Exum sigue siendo un misterio
El base australiano llega al Barça después de ser cortado por los Rockets, con los que no llegó a debutar. Fue número 5 del draft en 2014 y jugó a buen nivel en el Juegos Olímpicos de Tokio.
Dante Exum (1,96, 97 kilos), que jugará en el Barcelona, podría haber sido una estrella de la NBA. De hecho, parecía llamado a serlo, y se puede argumentar que, con 26 años, todo es posible todavía. Pero ese tren, el del estrellato en Estados Unidos, partió para un Exum que sí puede, sin embargo, aspirar a volver a la NBA y hacer otro tramo de carrera allí. Uno más afortunado. El 16 de octubre fue cortado por Houston Rockets, el final oficial (por ahora) de su trayectoria en la gran Liga, donde llegó como un misterio maravilloso... y muy preciado. Fue número 5 del draft de 2014. Lo eligieron los Jazz, que acababan de ganar 25 partidos y necesitaban buenas noticias. Lo que creyeron draftear con Exum es lo que, en cuanto a ilusión y liderazgo competitivo, eligieron tres años después con Donovan Mitchell. En 2014 iba a debutar en el banquillo Quin Snyder y en aquel primer equipo de Exum había un bloque que no llegó a ser lo que se esperaba (Gordon Hayward, Alec Burks, Derrick Favorts) y el embrión (Rudy Gobert, Joe Ingles) del que estaba por venir. Y en el que tampoco encajó Exum.
Mucha parte de culpa la tuvieron las lesiones. Después de un año rookie en el que notó la bisoñez de manera estruendosa (debutó en la NBA con 19 años y 108 días) se perdió su segundo curso al completo por una lesión de ligamento cruzado que sufrió en el verano de 2015, con Australia. Después, en los siguientes años, solo flashes. Por ejemplo, su defensa a James Harden en los playoffs 2018, cuando irrumpió tras la lesión muscular de Ricky Rubio (4-1 para los Rockets en semifinales del Oeste). Flashes salpicados de más problemas: el hombro, los tobillos, otra vez una rodilla, finalmente una lesión muscular fea que le dejó en solo seis partidos la temporada pasada. En total, 245 en la NBA. 215 con los Jazz, 30 con los Cavaliers. Y unas medias de 5,7 puntos y 2,1 asistencias. En el verano de 2018, después de aquel prometedor pico de los playoffs, los Jazz apostaron por él (unos 30 millones por tres años). En diciembre de 2019 fue traspasado a los Cavs en la operación que mandó a los Jazz a Jordan Clarkson (vigente Mejor Sexto Hombre). En enero de 2021, los Cavs se colaron en la operación James Harden para llevarse a Jarrett Allen. Exum acabó, en ese trance de megaoperación de cuatro equipos, en Houston Rockets, donde llegó lesionado y de donde se fue sin debutar.
El inicio de un nuevo camino
¿Es el fin en la NBA para Exum? Nadie puede saberlo. Es, eso sí, el fin de una etapa que no fue lo que tendría que haber sido y que pudo haber tenido un último capítulo, acabó no siendo así, gracias a su buen despliegue en los Juegos Olímpicos de Tokio. De allí salió con medalla de bronce y excelentes sensaciones. Con confianza, velocidad y explosividad, anotó 14 puntos en semifinales contra Estados Unidos y, sobre todo, dinamitó a Eslovenia en el partido por el bronce. Como escudero de Patty Mills, apareció como un tornado en el parcial de 20-8 que decidió la última medalla. Anotó o asistió en 13 de esos 20 puntos de su equipo: un mate, un par de triples y una defensa excelente, apoyado en Matisse Thybulle (el pulpo de los Sixers) para amargar a un agotado Luka Doncic.
Pero la nueva oportunidad NBA no llegó para un jugador que escribió su exótica leyenda predraft en lejanos veranos con las categorías inferiores de Australia: en el Mundial Sub-17 de 2012, en Lituania, promedió 17,7 puntos, llevó a su equipo a la final y entró en el Mejor Quinteto junto a Justise Winslow, Jahlil Okafor, Mario Hezonja y Gabriel Deck. Un año después, en el Sub-19 de Praga, arrancó despacio por problemas de tobillo y acabó como un huracán en los cruces: le metió 33 puntos en cuartos a la impotente España de Willy Hernangómez, Alberto Díaz y Darío Brizuela y sumó después, en dos derrotas finales, 21 puntos contra Serbia y 28 con 5 asistencias contra Lituania. Australia acabó cuarta y Exum entró en el Mejor Quinteto de nuevo, esta vez con Aaron Gordon, Jahlil Okafor, Dario Saric y Vasilije Micic.
