Michael Jordan ha sacado de quicio a muchos compañeros, como ha quedado perfectamente retratado en el documental The Last Dance. Sus métodos no eran aprobados por todos porque la presión que ejercía sobre los compañeros era, en muchos casos, demasiada. Además de las peleas con Steve Kerr o Will Perdue, otros como Scott Burrell tuvieron que aguantar los modos del legendario escolta. Jordan se escuda en que eso permitía que nadie bajara la guardia y a él le servía para saber quién estaba preparado y quién no.

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Durante las Finales de 1998 Jordan protagonizó el trash-talk definitivo, porque sería lo último que haría con los Bulls y porque ya no entraba ahí la motivación sino el puro troleo y la socarronería. Los de Illinois acababan de ganar el sexto Anillo en ocho años, su segundo triplete, en otras serie clásica ante los Jazz. Según ha revelado el actor Damon Wayans, uno de los mejores amigos de Jordan, el jugador-franquicia se acercó a uno de los suplentes que menos jugaba y que estaba llorando de felicidad tras la consecución de un nuevo título para decirle: "¿Y tú por qué lloras? Si soy yo el que ha salido ahí a ganarlo para ti".

El jugador era Joe Kleine, que hizo una carrera de 15 años en la NBA pero en los Bulls sólo estuvo dos temporadas. Pese a que en el Draft de 1985 fue escogido en el sexto puesto, este pívot jugó muy poco en aquellos Bulls y eso fue lo que propició la mofa de Jordan: promedió 2 puntos y 1,7 rebotes en la temporada 1997/98, en la que tuvo lugar la anécdota aquí relatada.