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Bol Bol: el hijo de Manute que mide 2,18 y tira como un escolta

2,18 de altura, 2,34 de envergadura, intimidación, triples... Bol Bol, hijo de Manute, ha sido una de las sensaciones de la primera jornada de amistosos.

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Bol Bol, con la camiseta de Denver Nuggets, de la NBA
Elsa Getty Images

El buen aficionado a la NBA recordará a un tal Manute Bol. Ese pívot de 2,31, el segundo jugador más alto de la historia de una competición con un perfil de hombre interior que dista mucho del que se manejaba por aquel entonces. Manute disputó 10 temporadas en la NBA (entre Bullets,, Sixers y Warriors), aunque llegó a los proyectos en horas bajas y cuando ya habían vivido sus momentos de gloria (Washington en 1978 y Philadelphia en 1983). Nacido en Sudán y solo unos milímetros más bajo que Gheorghe Mureşan, el jugador de la NBA más alto de siempre, Manute tuvo una carrera discreta, aunque su físico le convirtió en un ídolo de masas y su capacidad taponadora le permitió entrar en numerosos higlights en una Liga cuya afición observaba asombrada a un espécimen de su clase.

Casi 35 años después de que Manute hiciera su aparición en la NBA, la saga continúa. Bol Bol llegaba en el draft de 2019 procedente de la Universidad de Oregón, aunque sus problemas físicos le han impedido debutar esta temporada. Ayer, en el primer día en el que se vio un partido de baloncesto después de 133, el pívot debutó con los Nuggets y dejó sensaciones espectaculares. Habrá que esperar al día 30 para ver si un Bol regresa oficialmente a la mejor Liga del mundo, pero de momento, parece que hay jugador para rato. Allá quedan los tiempos de su padre, que falleció en 2010 tras años de activismo y de ayuda a Sudán del Sur, donde se esforzó por erradicar el hambre y las injusticias. En esa época, con un efervescente aperturismo de la competición norteamericana, Manute vio como Larry Bird y Magic Johnson luchaban contra la historia y también fue testigo de la llegada de un Michael Jordan que dominó los 90. Ahora, mucho tiempo después, su hijo podrá ser testigo de los últimos años de LeBron, de la calidad de Durant, el buen hacer de Kawhi o esa dinastía que busca regresar, la de los Warriors.

Bol Bol es, a simple vista, una réplica exacta de su padre. Mide 13 centímetros menos (2,18), pero corre más y mejor, y parece un avance evolutivo de lo que en su día fue Manute, con una capacidad innata para el triple, aunque con mecánica algo lenta. Ante los Wizards, se fue a 16 puntos, 10 rebotes y 6 tapones, demostrando que se parece a su padre también en esta última variante, consiguiendo su progenitor el premio a máximo taponador en dos temporadas. Además, Bol Bol se mueve bien en posiciones interiores, intimida en defensa, maneja la bola y tiene un reverso letal en la media distancia. No le da miedo lanzar (2 de 8 en triples ante los Wizards) y tiene un techo infinitamente superior al de su padre, que siempre pecó de una debilidad manifiesta de cintura para abajo, que le hacía sufrir en el poste ante pívots más bajos pero más fuertes.

Bol Bol también es liviano para su estatura (99,8 kilos con 2,18 de altura, ni la primera versión de Kevin Durant), pero podrá suplir esa carencia con sus innumerables virtudes en una época en la que jugar al poste ha pasado de ser raro a casi inexistente en ciertos esquemas de juego. Podrá encargarse de intimidar a los jugadores exteriores cuando penetren, pero tendrá un problema cuando tenga que salir de su zona de confort (que, por mucho que tire triples, está debajo del aro) para defender a hombres más bajos y rápidos con los que es muy fácil sufrir. Su capacidad para gestionar los cambios en el pick and roll y su adaptabilidad en un ataque liderado, en los Nuggets, por Nikola Jokic, serán fundamentales para discernir cuál es el futuro de Bol y, sobre todo, si su techo va a ser todavía más alto que ese lugar al que le llevan sus centímetros.

Eso sí, siempre hay un pero. Y este es precisamente el tema de las lesiones. Promediaba 21 puntos, 10 rebotes y 3 tapones en Oregón casi sin esfuerzo, todo ello con un espectacular 52% en triples, pero tuvo que decir adiós después de solo 9 partidos por una lesión en el pie izquierdo. Luego, tuvo problemas en la rodilla; en definitiva, ese tren inferior que tanto daño le hizo a su padre y que es una tónida en los hombres altos que soportan mucho sobre una piernas no del todo trabajadas (véase Andrew Bynum). La técnica para correr y andar e incluso la manera que tenga de plantar los pies en el suelo a la hora de lanzar, serán claves para prevenir unas lesiones que le dejaron en el dique seco cuando apuntaba a número 1 del draft (fue el 44 de la segunda ronda) y que le han impedido debutar con los Nuggets, estando asignado la mayor parte del año a los Windy City Bulls de la G-League.

Ahora, Bol Bol se encuentra ante su gran oportunidad. Mike Malone salió con cinco hombres altos ante los Wizards, aunque no se sabe si esto va a ser una tónica cuando se inicie la competición de forma oficial. Eso sí, tendrá la oportunidad de debutar en una Liga que no espera a nadie y en la que deberá aprovechas todas sus opciones y hacerse hueco en un equipo en el que puede crecer, con buenas referencias en pista (Jokic) y un mentor didáctico (Malone) que siempre intenta encontrar el equilibrio entre la proyección de los jóvenes y las posibilidades, de momento lejanas para todos, de anillo. Ahí se podrá colar Bol Bol, el hijo de una leyenda como Manute, nacido en Sudán y establecido en Estados Unidos tras salir su familia vía Egipto y como refugiados cuando Manute fue acusado de ser un espía de EE.UU en plena guerra civil sudanesa. Con el nombre de su bisabuelo, jefe de la tribu Dinka, Bol Bol (que medía 1,96 a los 13 años) ha encontrado su momento en la NBA con la intención de demostrar que es mucho más que la versión 2.0 de su padre. Y, como dijo en 2015, "quiero terminar lo que él no pudo".