Fenómeno Haliburton: por fin, buenas noticias en Sacramento
Cayó hasta el número 12 del draft y no solo apunta a robo sino que para muchos es el mejor jugador de su generación. Y su arranque en la NBA ha sido, por ahora, espléndido.
Sacramento Kings, que ha acabado siendo una especie de sinónimo del perpetuo fracaso, está 3-1 en este inicio de temporada. Su mejor arranque desde 2014, no era difícil, y desde luego una muestra minúscula y anecdótica en el gran esquema de las cosas. Pero Sacramento Kings, que ha acabado siendo una especie de sinónimo del perpetuo fracaso, está jugando muy bien y está 3-1 después de enfrentarse dos veces a Denver Nuggets (finalista del Oeste, ha ganado los dos partidos) y dos a Phoenix Suns (1-1), con buen motivo una de las niñas bonitas de todos los analistas después del mercado veraniego y tras su triunfal paso por la burbuja de Florida, donde ganó todos su partidos (8-0) y rozó meterse en playoffs por primera vez en una década.
De Florida salieron malparados (el fracaso perpetuo) los Kings, que no merecieron ir a playoffs antes del parón de marzo y desde luego no honraron la oportunidad que les llegó de rebote en el reinicio, donde arrancaron con cinco derrotas en seis partidos, para terminar de capitular, y sensaciones pútridas. Se confirmaban, en Walt Disney World, catorce años sin playoffs. A una del récord histórico, las 15 que estuvieron fuera desde 1976 y hasta 1971 unos Buffalo Braves que por el camino se convirtieron en Clippers, pasaron por San Diego y acabaron en L.A. Esos catorce años de casi récord de los Kings se dividen en siete antes de la llegada del nuevo propietario, Vivek Ranadive, y siete después, un eje perfecto que era una pésima noticia: ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio. Con el proyecto en cuestión, renovaciones criticadas y una política que había quitado juventud a la plantilla, los Kings se enfrentaban además a una temporada 2019-20 con un nivel extraordinario en la División Pacífico: Lakers y Clippers, en teoría a otro nivel, los Warriors en ruta de regreso (se suponía) y los Suns como nueva fuerza de poder joven. ¿Qué podía salir mal, Sacramento?
Pues los Kings, insisto, han empezado de maravilla. Juegan bien, juegan unidos, juegan para ganar, dan la sensación de divertirse y compiten. Y, seguramente lo más importante, ahora mismo por encima de todo, dan la sensación de haber dado el pelotazo en el confuso draft 2020 (talento en cuestión, muestras bajo sospecha por la suspensión de la temporada) con la elección en el puesto 12 de Tyrese Haliburton.
Por una vez, buenas noticias en Sacramento
Los Kings nunca son los que aciertan, nunca son los que parecen más listos que los demás, nunca son los que salen bien parados de la revisión de decisiones a toro pasado. El 19 de mayo de 2006 anunciaron que Rick Adelman dejaba el banquillo después de ocho años consecutivos en playoffs. No han vuelto a las eliminatorias, ni siquiera han tenido récord positivo desde entonces. Ni una sola vez. Eso solo les ha valido para acumular errores lacerantes en el draft. En 2018, claro, dejaron pasar a Luka Doncic para hacerse con Marvin Bagley en el número 2. La decisión que mató a Vlade Divac, que siguió un tiempo en la franquicia, pero ya como un zombi. Muerto en vida. En ese mismo draft los Kings eligieron con el número 37 a Gary Trent Jr, que ahora explota en los Blazers como escolta de excelente capacidad defensiva y muy buen tiro de tres. Un año antes, en el draft del excelente De’Aaron Fox (número 5), los Kings eligieron con el número 10 a Zach Collins y lo mandaron también a los Blazers. Desde 2009 hasta 2017, la franquicia tuvo elecciones en el top 10 de draft y ninguno de esos jugadores está en plantilla: Ben McLemore, Nik Stauskas, Willie Cauley-Stein, Thomas Robinson… y DeMarcus Cousins, claro. La gran estrella que no fue.
Fox, el supersónico base que ahora tiene 23 años y que acabará siendo all star (quizá esta misma temporada), fue un acierto absoluto del mismo modo que su megacontrato (una extensión máxima que parte de 163 millones y puede llegar a 195) fue una excelente noticia en un mercado en el que los Kings no acapararon titulares y gestionaron de forma extraña, en cierto modo lánguida, la salida de Bogdan Bogdanovic. Sin saber qué esperar de Bagley, con Buddy Hield enfrentado a un Luke Walton en la cuerda floja y Harrison Barnes ganando mucho dinero y produciendo números huecos. A priori, ese era el panorama en Sacramento. Un papelón.
Pero, al menos por ahora, Bagley está sano (a ver si deja de ser noticia: casi 14 puntos y 8 rebotes por partido), Barnes produce en sintonía con el colectivo, Hield quiere ganar, Fox sigue a toda máquina (20,3 puntos y 6,8 asistencias)… y Haliburton está maravillando. Literalmente y más allá de los números, que también son buenos: 27 minutos por noche como sexto hombre, 10,5 puntos y 5,3 asistencias, 56% en tiros de campo, 50% en triples (lanzando cuatro por noche) y 100% en tiros libres. Solo tres pérdidas en cuatro partidos (0,8 de media) por 21 asistencias. En el último triunfo ante los Nuggets, sumó 8 puntos y 5 asistencias en el último cuarto, con dos triples, uno de ellos desde casi el logo. Y la sensación de que no juega como debería jugar un rookie del año 2000, todavía 20 años. Lo dice Fox: “Juega con mucha confianza y nosotros confiamos al máximo cuando tiene la bola. No parece tener la edad que tiene cuando está en pista, tiene mucha clase”.
Haliburton es un guard largo (1,96) que promedió en su segundo año en los Cyclones de Iowa State 15,2 puntos y 6,5 asistencias. En el draft había bases más anotadores, desde luego más espectaculares y sin duda más explosivos. Pero, para muchos, no los había con mejor sensibilidad para el baloncesto: IQ, lectura, conocimiento, flow. Desde luego un top 10 para casi todos y mucho más para algunos especialistas, cayó hasta el número 12 de forma sorprendente mientras los Kings rumiaban la salida de Bogdanovic, que había enseñado que Fox jugaba mejor con otro base al lado, como mínimo un jugador que amase bola y le permita ser más creativo sin el peso de la dirección y permanentemente agresivo como anotador. Así que Haliburton no solo es ya muy bueno, también parece una pareja ideal para Fox.
Siempre pasa bien, mantiene el ataque con ritmo y sentido, vivo. Ve las mejores opciones, ejecuta con estilo y sin cometer errores, elige siempre la mejor baza, tira bien y con rango amplio, juega de maravilla en transición y tiene potencial para ser un buen defensor muy polivalente, inteligente y con envergadura para cubrir varias posiciones. Algunos aseguraron tras el draft que los Kings se habían llevado al mejor jugador de esta generación, uno cuyo peso en el juego va mucho más allá de las estadísticas. Y en solo cuatro partidos, Tyrese Haliburton ha dejado claro que quiere darles la razón y que su pareja con Fox puede conseguir lo que parecía imposible, un nunca jamás de manual en la NBA: que el futuro pinte bien para Sacramento Kings.