Todos contra los Lakers: llega la NBA 2020-21, el año del gran reto

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Todos contra los Lakers: llega la NBA 2020-21, el año del gran reto

A cara descubierta contra el virus: sin burbuja y con un sistema de competición reducido pero convencional, llega la nueva temporada de la NBA. El campeón parte como favorito.

La temporada 2020-21 es un ejercicio lampedusiano de la NBA: cambiar todo para que nada cambie. La primera gran competición internacional que echó el cierre por culpa de la pandemia, el 11 de marzo, y la que mejor combatió al virus con una burbuja, en Walt Disney World, que pasará a la historia como un ejemplo de rigor, coordinación, sentido de la organización e implicación de todos sus actores. La buena salud de las relaciones que había ido cuidando con mimo Adam Silver desde que se convirtió en comisionado en 2014, de jugadores a franquicias y socios comerciales, se demostró decisiva en un tramo que pudo ser nefasto para una NBA que salvó los muebles: invirtió 180 millones de dólares en un dispositivo que rescató 1.500 millones. En medio de una pandemia y de una tremenda crispación social en Estados Unidos, la antesala de la caída de Donald Trump en las elecciones de noviembre, el baloncesto se parapetó en Disney World, acabó la temporada, salvó un buen puñado de dólares y coronó a un campeón: Los Angeles Lakers. En el año en el que nada era como tenía que ser, vino a ganar el equipo que casi siempre gana: 17 títulos ya, los mismos que Boston Celtics.

Las franquicias tendrán que vivir, por ahora, sin el latido y los dólares de sus aficionados. Se trata de seguir, jugar… y ya vendrá la próxima temporada

Sin público, sin viajes y sin cambios de atmósfera, casi en condiciones de laboratorio, la NBA se rindió a LeBron James, Anthony Davis y el mejor equipo de la temporada, unos Lakers que fueron también un ejemplo, finalmente, de química y resiliencia. Y que estuvieron enclaustrados desde la primera semana de julio hasta el 11 de octubre, el día en el que se coronaron por primera vez en una década, en nombre de su historia y en nombre de Kobre Bryant, que había fallecido en enero, otra hora muy negra en una temporada terriblemente accidentada para la NBA. Una que comenzó con el conflicto diplomático con China, la gallina de los huevos de oro, tras un tuit de Daryl Morey en apoyo de Hong Kong.

De Florida, la NBA salió con una obvia (y merecida) sensación de éxito. Y de que acababa de conseguir algo improbable… y seguramente irrepetible. Con la pandemia arreciando, más en un país donde el gobierno Trump nunca ha dado respuestas óptimas, y la burbuja como opción remota salvo que se tensara al extremo la cuerda con los jugadores, la NBA organizó sobre la marcha y sin precedentes una temporada atípica… y puente: la que debería conducir a la añorada normalidad en la siguiente, 2021-22, mantener vivo el espíritu y activo el negocio. Superar el trance, prevalecer. Y cuadrar un calendario que evitara los partidos en verano y la coincidencia con los Juegos de Tokio. Mandan las televisiones. Así que aunque se habló de enero, febrero y hasta marzo, se empezará en diciembre, con el tramo más corto de la historia entre temporadas (71 días) y todavía sin público o con muy poco. Las franquicias tendrán que vivir, por ahora, sin el latido y los dólares de sus aficionados. Se trata de seguir, jugar… y ya vendrá la próxima temporada. Prevalecer.

Así se jugará: con viajes, otra vez los treinta equipos y un calendario reducido pero extenso (72 partidos por franquicia en vez de los 82 habituales). Un salto a un vacío rellenado, otra vez, con protocolos y planes que vuelven a ser el puente hacia el futuro, la base para que la vida post Covid se parezca a la vida pre Covid, para que la reconstrucción tenga que ser lo menos profunda posible. Y así defenderán su título los Lakers, que esta vez sí parten como grandes favoritos desde la parrilla de salida. Todo lo que eran dudas antes de la temporada pasada, finalmente triunfal, son ahora certezas: LeBron y Davis han ampliados sus contratos, Frank Vogel ha creado una cultura ideal de franquicia y llegan fichajes (Montrezl Harrell, Wesley Matthews, Dennis Schröder y, claro, Marc Gasol) para hacer, a priori, todavía mejor a un campeón temible.

