PLAYOFFS NBA | CELTICS 122 - 125 RAPTORS (3-3)

El corazón del campeón

Los Raptors sobreviven a dos prórrogas en un partido épico, lleno de polémica y tremendas jugadas clutch. El séptimo asalto decidirá una serie para la historia.

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Ya lo dijo Rudy Tomjanovich en una frase para la historia: nunca subestimes el corazón de un campeón. Y no es que los Celtics lo hayan hecho, pero el corazón del campeón al que se enfrentaban era demasiado grande como para que lo pudieran batir tan fácilmente. Y fácil, desde luego, no va a ser para ninguno de los dos equipos, que brindaron una batalla épica y absolutamente increíble que tuvo grandes jugadas clutch, recuperaciones milagrosas, revisiones constantes y casi tres horas y media de partido con dos prórrogas incluidas. Y polémica, muchísima polémica con decisiones arbitrales cuestionables y momentos en los que se inclinó la balanza, casi siempre, en contra de unos Celtics que tuvieron muy cerca sus terceras finales del Este en cuatro años pero que tendrán que esperar para jugar la serie (si es que la juegan) ante unos Heat que esperan sentados y se frotan las manos mientras ven cómo su futuro rival, sea quien sea, sigue acumulando minutos y cansancio para otra eliminatoria que promete.

Pocos pensaba que viviríamos un espectáculo semejante tras el clínic que los Celtics dieron en el quinto asalto. También después de una primera parte de dominio (que no sentencia) verde e inoperancia ofensiva de unos Raptors que no anotaban ni queriendo. Despertaron en el tercer cuarto a base de triples, con dos de un Marc Gasol que había fallado los 11 anteriores que había intentado en la serie y está siendo una sombra del hombre que lideraba a los Grizzlies en pista. El acrecentado entusiasmo de los canadienses no arredró a unos Celtics que se mantuvieron en el partido y siguieron apretando, consiguiendo igualar las tornas y llevando la noche a lo que parecía su destino asegurado: un final de infarto. Ahí dónde las muñecas tiemblan se iba a jugar una eliminatoria que Boston podía sentenciar y a la que Toronto se podía agarrar, sobreviviendo a lo indecible y consiguiendo forzar un séptimo partido de manera tan inopinada (si nos basamos en todo lo que pasó antes del triple de Anunoby) como merecida (por el tesón y la resiliencia mostrada). La resistencia de los canadienses está siendo digna de elogio, llevando hasta el último suspiro las series en el año I post Kawhi, en el que han seguido siendo tan competitivos (o más) como antaño y han demostrado ser capaces de ganar a cualquiera por malas que sean las adversidades. Incluidos los Celtics.

Y lo hicieron, pero no sin polémica. Demasiada, pensarán algunos, sobre todo los aficionados de unos Celtics que vieron con pesar como Tatum no concretaba en un pase que parecía ir dirigido a un Nick Nurse que se había colocado en la banda de manera demasiado sospechosa. Con Toronto por delante, Theis (18+7) empató el partido a 98 con 2 minutos por jugarse. Lo hizo a pase de un Smart que hizo de todo menos meter el triple que forzaría la tercera prórroga (luego hablaremos de eso) y que finalizó con un triple-doble, el segundo de su carrera (23+11+10). El marcador no se movió en el resto del tiempo reglamentario, aunque bien podría haberlo hecho si los árbitros hubieran visto (o querido ver) un hachazo de VanVleet a un Kemba negado hoy de cara al aro (5 puntos con 2 de 11 en tiros y 1 de 6 en triples) que se llevaba las manos a la cabeza sin creerse lo que estaba pasando. El rebote lo atrapó Anunoby y Smart (siempre Smart) fue a por él forzando un salto entre dos señalado por un árbitro mientras otro concedía tiempo muerto. Prevaleció lo segundo a pesar de las protestas y de que las imágenes revelaran que Lowry lo solicitó antes de que el balón llegara a su compañero. Todo, mientras Stevens se preguntaba si podía pedir la revisión por la falta a Kemba. Ya saben la respuesta.