En el primero de estos torneos, un punto claro de inflexión en su camino, gustó mucho a Rich Sheubrooks, que trabajaba para los Jazz y organizaba el Nike Hoops Summit, la cita que reunía en Portland a las estrellas de instituto estadounidenses con los mejores jóvenes del resto del planeta. Allí se apilaban los ojeadores de la NBA y allí estaban Andrew Wiggins, Joel Embiid, Julius Randle, Jabari Parker… Exum llegó con un año menos que todos porque Sheubrooks se lo encontró en el aeropuerto después de aquel Mundial de Lituania y le invitó personalmente. En los entrenamientos del equipo del mundo se empeñó en defender a Andrew Wiggins, el canadiense que apuntaba a estrella generacional (no lo ha sido). En el partido anotó 17 puntos y dejó trazas de lo que ya tenía y, sobre todo, de lo que podía ser: elasticidad y envergaduras tremendas para jugar de base, primer paso fulminante, enorme capacidad para penetrar, instinto defensivo, motor físico e IQ…
Ese partido de jóvenes príncipes, y las apariciones con Australia, lo lanzaron como seguro lottery pick (top 14) y posible top 5 del draft de 2014. Podía presentarse porque cumplía 19 (el 13 de julio) en el año natural del draft, el requisito para jugadores no estadounidenses. Él prefería jugar en College, hacer al menos un año de universidad. Se lo rifaban North Carolina, Indiana y una Kentucky que hasta le propuso fichar en el invierno de 2014, en plena temporada y nada más terminar su etapa de instituto en Australia. Allí había dejado el fútbol australiano, su otra pasión, porque “no era capaz de chutar”. Ese problema no lo tenía en el baloncesto.
De la opción de los Sixers a Utah Jazz
En lugar de en una universidad y en los ultra mediáticos duelos del March Madness, Exum se pasó los meses previos al draft metido en un polideportivo de Anaheim, cerca de Disneyland y donde también entrenaba Kobe Bryant, al que acudió en busca de consejo. Le entrenaba, sin descanso, Rob McClanaghan, preparador que había trabajado con Stephen Curry, Kevin Love, Kevin Durant o Derrick Rose. Exum prefería la universidad, pero las proyecciones disparadas le dejaron sin opción. Todos en su entorno querían verle cuanto antes en la NBA y las franquicias no sabían bien qué hacer con aquel misterioso chiquillo lleno de potencial y con un físico selvático. Cavaliers y Bucks, era un secreto a voces, iban a dar el 1 y el 2 a Andrew Wiggins y Jabari Parker. Exum, a partir de ahí, era una opción muy factible en el 3, propiedad de unos Sixers entrenados por Brett Brown, el técnico de Maine que tenía enormes vínculos con Australia. Finalmente los Sixers eligieron a Joel Embiid, los Magic a Aaron Gordon y los Jazz, en el 5, a Exum.
Exum no llegó a desarrollar un tiro exterior notable, aunque progresó. Su capacidad para madurar como director quedó cuestionada por la falta de continuidad, pero su físico para jugar en penetración y su capacidad para ser disruptivo en defensa son valores que van con él de entrada, en el pack inicial… siempre y cuando no vuelva a fallar el físico. Tiene todavía 26 años y muchos sueños por cumplir después de una dura etapa NBA que no borró el mal sabor de boca que la Liga también había dejado a su padre, estadounidense que acabó jugando en Australia tras ser drafteado por los Nuggets en 1984. Cecil Exum fue elegido con el pick 194, en la ronda 9. Muy lejos del 3 que se había llevado Michael Jordan, con el que había jugado en los Tar Heels de North Carolina que fueron campeones en 1982, con James Worthy como gran estrella.
Su padre, de hecho, le buscó un campus en Estados Unidos donde lamer sus heridas cuando fue cortado por su equipo de instituto a los 15 años. Como la Costa Oeste estaba a 15 horas de viaje y la Oeste a 20, acabó en UCLA, cerca de donde tres años después se recluyó, en Anaheim, para ganar kilos de músculo y eficiencia NBA antes de un draft que, tal vez, le llegó demasiado pronto. Igual fue eso, igual fueron las lesiones, igual fue un poco de todo. Pero el caso es que Exum no llegó a explotar en una NBA de la que ahora sale con destino Barcelona y el objetivo de reencontrarse como jugador. A veces, muchas veces, es cuestión de dar un paso atrás para dar luego pasos, muchos pasos, hacia adelante.