La competencia, siempre es así, será voraz. En el Oeste los Clippers, con Serge Ibaka a bordo, tratarán de solucionar los problemas de química que los lastraron la temporada pasada. Detrás de los dos gigantes de L.A., se tienen que redefinir las jerarquías con los Nuggets y los Jazz firmes, los Rockets de capa caída, los Mavericks en un momento crucial de su construcción, los Warriors y los Blazers en ruta de regreso y los Suns en claro ascenso. Un pelotón que, con el nuevo sistema de play in (con cuatro equipos, del séptimo al décimo) que dilucidará los dos últimos puestos de playoffs, garantiza pelea hasta el final. También en el Este, donde el nivel sube: Kevin Durant y Kyrie Irving estrenan su proyecto en los Nets, los Sixers se remodelan con Daryl Morey como arquitecto y los Celtics sueñan con dar el paso definitivo (han perdido tres finales de Conferencia en cuatro años) en una jungla llena de depredadores (Bucks, Heat, Raptors, Pacers…). Y todo camino de un verano en el que el mercado se llenará de estrellas y el mapa de la NBA volverá a reconfigurarse. Será, si todo va bien, a las puertas del regreso a la normalidad. Mientras, la NBA vuelve a enfrentarse a la pandemia, esta vez cara a cara y sin burbuja. Bienvenidos al gran reto, a la temporada 2020-21 de la mejor liga de baloncesto del mundo. La del cambiar todo para que nada cambie. Que así sea.

El mercadoDe Davis y Harrell a Westbrook, Wall...

En espera de lo que pueda ofrecer el cierre del mercado, la apertura del mismo dejó muchos movimientos en las primeras horas pero no demasiados trasvases. Anthony Davis, Goran Dragic, los hermanos Morris (Marcus y Markieff), Brandon Ingram, Davis Bertans, Joe Harris, Fred VanVleet o Kentavious Caldwell-Pope fueron algunos de los que renovaron con sus equipos de la pasada campaña. Después, ya a solo un semana del arranque de la temporada, amplío Giannis Antetokounmpo con Miwaukee Bucks. El MVP de las dos últimas campañas se lleva una extensión de cinco años y 228 millones, el mayor contrato de la historia por media anual: 45,6 millones al año de promedio. Con la continuidad del griego, los Bucks aseguran su proyecto y la NBA se queda sin el que podía haber sido un culebrón constante, y agotador, durante la competición.

Montrezl Harrell, uno de los interiores con más cartel y Sexto Hombre del Año, es el nombre que más solera tiene entre los que cambiaron de bando, porque además en su caso se marcha de los Clippers a los Lakers.

El sign and trade (acordar un nuevo contrato antes de ejecutar un traspaso), una fórmula cada vez más utilizada, de Gordon Hayward para irse a los Hornets por 120 millones fue, sin duda, el movimiento que más comentarios ocasionó en las primeras horas de mercado. El más chocante, por lo que impacta a los equipos, fue el intercambio entre Rockets y Wizards, por la calidad que en su día demostraron los protagonistas y por los contratos que arrastran: Russell Westbrook, a Washington; John Wall, a Houston. Adicionalmente, movimientos de calidad de los dos pívots españoles, Marc Gasol y Serge Ibaka, a los que no pudo retener Toronto, que debería bajar el un poco nivel viendo que sus sustitutos son Alex Len y Aron Baynes.

Montrezl Harrell es el nombre más importante entre los que cambiaron de bando, porque además en su caso se marcha de los Clippers a los Lakers

Los Hawks, uno de los equipos que más ha invertido, deberían crecer con Bogdan Bogdanovic, Danilo Gallinari y Rajon Rondo. Los Celtics probarán cómo le viene Tristan Thompson, campeón en 2016 con los Cavs, a una estructura ya bien formada pero que quiere dar el salto definitivo. Los Bucks contentaron a medias (falló el intento de fichar a Bogdanovic) a GIannis Antetokounmpo con los fichajes de Jrue Holiday, Torrey Craig, Bryn Forbes o D.J. Augustin. En el Oeste, mientras, habrá que ver cómo evoluciona la rivalidad de Los Ángeles: esta vez son los Lakers los que parten en ventaja con respecto a unos Clippers que eran favoritos la temporada pasada... y decepcionaron; y si los Warriors se mueven después de que cayera lesionado de gravedad una vez más un jugador tan trascendental como Klay Thompson.

