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Javi Rodríguez: "En Bilbao había buenos jugadores y va a haber buenos entrenadores"

El exbase ha vuelto a la capital vizcaína, esta vez como segundo para trabajar codo con codo con Salgado como ayudantes de Mumbrú. Confiesa su felicidad en Miribilla, su mejor etapa con Manresa.

AIOLDIARIO AS

Javi Rodríguez, alias el 'Chino', ha tenido una carrera de auténtico nómada. Con siete años sus padres llevaron al chaval a la escuela de baloncesto que había en el pabellón de su pueblo, Porriño. Todos querían ver en él a una perla y el equipo de reclutamiento del Baskonia lo captó cuando tenía 14, adelantándose a otros posibles competidores. Tuvo que hacer las maletas y buscarse la vida en Estados Unidos, en el Trumbull High School y luego en el Boston College. De vuelta a casa. pasó por el TAU y prosiguió su crecimiento en el Gijón de Mocho López y su ayudante Moncho Fernández, con un ascenso inolvidable. Con el tiempo fue evolucionando de jugador físicamente potentísimo, rápido y explosivo a un director de juego muy imaginativo, un base base, vamos. Luego tuvo una doble etapa agridulce en el Breogán, porque llegó a jugar con la Selección, en un Preeuropeo ante Bélgica en Murcia, y a estar apartado. También vistió las camisetas de Fuenlabrada, Manresa y Bilbao. Fue hace diez años cuando desembarcó en un club en pleno crecimiento. El equipo se mudó primero al BEC y después a Miribilla, con un bautismo en el que se logró el subcampeonato de Liga. No acabó de expresar su juego en plenitud, pero Javi dejó un buen recuerdo y, sobre todo, Bilbao le marcó. Tras colgar las botas, eligió la pizarra. Ejerció de ayudante de Carles Marco tres años en el Oviedo de LEB y luego cogió las riendas durante un año y medio. Pero fue destituido. Y ahora le ha reclamado su amigo Mumbrú para sustituir a Lolo Encinas y completar el cuerpo técnico de los 'Javis' con Salgado, otro buen amigo. Hoy se ha pasado por los micrófonos de Radio Bilbao.

¿Qué tal la vuelta a Bilbao?

Esta ciudad es de esos sitios como los amigos, que pasas un montón de años sin verlos y cuando te reencuentras con ellos, parece que han pasado dos días. He estado diez años fuera, aunque sí he visto partidos y he estado en alguno, pero tengo la sensación de que no han sido diez años sino diez días. Se agradece la buena sintonía que he tenido con Bilbao y lo bien que nos han tratado tanto a mi mujer como a mí, eso se vuelve a hacer patente ahora.

Los 'Javis' en colaboración con otro exjugador como Mumbrú.

Cuando jugábamos éramos grandes amigos. Son muy buena gente, dos personas increíbles. Tengo muy buena relación con ellos. Se nota ahora a la hora de trabajar. Fue una época maravillosa. Con todo lo que hemos vivido, reencontrarnos diez años después en otra faceta, la de entrenador, es muy gratificante. Se demuestra que en Bilbao había buenos jugadores y va a haber buenos entrenadores.

Cuidado a dónde va que La Casilla ahora es un 'vacunódromo'.

Sí, lo vi ayer en un canal de televisión. Me dije: ¡pero si ese pabellón es La Casilla! Con mi mujer recordábamos el paso en dos años de entrenar en La Casilla a estrenar el BEC y Miribilla. Fueron unos cambios que mejoraron lo que era el club, como dar pasos de gigante, estar con diez mil almas en un pabellón precioso. Pero no conviene olvidarse de las raíces. He jugado en La Casilla varios años y es un sitio muy especial.

Llegó Paco Vázquez y patentó aquello del 'efecto Miribilla'. ¡Y subcampeones de ACB!

Sí, aunque el primer año que estuve fue raro, porque de repente destituyen a Txus (Vidorreta), que llevaba tanto tiempo. Empezamos una nueva era sin él. Vino Fotis, cogió un buen equipo y lo salvó. Luego lo hizo subcampeón. Entramos en la Euroliga. Como todo en la vida, el Bilbao Basket ha tenido sus épocas malas. No es bueno bajar a la LEB. Pero por fortuna fue solo un año de estancia. El nombramiento de Álex (Mumbrú) fue un acierto, porque conocía perfectamente el equipo y el club, y mantenerlo el año pasado, también. Hay momentos complicados. La falta de público hace mucho daño y en un campo como el Bilbao Arena, más.

¿Cómo se reparten los papeles en el cuerpo técnico?

El que decide es Álex. Reparte las tareas, aunque todos hacemos de todo. Establecemos cómo organizarnos y él toma la última decisión. Sumamos, damos ideas, proponemos cosas, Nos va saliendo, no hay nada hablado, hay respeto y cariño, decidimos lo que pensamos para ayudar lo máximo posible a Álex y a los jugadores. De lo que se trata es de que el equipo gane, que haya público en Miribilla, que la gente lo pase bien y que el Bilbao Basket vuelva a la senda de los buenos resultados de antaño.

Ha tenido una carrera muy movida como jugador y entrenador ¿Le habría gustado tener más estabilidad?

