Carmelo y los Nuggets 2008-09: "Habríamos barrido a los Lakers"
"Si hubieramos ganado los dos primeros partidos en Los Ángeles, les habríamos barrido", dice Anthony, convencido de que el anillo del 2009 era suyo.
"Si hubiéramos ganado los dos primeros partidos en Los Ángeles, habríamos barrido a los Lakers". Desde luego, ni la NBA ni en la vida se vive de condicionantes, pero Carmelo Anthony parece haber encontrado en ellos un buen motivo de distracción para esta cuarentena. Si hace poco afirmaba tajantemente que habría ganado uno o dos campeonatos en caso de que los Pistons le hubieran seleccionado en el segundo puesto del draft 2003 por delante de Darko Milicic, ahora se ha mostrado así de tajante sobre las finales del Oeste del año 2009 en una conversación de Instagram con Dwayne Wade. Un debate irrisorio pero del que los aficionados pueden sacar jugo... aunque ya sabemos como acabó esa serie.
Es cierto que Carmelo nunca estuvo tan cerca del anillo como en la 2008-09. Era su momento y el de los Denver Nuggets, que liderados por George Karl en los banquillos y el alero en pista tenían, por fin, una plantilla construida para optar al campeonato. Los movimientos realizados en los primeros compases de la temporada habían permitido que Allen Iverson, sus puntos y su monopolizante y casi unidimiensional juego pusieran rumbo a Detroit a cambio de Chauncey Billups, un base más abnegado, entregado a lo colectivo y que hacía mejores a sus compañeros y a sus equipos. El traspaso era el fin de una era para esos Pistons que representaron a esos Bad Boys 2.0 y que saldaron la última gran época de esplendor de su historia con seis finales del Este consecutivas (de 2003 a 2008), un campeonato (2004) y una derrota en las Finales (2005). Unos años de solvencia incuestionable que Billups alargó una campaña más, llegando de nuevo y en su nuevo equipo a la penúltima ronda de los playoffs y la última de conferencia.
Los Nuggets se clasificaban segundos del Oeste con un récord de 54-28 tras los últimos Lakers que superaron las 60 victorias (65-17). Conseguían además el mejor rating ofensivo de su historia hasta el momento (110,4), quedando sextos de la Liga en puntos por partido (104,3), sextos también en asistencias (22,2), terceros en robos (8,7), segundos en tapones (6), quintos en tiros de campo (47%) y en tiros de dos (49%) y con cinco jugadores por encima de los 10 puntos por partido (podemos meter aquí a Kleiza, que sumó 9,9). Anthony vio sus estadísticas algo resentidas respecto a los años anteriores y se quedó en 22,8 y 6,8 rebotes, pero lanzó con un 37% en triples y se coló en el Tercer Mejor Quinteto de la NBA, jugando el All Star junto a Billups (17,9+6,4). Sensaciones positivas que se potenciaron en playoffs, donde prácticamente pasaron por encima de Hornets y Mavericks (4-1 en cada una de las series) para llegar a las primeras finales del Oeste desde 1985 y las terceras de su historia.
Un rival peligroso y una serie muy dura
La serie fue una auténtica guerra en la que los Lakers partían como favoritos. Sin embargo, probablemente fue la eliminatoria más peligrosa que los angelinos tuvieron en el Oeste durante los tres años (2008-10) en las que llegaron a las Finales. Nené Hilario, Kenyon Martin y Chris Andersen eran hombres interiores poderosos que no pondrían las cosas fáciles a Pau Gasol, Andrew Bynu y Lamar Odom. Tampoco el propio Billups, superior en el duelo individual a Derek Fisher o un Carmelo del que Kobe se tendría que ocupar más de una vez, pero que tuvo enfrente durante más tiempo a Trevor Ariza. Kleiza aportaría desde el banquillo, al igual que un prolífico anotador y buen defensor como JR Smith (viejo conocido). Y luego estaba Dahntay Jones, que traspasó la fina línea que separa la agresividad de la violencia en una dura (durísima) y casi desvergonzada defensa a Kobe.
En el primer partido los Lakers sufrieron de lo lindo y el segundo cayó de lado de Denver. Ahí es dónde Carmelo piensa que si se hubieran llevado los dos habrían ganado. Y quién no. Pocas series se han remontado perdiendo los dos primeros partidos en casa. En las Finales, nunca. En el tercero un heróico Kobe anotó 41 puntos con unos últimos minutos memorables para permitir seguir vivos a los Lakers, que volvieron empate a 2 a Los Ángeles y ganaron el quinto en el Staples y el sexto en Denver, 4-2 al final con duelos impresionantes. Y pusieron rumbo a unas Finales donde esperaban los Magic, a los que según Carmelo también se habrían impuesto. Más de una década después, es fácil hablar de ello, pensarán algunos. Y eso sin contar que los Magic de Howard y Van Gundy eran un fantástico equipo.
Kobe, que estaba cuajando unos playoffs sin grandes alardes para lo que era normal en él (27+5+4,5 hasta esa serie), explotó en esa eliminatoria, en la que se fue a 34 puntos, 5,8 rebotes y 5,8 asistencias con un 48% en tiros de campo, un 34 en triples y un 93 en tiros libres. Si combinamos esos encuentros con los cinco de las Finales (MVP incluido) se va a 33,3+5,7+6,5. Carmelo promedió 27,5 puntos y 5 rebotes, pero con unas pobres series de lanzamiento (40% en tiros de campo y 25 en triples). Billups por su parte, se fue a 18 con 6 asistencias y Pau aportó a los Lakers 17,5+12,3, con 3,5 pases a canasta y más de 2 tapones haciendo doble-doble en todos y cada uno de los seis encuentros. Para la historia queda esa serie, un capítulo más para los Lakers y para Kobe Bryant, del que se siguen recordando sus innumerables hazañas. Y los condicionantes le valen de poco a unos Nuggets que nunca han pisado las Finales desde que llegaron a la NBA en 1976 (sí lo hicieron en la ABA unos mese antes, con Larry Brown en el banquillo) y que en las nueve presencias ininterrumpidas en playoffs con George Karl en los banquillos solo pasaron de primera ronda ese curso. Y a Carmelo, un jugador excepcional que, como tantos otros, nunca ha ganado el anillo, le vale menos todavía.