Los favoritosLos Lakers, un campeón en la pole position

Desbancar a LeBron. Ese será el objetivo de todos sus rivales en el curso baloncestístico 2020-21 después de que El Rey volviera a ocupar el trono de la NBA y a sentarse en lo más alto de la mejor Liga del mundo. Apenas 72 días después de la conclusión de una temporada resuelta en Disney, los Lakers parten con ventaja. Es la sensación que hay en estos momentos, con los angelinos postulados como máximos favoritos al anillo. Lo son más ahora que al inicio del curso pasado; en parte por lo visto en Orlando, pero también por los refuerzos que han tenido durante el mercado. Las renovaciones del ya mencionado LeBron James y su compañero Anthony Davis atan el destino a medio plazo de las dos estrellas a la franquicia de púrpura y oro, que igualó a Boston en anillos la temporada pasada y busca ahora liderar en solitario la clasificación histórica con el número 18. Y los fichajes de Dennis Shcröder, Marc Gasol y Wesley Matthews refuerzan una plantilla que ha perdido bastiones sólidos como Rajon Rondo, Danny Green o Dwight Howard, pero que ha salido lo suficientemente bien parada como para convertirse en el gran aspirante a ganar… y a repetir.

Los Clippers tienen que enmendar con Tyronn Lue su química desmadejada de la pasada temporada para poder pensar en hacer algo grande

Los angelinos tienen al mejor jugador de la competición (LeBron) al que perfectamente puede ser el segundo más destacado (Davis), una plantilla compensada y un entrenador consolidado como Frank Vogel, que superó las expectativas en su primer año en L.A. La certificación de que los Lakers son los principales favoritos está en el hecho de que sus más inmediatos rivales no se han fortalecido lo suficiente como para dar más miedo que antes. Sí que lo han hecho, sin embargo, otros equipos que venían inmediatamente por detrás y que, ya sea por una buena gestión de la agencia libre o por la recuperación de los lesionados, han aumentado la enorme ristra de aspirantes que intentarán frustrar el intento angelino de repetir título y, de paso, escribir su nombre en la historia de la competición norteamericana, desbancando por el camino a la eterna figura de un LeBron que cumple 36 años el 30 de diciembre y sigue obsesionado con acercase de forma lenta pero inexorable a Michael Jordan. Con todo lo que ello supone.

Para evitarlo estarán, por segundo año consecutivo, unos Clippers que el año pasado aparecían en las apuestas delante de los Lakers pero que en el presente curso parten con cierta desventaja. Con Paul George renovado y Kawhi Leonard sin dar pistas de nada a nadie (como siempre), la entidad angelina probará con Tyronn Lue lo que no consiguió con Doc Rivers para disgusto de un Steve Ballmer, un propietario al que se le acaba la paciencia. La derrota tras ir 3-1 arriba en semifinales del Oeste contra los Nuggets sigue pesando mucho en una plantilla que sigue sin un distribuidor que genere juego y tiene una química desmadejada que se deberá construir casi desde cero para poder pensar en algo grande. En el mismo nivel, escalón arriba o abajo, están, una vez más, los Bucks de Antetokounmpo, que llevan liderando el Este dos años consecutivos (60 y 56 victorias respectivamente) con sendos fracasos en playoffs y esperan redimirse ahora que su gran referencia ha renovado (por cinco años a razón de 228,2 millones), aunque siguen generando dudas de banquillo (Mike Budenholzer) y en los acompañantes de un jugador que es una bestia física pero sigue luchando contra sus carencias cuando llegan los playoffs.

Al mismo nivel que los Bucks y también en el Este nos encontramos con Miami Heat y Boston Celtics. Los primeros, finalistas, buscan la guinda al pastel tras extender por el máximo el contrato rookie de Adebayo y asegurarse el futuro. Los segundos llegan de una conclusión agridulce al perder, precisamente, contra los Heat en las finales del Este y tras un mercado de fichajes en el que Danny Ainge se ha quedado sin Gordon Hayward (algo que no parece dramático pero puede ser importante) y sin grandes adquisiciones más allá de Tristan Thompson. Brad Stevens se examina, Jaylen Brown sigue siendo la cabeza y Marcus Smart el alma. Y Jayson Tatum, claro, continúa con su ascenso al Olimpo y es ya, por pleno derecho, uno de los mejores jugadores de esta Liga. Tras las tres fieras del Este encontramos a dos que las pueden ser: los Sixers, con Doc Rivers y Daryl Morey recién llegados y promesas de una nueva era. Y los Nets, con Kevin Durant y Kyrie Irving en un equipo en el que todo puede salir bien… o mal. Nunca se sabe con dos jugadores cuyo talento es inversamente proporcional a su mala cabeza. Pero solo con que Kevin Durant esté bien...

