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PLAYOFFS NBA | NUGGETS 114 - 106 LAKERS

Los Nuggets siguen vivos: Murray y Jokic bailan con los Lakers

Exhibición del equipo de Colorado, que dominó a los Lakers de principio a fin. Los angelinos amagaron con la remontada, pero Murray sentenció. Denver, 2-1 y para arriba.

Jamal Murray, durante el tercer partido de las finales de la Conferencia Oeste de los playoffs de la NBA 2020 entre Denver Nuggets y Los Angeles Lakers
Jamal Murray, durante el tercer partido de las finales de la Conferencia Oeste de los playoffs de la NBA 2020 entre Denver Nuggets y Los Angeles LakersUSA TODAY Sports

Si alguien pensaba que los Nuggets estaban muertos, ya se puede ir olvidando. En partido y medio han sacado todas las costuras a unos Lakers que tienen motivos para preocuparse y que se pueden aferrar a una obviedad supina: van por delante en la serie. Bien podría haber sido al revés si Anthony Davis no hubiera anotado ese triple milagroso, pero lo que podría ser un 1-2 es hoy un 2-1 para ellos. Y, la verdad, pueden estar más que satisfechos con esa suerte. Porque llevan seis cuartos de los doce disputados siendo neta y completamente peor que sus rivales, sin ser capaces de hacer funcionar la maquinaria ante un Mike Malone que ha ajustado en defensa y que tiene ahora a los suyos con una dinámica positiva que se ha encontrado en todas las eliminatorias disputadas en estos playoffs justo cuando los vientos soplaban en contra. Los de Colorado se crecen ante la adversidad y se olvidan de los agarrotados músculos y las cansadas muñecas para jugar mejor cuando lo necesitan y meter el miedo en el cuarto a unos rivales que podrían ver en su casillero un 2-2 el jueves a estas horas. Y, claro, te pones empate después de la ventaja que tenías, ante un equipo que viene de remontar por partida doble y 3-1, y lo primero que te viene a la mente ya se sabe lo que es. Miedo. De momento, es solo un susurro, un mero cosquilleo, pero pronto se puede convertir en algo más si no cambian el plan establecido y, como hicieron con los Rockets, sorprenden con algo nuevo al rival, algo que no puedan neutralizar.

De momento, no ha sido así. Si el aviso (fue mucho más que eso) del segundo partido no fue aleccionador para Vogel este lo ha tenido que ver con una claridad suprema. Y eso que en el primer cuarto las cosas no iban del todo mal, con apenas dos de ventaja para Denver y 6+3+5 de LeBron. Pronto empezaron a cambiar las tornas, con un parcial demoledor del equipo de Malone en el segundo periodo (34-26), yéndose por delante en el marcador al descanso por primera vez... en los últimos siete partidos. O, dicho de la misma manera, algo que no hacían desde el tercer encuentro de la serie ante los Clippers (59-57 entonces y 63-53 hoy). Y con una ventaja que aumentaron luego en el tercero y que llegó a ser hasta de 20 tantos. Murray maniataba a la defensa angelina sin que nadie pudiera defenderlo y Jokic se fue diluyendo tras un primer cuarto excepcional (11+4+2 para 22+10 al final) pero fue bien sustituido por la intendencia rival: 26 puntos de Jerami Grant (récord en playoffs) y 14 de Monte Morris daban rienda suelta a un equipo que se divertía en el banquillo y un Malone que no paraba de aplaudir. Howard, que cambió el rumbo ligeramente con su aparición en el segundo periodo, no tuvo continuidad a pesar de salir, de nuevo, de titular en el tercer cuarto, y Rondo acabaría la primera parte con -17 en pista, un (muy) mal Kuzma y la que probablemente haya sido la peor versión de Caruso en toda la burbuja. Y, sin embargo, a los Lakers les quedaría un último arreón que hizo soñar brevemente con una remontada milagrosa, con las tornas cambiadas y Denver sufriendo de su propia medicina.

