apatía y la resignación. 0 de 3 en la prórroga para el base, que falló tiros que otrora entraban, además de un fallo en un tiro libre clave precisamente antes de la acción de Payne. 31 puntos y 10 asistencias para el playmaker, horrible en el tiro (11 de 31, con 5 de 16 en triples) e incapaz de frenar a un Chris Paul superlativo: 24 puntos, 8 rebotes, 14 asistencias y 3 robos para el legendario jugador, para el que no pasa la edad (va camino de los 37 años) y que lidera la Liga en asistencias. En Oregón, forzó la prórroga con un tiro en suspensión a 8 segundos para el final. En la última jugada, Lillard perdió un balón que le robó DeAndre Ayton. Parece que los Blazers están malditos.
Los fallos del equipo local no fueron, ni mucho menos, bochornosos. Es como si el balón no quisiera entrar: corbatas constantes con la canasta sin suerte en jugadas bien ejecutadas (no todas, pero sí algunas) y tiros liberados. Jusuf Nurkic sigue con su mejoría y se fue a 17 puntos (7 de 11 en tiros de campo), 13 rebotes y 5 asistencias. Norman Powell consiguió 23 tantos. C.J. McCollum volvió a ser baja. Y, como si se sumara a una conglomeración de ironía y sarcasmo, el público, más conectado que en otras ocasiones, gritaba eso de "defense, defense" en la prórroga para aregnar a la que sigue siendo una de las peores defensa de la NBA. Hoy, eso sí, han dejado en 111 puntos a sus rivales en un partido con prórroga, una cifra que no está mal del todo. Pero si metes menos, claro, eso no sirve para nada.
Ayton acompañó a Paul en el juego de los Suns: 28 puntos y 11 rebotes. Además, 11 de Jae Crawder (del que Lillard se quejó en ese tiro libre fallado por unas supuestas palabras dirigidas a su persona), 12 de Cameron Johnson y 8 de un Mikal Bridges que sigue demostrando grandes actitudes defensivas y provocó algunos de loss errores de Lillard igual que en su día secó a un Stephen Curry que ha sido el protagonista de la noche. En definitiva, los Suns siguen al alza (22-5, a media victoria del primer puesto de los Warriors) y los Blazers se ven superados, ojo a esto, por los Kings. Tienen el mismo récord que ellos (11-17), pero peores sensaciones y un lío tremendo a nivel interno que no parece tener ninguna solución a no ser que den un golpe sobre la mesa en el mercado y muevan los 30, 33 y 35 millones que McCollum (sería el movimiento más obvio) tiene que percibir durante esta temporada y las dos siguientes. Una firma que supuso un movimiento arriesgado y una decisión que ahora cuesta mucho enmendar. Los Blazers no levantan cabeza. Billups se desespera. Lillard no da muestras de mejora. Y el equipo no gana ni cuando se lo merece. En otras palabras: un desastre.