Y el resto, ya se sabe. Un poco de todo para dar la sorpresa, siempre a expensas de fallos de terceros y actuaciones asombrosas: los Rockets, en retroceso, pierden la vitola de contenders, pero en ella entran los Warriors del recuperado Stephen Curry, sin Klay Thompson pero con ganas de volver a hacer magia. Los Nuggets seguirán siendo un seguro, los Raptors pierden fuelle y juego interior (Ibaka y Marc) pero mantienen una cultura y a un genio como Nick Nurse al frente de la misma. Y más lejos, pero esperando su oportunidad, quedan proyectos como Suns (Chris Paul, Devin Booker, DeAndre Ayton), Mavericks (siempre Luka Doncic) o Blazers (Lillard-McCollum-Carmelo). Muchos gallos y solo un ganador. Y un objetivo claro: destronar a los Lakers. Robarle al Rey su corona. Y de paso, claro, ganar el anillo.

DoncicIrrumpe en la lucha por el MVP

Luka Doncic, en su tercera temporada en la NBA parte como uno de los grandes favoritos para hacerse con el premio individual más importante de la Liga: el MVP de la fase regular. El favorito número uno de hecho según las casas de apuestas estadounidenses. Con apenas 21 años, el esloveno se ha instalado en la élite de la NBA a una velocidad pocas veces vista y lo cierto es que su juego la temporada pasada fue de MVP. Después de ser nombrado Rookie del Año en su primera campaña, en la pasada jugó como titular en su primer All Star y acabó en el mejor quinteto del curso y cuarto en las votaciones por el premio que podría ganar ahoray que, de hacerlo, sería el más joven de la historia en conseguirlo. Pero la lucha, como todos los años, será terrible.

Si a sus 35 años la salud le sigue respetando y su rendimiento continúa siendo el mismo, LeBron James tendrá papeletas para llevarse su quinto MVP de Regular Season

Enfrente tendrá, como no y casi seguro como uno de los principales rivales, a Giannis Antetokounmpo, vencedor las dos últimas ediciones. El griego, un jugador que se ha mostrado imparable en temporada regular y que ha ido creciendo año tras año, tiene dos hándicaps: el riesgo de haber tocado techo en sus prestaciones individuales después de los impresionantes números con los que acabó la pasada campaña y la dificultad de ganar tres MVPs de manera consecutiva. El último en hacerlo fue Larry Bird entre 1984 y 1986. Y antes que él sólo Wilt Chamberlain y Bill Russell fueron capaces de semejante logro.

Quien parece otro rival muy peligroso para las aspiraciones de Doncic es el eterno LeBron James. Si a sus 35 años la salud le sigue respetando y su rendimiento (y el de los Lakers) continúa siendo el mismo, el Rey tendrá papeletas para llevarse su quinto MVP de la temporada regular. El año pasado fue segundo en las votaciones y fueron muchas las voces que pidieron públicamente el premio para él. Quedó flotando en el ambiente una sensación de injusticia que, con razón o sin ella, puede dar un empujón a su candidatura este curso. Aunque no será el único aspirante dentro de la plantilla campeona. Anthony Davis, para muchos el mejor compañero con el que ha jugado LeBron (con perdón de Dwyane Wade) ha demostrado estar más que preparado para liderar un equipo de primer nivel y también estará en la terna. Y hablando de hombres altos, otros dos referentes de la zona desde hace años también parten con opciones: Nikola Jokic y Joel Embiid intentarán recuperar el MVP para los pívots, que no lo ganan desde que se lo diesen a Shaquille O’Neal en el año 2000. Claro síntoma de los tiempos que vive baloncesto.

