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PLAYOFFS NBA | LAKERS 126 - 114 NUGGETS (1-0)

Superman vuela, Davis ejecuta y los Lakers arrollan a Denver

La entrada de Howard cambió el partido e impulsó a los Lakers. LeBron y Rondo distribuyen (21 asistencias entre ambos) y Davis domina a lo grande (37+10+4).

Corrillo de los Lakers en el partido que los ha enfrentado a los Nuggets, el primero de las finales de la Conferencia Oeste de los playoffs de la NBA 2020
Corrillo de los Lakers en el partido que los ha enfrentado a los Nuggets, el primero de las finales de la Conferencia Oeste de los playoffs de la NBA 2020Kim KlementUSA TODAY Sports

Cuando faltaban 3 minutos y 43 segundos para que concluyera el tercer cuarto, ocurrió algo en Disney. Un alley oop de Rajon Rondo para Dwight Howard evocó épocas pasadas y despertó recuerdos en la mente de algunos aficionados. Unos que no están tan lejos temporalmente hablando, pero que se han ido olvidando poco a poco, bien por el empecinamiento puesto por ambos jugadores para que lo hagamos como por el desarrollo de un nuevo tipo de juego que domina la NBA y que se aleja del que practicaban en su día estos dos jugadores. Con ese maravilloso pase, muy bien resuelto por el center angelino, los Lakers nos trasladaron al baloncesto de hace una década, uno en el que el Rondo era uno de los playmakers más respetados de la competición y Howard era un pívot dominante llamado a heredar el legado de un Shaquille O'Neal que se encontraba en las últimas. De 2008 a 2012, ambas estrellas (es lo que eran entonces) vivieron los mejores momentos de su carrera, antes de poner rumbo a destinos alejados de Massachusetts o Florida para iniciar una caída paulatina a los infiernos que dañó su reputación y les convirtió en el hazmerreír de la Liga, en sombras de lo que fueron y que se habían transformado en eternos señalados por los aficionados, ya fuera por su carácter o por sus pobres actitudes (que no aptitudes) en pista.

Esta sensación siempre fue más acusada en el pívot que el base. Al fin y al cabo, su talento era mayor, como también las promesas que se cernían en torno a su figura. Y, en contraste con los momentos de gloria en los que a Rondo se le encendía la bombilla (siempre en playoffs), a Howard le pesó mucho la responsabilidad que pusieron sobre sus hombros. Una que nunca supo gestionar y que acabó con una muy mala experiencia en Los Angeles, un pasó de pocas luces y muchas sombras por Rockets, años perdidos en Hawks y Hornets y más perdidos todavía en Washington, donde apenas disputó 9 partidos el curso pasado. Tras enfrenarse a la siempre lenta agonía de las lesiones, Howard adelgazó y aprovechó la lesión de DeMarcus Cousins para olisquear su posible redención, su reconciliación total con los aficionados y consigo mismo en aquel sitio en el que empezó su caída. Y lo está haciendo, adoptando y aceptando un rol secundario que le ha hecho partir del banquillo en 67 de los 69 partidos que ha disputado este curso y sin fijarse en una estadística que ha bajado (7,5+7,3) para centrarse en ser un buen compañero y un apoyo constante para los suyos. Lo demostró en la serie ante los Rockets, en la que solo jugó 16 minutos: "No es una situación que me guste, pero cuando estoy en el banquillo intento dejar todas las vibraciones negativas fuera", dijo el pívot. Y, desde luego, se le vio participativo en el banquillo y animando siempre a los suyos.