Me siento afortunado de todas mis vivencias. Me marché de casa con 14 años recién cumplidos, a Vitoria, cuando no existía más que algunos tramos de la autovía del Cantábrico. Venía de Porriño a Vitoria en tren. Luego me fui a Estados Unidos, con 17, cuando empezaba a existir Internet. Me comunicaba por carta y hablaba con mi padre una vez a la semana cinco minutos por teléfono. Voy a Gijón, ascendemos a la ACB una panda de amigos, me llama el TAU, la Selección, llega la época de Lugo en la que llegué a estar apartado, caigo en Manresa en la LEB, subimos, me ficha el Bilbao y no juego como me gustaría, vuelvo a Manresa y me rompo la pierna cuando voy a ser padre... Todo eso me ha aportado el baloncesto. Cuando tienes una carrera estable es todo muy fácil, el aprendizaje es mínimo, pero cuando has tenido como yo muchos altibajos, aprendes a valorar muchas cosas, Estoy acostumbrado a ellos, es bueno, Superar situaciones complicadas te hace valorar los buenos momentos que vives. He aprendido de todo, estoy orgulloso de mi paso como jugador. Y de entrenador, lo mismo. Pasé de ayudante de Carles (Marco) a coger el equipo en Oviedo, hicimos uno de los mejores baloncestos ese año, quedamos a las puertas de jugar la Final Four y al año siguiente, me echan.

Es verdad, fueron cuartos y les eliminó el Ourense.

Estuvimos a un triple de quedar terceros, y muy cerca del Bilbao, que acabó segundo. Fuimos segundos unas jornadas. Fue un año maravilloso y al siguiente, me echan, en febrero, pero con razón además ¿eh? Los resultados no fueron buenos. Me tiro un año y medio en pandemia estudiando y aprendiendo baloncesto y me llaman del sitio en el que más feliz he sido a nivel personal junto con Manresa, con lo cual, no le puedo pedir a la vida más que eso, que me dé estas oportunidades. Vivirlas está al alcance de muy poca gente, estoy muy agradecido por estos años y espero que sigan más.

Es que fue a un Oviedo con siete destituciones en 15 años. No eres entrenador hasta que no te destituyen...

En los sitios que he salido, el 95 por ciento de la gente ha valorado mi trabajo. He podido jugar mejor o peor, pero mi esfuerzo o dedicación siempre ha sido del cien por cien. En Oviedo en diciembre le digo al club que creo que la solución es que no continúe, porque ya veía que el equipo no funcionaba. Tenía mucho cariño al club, a los directivos y todo el mundo. Pero querían apostar por mí y permanezco en el puesto. Me echan justo dos días antes de la pandemia. El destino es así de caprichoso. Lo acepto como es, nunca me he reprochado nada porque siempre he dado el cien por cien.

¿Este año y medio de qué le ha servido? ¿En qué ha mejorado?

Lo primero, me ha ayudado a ser mejor padre. He estado con mi hijo durante 16 meses, cuando durante siete años he pasado poco tiempo con él por trabajo. A nivel deportivo, he visto mucho baloncesto, he tenido tiempo para reflexionar, pensar qué cosas he hecho bien o mal, ver mucha Euroliga y ACB, aprender en otros campos en los que no había indagado... en definitiva, he tratado de formarme. Soy obsesivo en el aprendizaje cuando hay algo que me gusta. Con el baloncesto soy obsesivo. Me ha ayudado a ser mejor entrenador y más completo.

¿Dejar de ser primero es bajar un peldaño o no lo ve así?

Mi aspiración es aprender, estoy llevando un proceso. He sido ayudante en LEB Oro y entrenador jefe. Ahora me apetecía como proyecto ser ayudante en ACB. Es un proyecto de maduración, vas subiendo el nivel. Me siento afortunado de ser ayudante en ACB, de Álex Mumbrú. Es lo que quería, dar este paso, seguir viendo qué hay en ACB: una cosa es como jugador y otra en esta faceta. Mi pasión es el baloncesto y creo que puedo aportar muchas cosas como entrenador.

¿Y del equipo que tiene entre manos que nos puede decir?

Es un equipo con talento. Tiene jugadores que pueden buscar sus tiros, a veces es difícil encontrar gente que se fabrique sus propios tiros. Es un bloque compensado y, a falta de que venga Jeff  (Withey), que es una incógnita porque no lo conocemos, este Bilbao Basket tiene talento, trabaja duro, es honesto y aguerrido, y va a hacer disfrutar a la gente de Miribilla, a los que vengan, que ojalá sean muchos porque va a transmitir. Eso es lo importante, que el equipo transmita, es lo que hace falta, que enganche a la gente, porque aquí la gente es agradecida con el esfuerzo y eso lo vamos a hacer muy bien. Además de todo eso, hay talento.

Eso de librarse en el último partido es inigualable, admítalo.

Un año más dramático es complicado. Te salvas en la última jornada, tras ganar tres de los cuatro partidos para acabar y el rival, ninguno, que encima superas por 21 a un rival fuerte como el Joventut... la gente está curada tras lo del año pasado, esperamos uno más tranquilo, que la afición pueda disfrutar en el campo e ir creciendo. Hace dos años el equipo hizo un temporadón, fue una pena el parón porque tenía mucho potencial. Y esta temporada deseamos lo mismo, que la plantilla dé tranquilidad y la gente no sufra como el año pasado y disfrute.

Se van de concentración a Gijón, la ciudad donde residía. ¡Ya está barriendo para casa!

A lo mejor me escapo y hacemos la típica novatada de los críos que se escapaban por la noche. Igual lo hago, ja, ja, ja. Estoy contento de ir, porque Gijón se merece baloncesto de élite, que vuelva a sentir lo que se vivió en su momento dos años allí en ACB, que nos ayude a seguir creciendo como equipo y vean baloncesto de primer nivel.

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