Otros dos nombres a tener en cuenta son dos de las mayores estrellas de los últimos años (y probablemente ya entre los grandes de la historia) que vuelven tras periodos largos sin jugar por lesión. Kevin Durant será la gran novedad respecto a la temporada pasada, la cual se pasó en blanco por la rotura del tendón de Aquiles en las finales de 2019. El alero, que ya ganó el premio en 2014, debuta con los Nets con la duda de su estado físico tras una lesión que suele dejar secuelas a quien la ha sufrido. Eso sí, en el caso de que vuelva al 100%, es legítimo pensar en Durant como el mejor jugador del planeta. El otro que vuelve, aunque esto no es del todo exacto, es Stephen Curry. El base de los Warriors jugó los cuatro primeros encuentros de la pasada campaña antes de sufrir una rotura en los huesos de la mano que le tuvo el resto del curso sin jugar, salvo por un partido el 5 de marzo en el que disputó 27 minutos. Eso es todo lo que se le ha visto en la cancha en 2020. Curry, dos veces MVP, estará deseando volver a ser protagonista y, con la salida de Kevin Durant y la ausencia de Klay Thompson, lo lógico es pensar que el destino de los Warriors estará más en sus manos que nunca. Las acciones del base suben como la espuma.

Entre los candidatos de este año también se puede incluir a tres jugadores que no suelen aparecer en estas listas. Jimmy Butler demostró en los últimos playoffs, y especialmente en las Finales, que está al nivel de los grandes jugadores de la Liga. Si los Heat son capaces de igualar o mejorar su rendimiento habrá que estar atentos a él. Jayson Tatum, la nueva esperanza de los Celtics, fue all star y acabó en el tercer mejor quinteto en su tercer año en la NBA y, aunque quizá esta lucha por el MVP le llegue un poco pronto, el alero será candidato seguro durante unos cuantos años.

Cierra este grupo Damian Lillard, un jugador con potencial real de MVP al que la suerte no le ha acompañado. Las lesiones, suyas y de compañeros, le han impedido en muchos casos tener la regularidad necesaria (tanto a él como a los Blazers) para optar de verdad al premio. Pero las exhibiciones que protagonizó la temporada pasada para revertir una situación deportiva muy difícil, con media plantilla de los de Oregón en la enfermería, hasta llevar a su equipo a los playoffs le volvieron a poner en el radar del premio. Con unos Blazers reforzados que apuntan alto en el Oeste y si la salud le respeta, Lillard estará entre los grandes favoritos. Y para acabar, dos clásicos de los premios. James Harden, que lo ganó en 2018, fue segundo en 2019 y tercero este año y que ha acabado como máximo anotador de la Liga las últimas tres temporadas. Y Kawhi Leonard, al que sus continuos descansos le hacen jugar menos que el resto de los candidatos, pero que ya ha ganado dos MVPs de las Finales y dos premios al Mejor Defensor.

EspañolesTemporada nueva, vida nueva

Marc Gasol y Serge Ibaka lucharán, entre ellos, por un anillo en Los Ángeles. Ricky Rubio y Juancho Hernangómez, en Minnesota, intentarán reconducir el rumbo de la franquicia y terminar lo que -uno mucho antes que el otro. ya empezaron. Willy, por su parte, buscará reivindicarse en New Orleans en uno de los equipos más atractivos de la competición. Así ha quedado el mapa de los españoles en la NBA para este nuevo curso. Poca cantidad, pero aspiraciones importantes. Todos lucharán por objetivos ambiciosos. Ninguno se ha quedado en tierra de nadie. Y eso, después de cómo arrancó el mercado, es la mejor de las noticias.

En los Pelicans de Zion Williamson y Brandon Ingram, Willy Hernangómez tiene la oportunidad de dar un giro de 180 grados a su carrera NBA

Al final, serán cinco los abanderados españoles en la mejor Liga del mundo, pero podrían haber sido menos. Solamente Ricky llegó al 20 de noviembre, día en que el mercado echó a andar, con un contrato garantizado. Y ni él pudo estar tranquilo. Marc Gasol, Serge Ibaka y Willy Hernangómez encararon el impredecible periodo de negociaciones como agentes libres; Juancho, como agente libre restringido. La cosa pintaba fea. En el ambiente, rumores sobre posibles regresos a Europa o destinos NBA poco estimulantes. Nada más lejos de la realidad. Será la peor temporada de la última década en cuanto a número de representantes, pero todos han encontrado su sitio.

Después de seis largos años, un Gasol volverá a pisar el parqué del Staples Center con la camiseta de los Lakers. Y no se descarta del todo que, en algún punto de los próximos meses, puedan ser dos. El tiempo dirá si se cierra el círculo que arrancó en 2008 y que cambió la historia del baloncesto español. Marc llega a la franquicia púrpura y dorada para ganar su segundo anillo. En su propia ciudad, en Los Ángeles, encontrará la principal oposición: los Clippers de Serge Ibaka. El hispano-congoleño era uno de los agentes libres más cotizados del mercado. Finalmente, se ha reencontrado con su amigo Kawhi, con quien espera repetir la hazaña de Toronto.