Cuando ha llegado su momento, el pívot ha respondido. Lo ha hecho en regular season y lo ha hecho en el primer partido de las finales del Oeste ante ese rival inopinado, los Nuggets, que han prometido dar una guerra que de momento no han dado. Solo aguantaron el primer cuarto (36-38 arriba) impulsados por un Jokic que se fue a 11 puntos y que solo anotó 10 más en el resto de un partido en el que tuvo continuos problemas de faltas. Y en el que no pudo con un Howard que salió en el segundo cuarto dispuesto a comerse el mundo, ayudando en defensa y en ataque (2 robos y 2 tapones nada más salir) y sacando de quicio al serbio, al que no le paraba de sacar faltas. 3 antes del descanso, las mismas que Murray, siguiendo la tónica general de un duelo en el que los Lakers lanzaron 24 tiros libres sólo en el segundo cuarto, 37 al final (28 de Denver). Mucha leña en la zona y un rival que acusaba el cansancio de dos series consecutivas a siete partidos, con dos remontadas históricas que, como no puede ser de otra manera, pasan factura. Jokic finalizó con 21 tantos un partido gris, los mismos que Murray. Al primer periodo llevaban 20 puntos y 6 asistencias de forma combinada, pero el ritmo fue incapaz de mantenerse y al descanso los Lakers mandaban de 11 (70-59) y daban la sensación de hacerlo por mucho más tras dejar a sus rivales sin anotar un solo tiro de campo durante más de cinco minutos.

Rondo, LeBron y Davis

Los Lakers sentenciaron en el tercer cuarto, al que se fueron 24 arriba: 103-79 con un 33-20 de parcial. Y la exhibición colectiva era tremenda, con Rondo y LeBron sumando 18 asistencias de manera combinada al final del periodo, y 21 de las 33 que repartieron los angelinos en el partido. LeBron se quedó en 15+6+12 y no necesitó grandes alardes para que la cosa funcionara, pudiendo descansar en la parte final de un duelo que vivió un trámite ciertamente inservible en un último periodo que empezó como terminó, con todo sentenciado, y que solo sirvió para que los Nuggets pudieran maquillar ligeramente el resultado. Howard finalizó con 13 puntos en 16 minutos, los mismos que disputó en todas las semifinales, Markieff sumó 9, Kuzma 11 y un excepcional Caldwell-Pope 18. Rondo se quedó en 7 puntos, 9 asistencias y 2 robos, y se ha metido en el top ten de máximos asistentes de la historia de los playoffs superando a Michael Jordan, con otra actuación más que correcta que no hace sino certificar que en playoffs es otro hombre distinto. Y luego está Davis: 37 puntos, 10 rebotes y 4 asistencias, con 12 de 21 en tiros de campo y un +15 en pista. Los Nuggets (y sus 16 pérdidas) no tienen a nadie para defenderle, su emparejamiento natural es Millsap y Jokic arriesga mucho con las faltas cuando se pone encima suya. Y al revés la historia es radicalmente distinta, claro. Porque Davis puede defender a todos y a todo. Por mucho que el premio a Mejor Defensor se lo haya llevado otro gran defensor, juntándolo de paso con el MVP.

En definitiva, el equipo de Frank Vogel se adelanta en el primer partido de la serie por primera vez en unos playoffs en los que iniciaron perdiendo las dos primeras rondas. Con un juego colaborativo y tres cuartos fantásticos (les ha costado el primero) han dominado a un rival que llega cansado y que tendrá que morir en pista para no irse con un 2-0 que podría oler a definitivo. No parece que se vaya a repetir la tónica de la remontada ante un rival completa y netamente más sólido, en fondo y forma, que los dos que han tenido hasta ahora. Y todavía falta por explotar del todo un LeBron que ya hace estadísticas espectaculares de por sí y que sigue tranquilo, agazapado, esperando el momento de acudir al rescate de su equipo cuando esté en apuros y acercándose, sin prisa pero sin pausa, a un anillo que no sabe si conseguirá pero que le puede dar, de manera definitiva, su lugar en la historia. El Rey conoce a Mike Malone de su primera etapa en los Cavs, cuando este era asistente de Mike Brown (estuvo con él en las Finales de 2007). Algo que, desde luego, no le va a generar dudas... al fin y al cabo, con una sombra como la que proyecta y 17 años en la Liga, son pocos ya con los que no se ha cruzado. Los Lakers siguen soñando con recuperar la gloria perdida y LeBron con hacerse con la corona y reconquistar el mundo. Con Davis, Rondo, Caldwell-Pope, Danny Green (8 puntos hoy), Caruso... y con Superman, claro. Que todavía, con casi 35 años, es capaz de volar. Por si a alguien se le había olvidado.