Prórroga, más prórroga y más polémica

Los Raptors no concretaron a pesar de tener dos intentos (en el primero señalaron a Tatum una falta inexistente sin estar los Celtics en el bonus) y el partido e vio abocado a la prórroga. La primera, con más errores que aciertos, finalizó con empate a 106. Pero en la segunda todo volvió a implosionar: Theis atrapaba un rebote ofensivo debajo de la canasta y sacaba la falta, pero los jugadores de los Raptors, muy encima de los árbitros durante todo el partido, pidieron rápidamente revisión. Y como la falta la habían pitado arriba, donde el defensor toca balón, obvian que abajo le dan dos palos y conceden un salto entre dos que gana Toronto, salvándose de la posibilidad de quedarse cuatro abajo con tres minutos para la conclusión. A partir de ahí, la locura: Powell (23 puntos) empataba desde la personal, Theis volvía a machacar tras pase de Smart y Siakam volvía a igualar acertando en suspensión y compensando su bochornosa actuación en el tiro (5 de 19, con 0 de 5 en triples).

Las hostilidades no pararon: triple de Smart, respuesta de Powell; mate de Theis, triple de Anunoby. El 2+1 de Powell, muy celebrado, daba cuatro de ventaja a los Raptors a cuarenta segundos del final y a la canasta de Tatum (partidazo, 29+14+9+2+2) respondió un Lowry que aguantó con 5 faltas, disputó 53 extenuantes minutos y se fue a 33+8+6, sabiendo sacar de quicio a sus rivales (ese dedo metido en la muñequera de Tatum) y tirando de experiencia y sabiduría para no meterse en la tangana final y llevarse a sus compañeros. Esto fue tras la última dosis de polémica, con otro triple de Tatum y dos tiros libres de Powell que sentenciaron un partido que Smart intentó empatar desde el triple. Y en la defensa, a 0,5 para el final y con un tiempo muerto de Nurse que desató las iras de un Lowry que no lo entendió, Marc Gasol tiró a Smart. En la repetición se puede observar el empujón con las dos manos, y el base, que había cuajado un partidazo sin premio, se reía irónicamente en el suelo para luego encararse con VanVleet mientras Nurse intentaba poner paz en la guerra haciéndose el bueno tras pasarse medio partido (y eliminatoria) protestanto en demasía en contraste con un Stevens demasiado parado en comparación. La virtud está en el punto medio, que dirían algunos. Y ninguno de estos dos la tiene.

Si miramos el global de la eliminatoria, los Celtics han sido mejores. Ganaron los dos primeros partidos con cierta autoridad, tenían el tercero en el bolsillo hasta el triple de Anunoby y ni en el cuarto, el que peor jugaron, se separaron en el marcador ni desconectaron del todo. Su fortaleza mental está fuera de toda duda, al igual que la de sus rivales, y su bloque sigue siendo compacto (hoy Brown ha vuelto a ser el mejor de los suyos con 31+16) y parecen tener más argumentos para cerrar los partidos que los canadienses, que solo pueden recurrir a Lowry para paliar los nervios de Siakam, aunque han encontrado en Powell a un buen microondas y a un Ibaka que aporta mucho y muy fácil desde el banquillo (13 puntos en 21 minutos por solo 15 de Marc). Las dos mejores palabras del deporte tendrán lugar (game seven) y de poco valen ya las lamentaciones o unas polémicas que no llevan a ningún sitio ni han llevado nunca. Al final, la gente se acuerda del ganador y sino que se lo digan a esos Kings que cayeron en las finales del Oeste en 2002. Y aunque los Celtics hayan sido superiores (los Kings también lo fueron), tendrán que ganar el séptimo para llevarse la serie o, a la larga, nadie se acordará de ellos. Los Raptors siguen vivos. Y siguen siendo los campeones. Y, ya se sabe, no hay que subestimar el corazón de un campeón.