Tras ellos, Ricky Rubio y Juancho Hernangómez, en los Timberwolves, intentarán (objetivo muy complicado) hacerse un hueco en los playoffs de un Oeste que es más salvaje que nunca. El primero, vuelve a casa después de diez años. Curiosamente, por Navidad. Lo hace en el mejor momento de su carrera, después de ser MVP del Mundial y de jugar una brillante temporada en Phoenix Suns. El segundo intentará prolongar lo que ya demostró en su breve estancia en Minnesota durante el curso pasado. Quiere y puede explotar definitivamente. Su hermano, Willy, no querrá ser menos. El que, para muchos, es el país de las oportunidades, ha hecho lo suyo con él. En los Pelicans de Zion Williamson y Brandon Ingram, puede dar un giro de 180 grados a su carrera.

En la temporada 2016-17, hasta diez jugadores españoles competían en tierras estadounidenses. Algo histórico. Dos temporadas después, siete de los nuestros disputaron playoffs. Ahora, todo eso parece lejano; pero no todo está perdido. Puede ser una temporada de cambios. De hecho, todos, con permiso Juancho, afrontan nuevos retos. Momento perfecto para renovar ilusiones. Año nuevo, vida nueva para el baloncesto español en la NBA.

Draft 2020Más que nunca, un ejercicio de fe

El draft de la NBA tiene un sentido claro, dotar a las peores franquicias de la temporada de futuras estrellas para levantar el vuelo a un coste testimonial y así equilibrar las fuerzas en la competición. Olor socialista en una Liga capitalista que acaba siendo siempre, o casi siempre, una lotería. Un tiro al aire con pocas verdades absolutas, algunos jugadores de excelente carrera, ciertos dramas y múltiples selecciones altas convertidas en juguetes rotos. Un ejercicio de fe que, en camadas como la presente, la de 2020, se acentuó por el cierre prematuro del baloncestoeste año debido al coronavirus, que retrasó el draft cinco meses y congeló también la temporada universitaria. 

LaMelo, el hermanísimo de Lonzo, es la nueva pieza en la NBA de una saga familiar por ahora más mediática que productiva

Y en ese pensamiento nadó mucho Minnesota. Los Wolves trataron hasta el último segundo de traspasar el segundo número uno de su historia. No hubo acuerdo y apostaron por el mayor potencial del draft: Anthony Edwards (19 años y 1,93). El escolta, quizá el gran proyecto de superestrella de esta generación, demostró en la Universidad de Georgia unas posibilidad descomunales en los 32 partidos que disputó antes del adiós del curso por la pandemia. Es muy fuerte, coordinado, rápido y ágil, cualidades que le permiten anotar en cualquier posición de la cancha. También tiene lagunas... y de ellas dependerá dónde acaba estando su techo.

Tras el gran uno, el pívot James Wiseman y el base LaMelo Ball como dos y tres, respectivamente. El primero es una gacela de 2,16 metros que deberá rendir desde el inicio en unos Golden State Warriors enrabietados por perder su dominio sobre la NBA y por la nueva ausencia (y larga) de Klay Thompson por lesión. El segundo es el hermanísimo de Lonzo, la nueva pieza en la NBA de una saga familiar más mediática que productiva hasta el momento y que aterriza bajo el brazo de Michael Jordan a Charlotte Hornets. Alto y versátil para su puesto, será amado por algunos y odiado por otros. Sin término medio: es la maldición de los Ball.

Del cuatro hasta el final, lo dicho, muchas esperanzas, pocas certezas y dos jugadores europeos en el top-10, el base francés Killian Hayes (siete, Detroit Pistons) y el israelí Deni Avdija (noveno, Washington Wizards). Además, las franquicias eligieron dos jóvenes de la Liga Endesa: Leandro Bolmaro y Vit Krejci. El base argentino del Barça fue elegido por New York Knicks en el 23 y traspasado a Minnesota y no aterrizará en la Liga norteamericana hasta el próximo verano; mientras que el escolta checo (pick 37) del Casademont Zaragoza debe primero superar la lesión el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda, que le tendrá fuera casi toda la temporada, antes de llegar a Oklahoma City Thunder, franquicia que le adquirió desde Washington.

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