Llegó el momento de los Celtics. Como todos los años en la fecha de cierre de mercado (que este año, por la pandemia, es un mes más tarde de lo habitual) el equipo verde es uno de los que copa los rumores para hacer algún traspaso importante. Eso sí, este año la situación es radicalmente distinta (de hecho, casi opuesta), ya que si en otras ocasiones el movimiento era para fortalecer el equipo y que pasara de la nomenclatura de aspirante a la de favorito, en el presente curso es más necesario que nunca hacer algo para salir de la mayor crisis a la que la franquicia se ha enfrentado desde la salida de Kyrie Irving. Van octavos del Este con un récord de 21-22, abocados al play-in si acaban en esa posición, se encuentran a la deriva, tienen problemas estructurales y deportivos, de compenetración con Kemba Walker, una plantilla corta a la que no llegaron refuerzos en verano (o en el mercado que correspondería al verano en una situación normal) y muchas taras a falta de solo nueve semanas para los playoffs.

Ahora bien, ¿harán por fin los Celtics un movimiento? Danny Ainge, uno de los directivos más inteligentes de la NBA, es también uno de los más conservadores. Su negativa a traspasar a determinados jugadores para hacerse con, por ejemplo, Anthony Davis, levantó ciertas críticas, al igual que los rumores que situaron a James Harden en la órbita de los Celtics antes de que acabara en los Nets. Tampoco ahí se atrevió a sacrificar a ninguno de esos inamovibles que tiene en una plantilla demasiado corta para no querer traspasar a casi nadie. Jayson Tatum es, evidentemente, un hombre con el que se quieren quedar cueste lo que cueste (y con razón). Pero, ¿qué pasa con el resto? Jaylen Brown ha sido intocable, pero también gente como Marcus Smart o un hombre como Kemba, que tiene problemas para jugar sin balón y adaptarse al catch and shoot. Daniel Theis, Robert Williams... desde luego, material para un intercambio tienen. La cosa es querer hacerlo. Y traspasar a alguien siempre es legítimo... dependiendo lo que consigas a cambio, claro.

El rumo que más fuerza está cogiendo estos días es el de Marcus Smart por Aaron Gordon, de los Magic. Los Celtics nunca han querido traspasar a Smart, pero la ristra de intocables se ha reducido con la espectacularmente crítica situación que vive la franquicia en estos momentos. Con habladurías constantes que sitúan a Brad Stevens de vuelta a la Universidad de Indiana (negadas por él mismo) y la sensación de que el proyecto corre más peligro que nunca, quizá sea el momento de buscar algo de verdad. Y perder a Smart sería un golpe duro (es muy querido dentro de los aficionados verdes), pero si llega Aaron Gordon conseguirían un ala-pívot fuerte, que pueda defender y tirar desde fuera. La pelota está en el tejado de Danny Ainge, un hombre conservador. El jueves a las 21:00, hora española, saldremos de dudas. Unas que atenazan a los Celtics, la franquicia más ganadora de la historia junto a los Lakers (17 por cabeza). Desde luego, los tiempos de los anillos quedan lejos. Y el futuro no es halagüeño. Pero son los Celtics. Que nadie se olvide de eso.