Eso sí, lo intentaron los angelinos. En un partido al que nunca estuvieron conectados parecieron conectarse al final, con un 19-2 de parcial que les ponía a tan solo tres puntos (99-96) con seis minutos por jugarse. Sin quererlo ni merecerlo, seis pérdidas consecutivas y una sequía ofensiva sin precedentes en la noche por parte de los Nuggets dejaba a los de Vogel a tiro de piedra, merced a un resucitado Rondo (3 de las 6 pérdidas fueron robos suyos) que acabó bien el choque (9+2+8+3 al final) y que hizo soñar a los suyos. Sin embargo, Malone acertó en la gestión de los tiempos muertos y consiguió tranquilizar lo suficiente a los suyos para que ajustaran en defensa y detuvieran la sangría, así como para agotar las posesiones y librarse lejos de la canasta de la presión de unos Lakers exhaustos, con Davis (casi 43 minutos hoy) al borde del desmayo. Fue Murray el encargado de sentenciar con 2 triples y una asistencia formidable a Millsap que dio una ventaja ya insalvable (111-99) y certificaba el 2-1. El base ya está: 28 puntos, 8 rebotes, 12 asistencias y 2 robos. Y las decisiones correctas en los momentos oportunos en casi 44 minutos, pero sin signos de cansancio. Malas noticias para los Lakers, que llegaron peor a los últimos minutos habiendo disputado cuatro partidos menos que sus rivales en los presentes playoffs.

Cambio de inercia ante un partido clave

Lo bueno para los Lakers es que siguen por delante en la serie, y que tienen que ganar dos de los próximos partidos para llegar a sus primeras Finales desde 2010, por dos de su rival, que no las ha pisado desde esos tiempos lejanos en la ABA. Y lo malo para los Lakers es todo lo demás; Malone colapsa la zona y deja de Danny Green (horrenda actuación la suya), Kuzma y compañía naufraguen desde el triple (6 de 26 hoy) una práctica habitual contra un equipo cuyo punto débil está en el exterior y cuyo acierto depende de una moneda al aire que a veces sale cara y otras veces no y que es tan intermitente entre partidos como constante dentro del mismo, para bien o para mal. Es decir, si entran entran y sino, no. Un problema de difícil solución cuando lo que falla es tu ataque, y todo a pesar de que LeBron haga un triple-doble (lleva 26 en playoffs, a cuatro del récord de Magic) de 30+10+11 o Davis te consiga anotar 27 puntos... y atrapar 2 rebotes. Otra batalla que, por cierto, los Lakers han perdido hoy estrepitosamente (44 a 25) con 9 capturas ofensivas para los Nuggets y un vacío enorme en una zona poblada de cuerpos rivales sin que la línea de tres haga además por tener un acierto algo aceptable que Denver considere una amenaza.

Contra los Rockets se cambió la defensa y se adaptó al ultra small ball. Ahora, hay que cambiar más cosas, muchas en ataque, para un equipo que no tiene nada que perder y sí mucho que ganar. Todo lo que sea ir para delante es hacer historia, y perder solo será el final de una temporada que ya es histórica hagan lo que hagan. Será el turno de Vogel, que tendrá que ajustar con las rotaciones dando más minutos a Howard (hoy apenas 14) y disputar los últimos instantes con Caldwell-Pope en pista (12 puntos y de lo poco salvable) y no con un disfuncional Kuzma, tanto en el fondo como en las formas. Y también será el turno de la intendencia, de LeBron de convertirse en LeBron más allá de la estadística y de Davis, que tendrá que dominar la zona y frenar a Jokic además de meter puntos. Será, en definitiva, el turno de unos Lakers que luchan por volver a lo más alto, que van por delante en la eliminatoria y que deberían elegir la vía rápida y no alargar una serie ante un rival cansado pero con un orgullo y un pundonor que no caben en el complejo de Disney. Y que se juegan menos que ellos y lanzarán con menos presión esos tiros que los angelinos van a tener que tirar con toda la del mundo. De momento, la leyenda de la franquicia que tienen delante no les ha asustado. Tampoco la de LeBron, que ha ganado las 22 veces que ha estado 2-0 en playoffs, 12 por 4-0 (algo que no ocurrirá esta vez). De momento, los Nuggets han dado un aviso. Y ya sabe, el que avisa no es traidor.