Desastre de Curry: los Suns, 17 seguidas y líderes de la NBA
En uno de los duelos del curso, Phoenix se impuso a los Warriors sin Booker, lesionado en el segundo cuarto. Bridges se come a Curry (4 de 21 en tiros) y los Suns sueñan.
Los Suns ya están aquí. No era un espejismo ni algo pasajero: son el mejor equipo de la NBA. Tras un inicio dubitativo (1-3), totalmente efímero en el tiempo pero que sirvió para que muchos sacaran conclusiones precipitadas, el equipo de Monty Williams ha sumado 17 victorias seguidas para colocarse con 18-3, el mejor récord de la NBA. La victoria ante los Warriors en Arizona deja a ambos equipos con el mismo récord, pero la dinámica ascendente de la franquicia de Phoenix y la sensación constante de inmortalidad que les acompaña, hace que hayan presentado su candidatura de forma definitiva al anillo. Ese que perdieron hace unos meses en las Finales, en una serie aleccionadora en la que el técnico casi rompe a llorar en rueda de prensa, y que causó un gran dolor en un orgullo ahora herido. Uno que tiene sed de venganza y hambre de títulos. Y que busca llevar a la entidad a lo más alto de la mejor Liga del mundo.
Los Jazz llegaron a sumar el año pasado rachas de 11 y 9 victorias consecutivas en una serie de partidos en la que ganaron 20 de 21. Los Suns, un equipo infinitamente mejor (por plantilla, talento, entrenador...), llevan, ya lo hemos dicho, 17. Lejos quedan todavía las 33 de los míticos Lakers de Wilt Chamberlain y Jerry West, que estuvieron imbatidos del 5 de noviembre de 1971 al 7 de enero de 1972. Fue el año en el que Elgin Baylor, tras 8 Finales perdidas, dijo adiós antes de tiempo y se quedó sin un anillo que los Lakers sí le concedieron. El de la redención de West, que por fin ganó tras infinitos desmanes en las Finales y derrotas dolorosas ante los Celtics. El del auge de unos 70 mucho mejores de lo que la gente considera. Y lejos también de las 17 de los Suns están todavía las 28 de los Warriors del 73-9 o las 27 de los Heat de LeBron en la 2012-13. Equipos legendarios con los que nadie compara a los Suns. Por ahora, claro.
Ante los Warriors, los de Monty Williams tiraron de su consabido buen juego, pero también de coraje y pundonor. Devin Booker no saltó a pista tras el descanso tras un problema en el tendón de la corva izquierdo. El resultado en ese momento era de 56-54 para los locales, que cerraron el segundo cuarto con una canasta de DeAndre Ayton a pase de un muy acertado Chris Paul y un tapón de Mikal Bridges (ahora hablaremos de esto) sobre Stephen Curry. Y, a pesar de esa importante baja, los Suns se impusieron. La igualdad se mantuvo en el tercer periodo, pero una serie de buenas decisiones les dio ventaja en los últimos minutos: del 91-92, al 94-104, un sprint motivado por un público entregado y una sensación de superioridad que va de lo espiritual a lo moral. La previsualización, en ocasiones, tiene un gran poder de convicción. Y lo mejor de los Suns no es que sean buenos; es que lo saben. Y, en partidos como éste, eso es esencial. La inmortalidad tiene un precio y los Warriors se ganaron la suya en su particular dinastía. Y, ahora, se han encontrado a un equipo extraordinario enfrente.
La balanza se inclinó por el mal papel de Stephen Curry. O lo bien que le defendió Mikal Bridges, depende de cómo se mire. El alero, capaz de defender casi a cualquier rival, fue el emparejamiento del base, constantemente perseguido por su par. Bridges promedia más de 12 puntos con casi un 40% en triples, pero su mayor virtud es una capacidad defensiva que le puede llevar al All Star, con todo merecimiento, este curso. Curry, por culpa de su esfuerzo, se quedó en 4 de 21 en tiros de campo, 3 de 14 en triples y un -17 con él en pista. En el último cuarto, con Bridges sin dejarle recibir, apenas anotó 1 punto. En total fueron 12, con 3 rebotes y 2 asistencias. Sus promedios de temporada eran, antes de este partido, de 28,6+5,8+6,8. Un desastre entendible (ni siquiera las estrellas pueden jugar siempre bien) que no pudieron resolver Draymond Green (8+11+5), ni Andrew Wiggins (10 tantos), ni Otto Porter Jr. (16+6+3). La mejor noticia fue la de Jordan Poole. que de nuevo emergió como el mejor de los Warriors: 28 puntos, con 9 de 15 en tiros de campo y 6 de 12 en triples. Gran partido el suyo.
Y en los Suns, un poco de todos: DeAndre Ayton, 24+11, castigó con insistencia la zona rival, aunque la batalla del rebote la ganaron los Warriors (51 a 35), que atraparon hasta 15 ofensivos y aguantaron (en parte) gracias a las segundas oportunidades. Jae Crawder se fue a 14 tantos (4 de 9 en triples), Booker anotó 10 antes de su lesión, Cameron Johnson 14, Landry Shamet 9, Cameron Payne 6, JaVale McGee 8 en 8 minutos sin fallo (4 de 4)... Chris Paul fue otra vez el líder con 15 puntos, 6 rebotes, 11 asistencias y 5 robos (6+2+3+1 en el último cuarto) y apenas perdió 2 balones. Y Bridges tuvo un papel testimonial en la estadística (2+2+3). Pero, cualquiera que haya visto el partido, sabe que su esfuerzo defensivo no se redujo a 4 robos y 1 tapón. Fue el principal culpable de la inseguridad de los Warriors con el balón (hasta 22 pérdidas para los de Steve Kerr) y el encargado de frenar a Stephen Curry. Y eso, ya se sabe, es mucho. Duelo de altura que, si todo va bien, se podría ver en playoffs. Y con Klay Thompson. Ahí queda eso.