NBA | NUGGETS 109 - BLAZERS 123 (0-1)
Lillard dirige una lluvia de triples sobre Denver
El base, con 34 puntos y 13 asistencias, lidera un ataque que convirtió 19 de 40 tiros de tres. Jokic y Porter Jr., 59 tantos entre los dos, no son suficientes.
Uno tras otro y tras otro. Hasta 40 intentos y 19 aciertos desde la larga distancia. Ases sobre la mesa desde el primer segundo por parte de Portland Trail Balzers, uno de esos equipos de virtudes y defectos muy marcados: tiene una capacidad anotadora temible y una palestra defensiva de dudosa fiabilidad. Hoy, carta ganadora frente a unos Nuggets que llevaron el peso del partido hasta mediado el tercer cuarto, bajo la dirección y la energía de Facundo Campazzo, con el liderazgo de Nikola Jokic y la efervescencia demandada de Michael Porter Jr.; pero que terminaron deshaciéndose como azucarillo en el último cuarto (109-123), con conato final de rebeldía, pero exhaustos ante una persistencia rival que llegó a empatar el marcador hasta en diez ocasiones. Comandó Damian Lillard, presente en más de la mitad de los tantos del equipo (ya sea anotando o asistiendo), pero acompañaron CJ McCollum, fiel escudero, Anfernee Simons y Carmelo Anthony. Cinco, tres, cuatro y cuatro triples respectivamente. 16 de los 19 totales y autores de una diferencia de 24 puntos desde el perímetro que marcó la diferencia. Llovió en un Denver que, irónicamente, se quedó seco.
Los de Michael Malone tienen un reto mayúsculo delante. Con la llegada de Aaron Gordon, hace no tanto, se posicionaban como uno de los aspirantes al título; después, cruelmente, vieron como buena parte de la ilusión se marchitaba con la lesión de un Jamal Murray que hoy, prácticamente, ejercía de segundo entrenador. Ahora, y a la espera de recuperar más efectivos, como Will Barton, deben batallar con más barro que antes, con la delicadeza reservada para un hombre grande, para ese serbio que apunta a MVP y que hoy, con sus 34 puntos y 16 rebotes, ha vuelto a demostrar por qué; pero de manera inocua. No lo fue durante buena parte del tiempo, con Denver liderando hasta por nueve puntos en el tercer cuarto; pero se cayó en la trampa. Se intentó jugar a lo que propuso Portland y se tiró, se tiró mucho desde la larga distancia, pero también con mucho menos acierto: 11 de 36 (30,6%) frente al brillante 47,5% rival. Mientras tanto, y hasta el despegue final, por obra y gracia de ese jugador que ha rebautizado el Clutch Time, se bajó al fango.
Porque hubo golpes por todos lados. Un tapón de Aaron Gordon (16+8) a poco más de dos minutos del descanso era la última acción para tirar de un marcador que se resistía a las distancias (57-51). Un triple de Lillard, con Campazzo por los suelos como resultado, devolvía el partido a su senda, a la de los contrapesos constantes, a la de una serie que, como todas hasta el momento, promete emociones fuertes; aunque hoy se han escapado. Porter Jr., con un rectificado y una resolución a tabla, intentaba ponerlas en esta primera noche (98-102), restableciendo el orden natural de las cosas tras un final del tercer cuarto y un inicio del último que habían permitido a Portland cosechar su mayor ventaja del partido, de 12 puntos. Después del trabajo de contención durante todo el encuentro, sin embargo, llegaba el de la explosión, que dejó a Lillard en 34 puntos (15 en el tercer cuarto) y 13 asistencias (su mejor marca en fase final), a McCollum en 21+6+3, a Carmelo en 18+3 o a Nurkic en 16+12. Demasiado. Incluso para los 59 puntos combinados de Jokic y Porter (25+9).
Lillard baila, Campazzo se entrega y Carmelo se redime
En medio de la batalla, el Facu (8+3+5) desesperó a todo aquel que se pudiera desesperar. Se hizo notar. Al final del tercer cuarto, falta de Robert Covington, casi en el logo, en el intento de quitárselo de encima; antes, multitud de muecas de un Lillard que, en el último acto, repitió infracción tras un robo del argentino que permitía una transición rápida en el momento de más temperatura. Ahí, sin embargo, Damian es Damian y baila con quien sea. Inmediatamente, respondía con un triple doloroso tras superar una defensa de insecto sobre miel, de lapa (103-113). Campazzo, que empezó el partido con triple, asistencia, rebote y robo, se llevó dos faltas muy temprano, que le mandaron al banquillo, como vaticinio de todo lo anterior. Apareció en los momentos determinantes de forma acertada, con dos triples en momentos vívidos, y no permitió superar la barrera del centímetro en los marcajes, agradecidos por los 7.750 aficionados presentes; pero, en 'playoffs', ni eso puede ser fructífero.
La energía del cordobés es infinita, pero no por ello suficiente. Es sacrificio, trabajo y persistencia; pero, con el paso de los partidos, la confianza y la necesidad colectiva, también ese showtime que la idiosincrasia de la mejor liga del mundo demanda. Al inicio de la segunda mitad, triple y doblete de asistencias para la galería, para esa que, en el recopilatorio de final de temporada regular, le debe tres de las diez mejores. La primera, desde los 45 grados del perímetro y para mate de Porter Jr., cortante hacia el aro; la segunda, para Gordon, sin mirar, con varios rivales tapando la línea de pase y con igual final (73-64). Murray, desde el banquillo, se colocaba unas gafas imaginarias para ver ese espacio.
Nuevamente, tirón estéril, efímero, fugaz ante unos Blazzers que se mantenían más tiempo por detrás en el marcador, pero acechando siempre desde la proximidad. Hasta la estocada final. Antes, Carmelo, con una muestra interminable de movimientos old-school, ya había avisado con ello, otorgando el primer cuarto (30-35) para su equipo en medio del dominante espejismo de Denver. Firmó 12 puntos en los primeros 12 minutos, su mayor marca en un primer cuarto de playoffs desde 2013, siendo el sexto jugador en 25 temporadas en llegar a dicha cfira desde el banquillo. Sigue en su particular redención, fruto de una estrella que se apagó tras, precisamente, llevar a los Nuggets, hace ya unos años, a abonarse a los playoffs y, posteriormente, a New York Knicks a los últimos hasta los actuales. Entonces, lucía el número 15; ahora, ese mismo dorsal reposa sobre la espalda de Jokic. El lunes, nueva oportunidad para hacerlo valer.