Carlisle espabila a los Pacers
El equipo de Indiana sale vivo de Salt Lake City tras una exhibición y se lleva un partido que, con tangana incluida, puede ser un punto de inflexión. Brogdon, 30 puntos.
Rick Carlisle es un tipo curioso. Eso sí, en el buen sentido de la palabra. Entre toda la horda de entrenadores que han pasado por la NBA en el siglo XXI, ha sobresalido por su tranquilidad, su amabilidad e incluso, ya más tarde, su alopecia, uno de sus rasgos distintivos. Miembro de los Celtics de Larry Bird que ganaron el anillo en 1986 (el último de la historia de la franquicia), estuvo al lado de la brillante mente del alero cuando éste abandonó la pista y empezó a ejercer como entrenador. Bird, un hombre de palabra, nunca regresó a los Celtics, con los que mantiene una relación mutua de amor a distancia. Se fue a su Indiana natal para aceptar el puesto de entrenador en 1997 y aseguró que solo estaría tres temporadas. Y, en efecto, esas fue las que estuvo.
Bird estuvo muy bien asesorado esos años: Rick Carlisle fue su entrenador ofensivo y Dick Harterel defensivo, y con ellos llegaron especialistas en ambas materias como Dale Davis, Antonio Davis y Derrick McKey. Reggie Miller, ya un veterano, no cesó de desarrollar su potencial y el resultado, un bagaje tremendo como técnico del propio Bird, fue extraordinario: final de Conferencia (derrota por 4-3 ante los Bulls), final de Conferencia (derrota por 4-2 ante los Knicks) y Finales de la NBA (derrota por 4-2 ante los Lakers). Tres años de ensueño que no se volvieron a repetir. No por amagar con volver a experimentar semejantes éxitos. Más bien, por el exilio de Bird a los despachos y su negativa a regresar allá donde tampoco le hacía especial ilusión estar.
Mientras Bird se tomaba un merecido descanso y luego, en 2003, se encargaba de la gestión deportiva de los Pacers, Carlisle empezó a labrarse un nombre. En 2001 fichó por los Pistons, con los que consiguó 50 victorias en cada una de sus dos temporadas y sus primeras finales de Conferencia en 2003, plantando la semilla de ese equipo que luego heredó Larry Brown y que conquistó el título de 2004, llegando a la ronda a la que les lideró Carlisle durante seis años consecutivos. Tras esto, el técnico puso rumbo a, claro, los Pacers de Bird: 61 victorias y otras finales de Conferencia, con derrota ante esos Pistons que había entrenado un curso antes. Tras ello, tres años más, dos en playoffs, y salida de la franquicia, pero con un nombre que siempre estuvo en boca de los directivos y una reputación consolidada.
Ya se sabe cómo siguió la historia: anillo en los Mavericks de Dirk Nowitzki, con los que potenció la importancia de los asistentes (Dwayne Casey, clave en la defensa) igual que hizo Bird con él mismo. Y salida por la puerta de atrás tras 13 años de diligente servicio, el técnico que, junto a Erik Spoelstra, más años llevaba en el mismo equipo después de, claro, Gregg Popovich. Su retorno a Indiana, un sitio con una idiosincrasia de la que forma parte a pesar de ser neoyorquino de nacimiento, hacia presagiar una nueva era que levantara a una entidad que se encontraba en el ostracismo de la competición. Pero las migajas de lo que habían sido los Pacers no son fáciles de recomponer y Carlisle se va a tener que esforzar mucho por cuadrar las piezas y emerger en una Conferencia Este cada vez más competitiva.
El inicio de curso de los Pacers ha estado marcada por derrotas igualadas y un récord de 4-8 que les relegaba a una posición que no es la suya. Pero la victoria ante los Jazz en Salt Lake City puede levantar el ánimo: 30 puntos de Brogdon y 21 de McConnell lideraron la machada visitante, que no contó con demasiada aportación de Domantas Sabonis en ataque (6+7+5). Pero que se impuso al segundo mejor equipo del Oeste (ahora tercero), a los 26 tantos de Donovan Mitchell (con 5 rebotes y 4 asistencias) y al doble-doble, uno más, de un Rudy Gobert más efectista que efectivo. Ambos, por cierto, fueron expulsados a cuatro minutos del final tras una tangana en la que estuvo incluido Myles Turner y en la que se ha incluido a Quin Snyder, entrenador local. Indiana llegó al descanso con una ventaja de 9 puntos (51-60) que luego se dedicó a gestionar, dejando a sus rivales en solo 23 puntos en el último cuarto. Al fin una buena noticia, con una defensa que impulsó una victoria que puede significar, por qué no, un punto de inflexión. Y recordemos: con Rick Carlisle, todo es posible.