¿Un jugador de playoffs? Rajon Rondo y el dilema de los Lakers
Las dudas en torno a la figura del base son continuas y su temporada está suscitando muchas críticas y pocos halagos. ¿Es un lastre o puede ser clave para los Lakers?
Del pasado no se vive. Es lo que muchos parecen reprochar a Rajon Rondo, un jugador especial, capaz de enamorar al aficionado hace una década, pero en caída libre desde su salida de los Celtics, donde forjó su reputación y ese pasado con el que sigue justificando su valía. Aunque sería injusto acotar tanto el análisis. Al fin y al cabo, es cierto que el base no ha vuelto a ser el mismo que fue en su día, pero no haríamos honor a la verdad si nos quedáramos solo con la parte mala de todo este tiempo. Poco se puede sacar en postivo de su tumultuoso paso por los Mavericks, relación con Rick Carlisle incluida; pero jugó de forma excelente en los Kings, en una temporada pasada por alto por las escasas 33 victorias conseguidas por una franquicia que parece estar maldita. Y también en los Pelicans, donde carburó en la parte final del curso y apareció en unos playoffs en los que su nivel rozó lo excelso.
Hoy en día, los playoffs son el mayor argumento con el que cuenta Rondo. Sus lovers, cada vez más escasos y casi en peligro de extinción, argumentan que es un jugador de playoffs, una nomenclatura acorde a la carrera de un baloncestista que aparecía en los momentos importantes y dominaba los partidos clave a pesar de sus evidentes carencias de tiro, una losa muy pesada en la era de los triples, en la que además de desaparecer el mid range y los pívots dominantes, la posición de base ha evolucionado (o involucionado, según como se mire) a una dimensión en la que se tira más y se pasa menos. Muchos se acuerdan de que Rondo repartió, con tan solo 22 años, 16 asistencias en el segundo partido de las Finales del 2008 ante los Lakers y les sentenció con 21 tantos en el sexto, a la postre el definitivo. También del casi triple-doble que promedió en los playoffs del año siguiente, con Garnett lesionado (16,9+9,7+9,8, con 2,5 robos y solo 2,7 pérdidas). En 2010 endosó a LeBron y sus Cavs un triple-doble de 29+18+13 y los verdes acabaron con un +14 con él en pista en el cuarto partido de las semifinales del Este de unas series que ganaron. Y para el recuerdo está la fase final de 2012, el cúlmen en cuanto a nivel de su carrera, en la que lideró a unos ya veteranos Celtics a rozar las Finales promediando en todos los playoffs 17,3 puntos, 6,7 rebotes, casi 12 asistencias y más de 2 robos por encuentro, consiguiendo 13 dobles-dobles en 19 choques, 4 triples-dobles y 10 o más asistencias en todos los duelos menos en tres.
Está claro que a partir de abril se ha visto tradicionalmente al mejor Rondo, pero también que del pasado no se vive, y que el playmaker genera más dudas que nunca. Más allá de sus estadísticas (7,2 puntos, 3 rebotes y 5 asistencias, las más bajas desde su año rookie), son las sensaciones. Su juego se ha resentido, no ha vuelto a defender como en su etapa en los Celtics y se despista inexplicablemente tomando demasiados riesgos a la hora de intentar robar un balón, encajando cortes de los que no se entera y sin respuesta en muchos uno contra uno. Rondo debería ser el líder de la segunda unidad, pero sufre en los emparejamientos contra la nueva generación de bases de la Liga y solo cuando está centrado es capaz de responer en defensa. Tampoco en ataque está siendo un revulsivo: promedia un 42% en tiros de campo cuando en su carrera está en un 46, y la leve mejora en triples del año pasado (casi un 36%) se ha visto mermada en este, en el que está en un 32%. Las defensas flotantes se han multiplicado y los triples liberados acaban fuera de la canasta de manera continua. Y tampoco mejora a los Lakers, que tienen un offensive rating peor cuando no está en pista (pasan de 115 a 112), mientras que los rivales mejoran su ataque cuando el base no está en pista.
Los problemas que Rondo plantea en el esquema de Vogel también son un hándicap. Es muy difícil que funciones con LeBron en pista, ya que el alero amasa mucho balón, actúa de base y relega a su compañero a una esquina, una función en la que no se maneja y en la que promedia un 39% en tiros. Y cuando tiene el balón ralentiza el juego de su equipo, lo bota demasiado y se queda mucho tiempo con él. Su equipo juega de una manera distinta con Rondo en pista, que sigue manteniéndose fiel a un estilo muy exitoso hace una década pero que hoy plantea serios problemas a una franquicia que tiene como objetivo el anillo.
¿Motivos para la esperanza?
Contra los Clippers, Rajon Rondo cuajó una primera parte desastrosa. En 7 minutos, se quedó sin anotar con un 0 de 4 en tiros, perdió un balón y dejó a los Lakers con un -3 con él en pista. Las redes sociales exploraton entonces y convirtieron su nombre en trending topic número 1 en Estados Unidos, algo asombroso que sin embargo deja claro la opinión cada vez más generalizada que hay sobre su persona. Las exigencias a Vogel para que le sacara de la pista y las burlas se repetían. Sin embargo, y esto también ha sido una tónica durante el curso, parece que el base está protegido en los Lakers. Frank Vogel cuenta con él y LeBron y Davis son grandes defensores de su presencia, algo que le refuerza y que ha permitido que esté fuera de los rumores de traspaso que muchos exigían a la franquicia.
En el tercer cuarto, pudimos llegar a vislumbrar, al menos levemente, que Rondo todavía no se ha ido del todo y que puede aportar en un equipo aspirante (casi favorito). En un periodo de algo más de 4 minutos, el base anotó 4 puntos y repartió 5 asistencias. Lo hizo con Davis en pista, la mejor pareja que puede tener y con el que explotó en esos playoffs en los que los Pelicans eliminaron a los Blazers en primera ronda con 11 puntos, 7,5 rebotes y 13,3 asistencias de Rondo, que en semifinales se fue a los 21 pases a canasta contra los Warriors en la única victoria de Nueva Orleans en esa ronda. Y sin LeBron, con el que demostró que también puede jugar en el inicio del último periodo, en el que los Lakers abrieron brecha con ambos hombres en cancha.
Lo más sencillo es desconfiar de Rondo y de lo que pueda aportar para playoffs, pero su carrera inspira respeto e incluso con el sainete que fueron los Bulls en la 2016-17 consiguió destacar en playoffs robando dos victorias a los Celtics en el Garden antes de caer lesionado y que Chicago perdiera los cuatro siguientes. Su influencia va muchas veces más allá de la mera estadística, incluida la avanzada, y su mera presencia era hace unos años sinónimo de seguridad en los finales apretados, donde tenía la capacidad de tomar la decisión correcta en el momento oportuno. Vogel habló hace poco del "swag y la confianza" que aportaba al grupo, declaraciones que no gustaron mucho a los haters de Rondo, cada vez más radicalizados. Tras el encuentro ante los Clippers, el técnico fue más allá: "Creo en él. Siempre me siento bien cuando está en pista", afirmaba.
¿Rondo sí o Rondo no? El escrutinio al que está siendo sometido es constante, y los Lakers parece que van a apostar por un hombre que puede ser un lastre y un salvador. Sus últimos años apuntan hacia lo primero, pero su carrera nos dice otra cosa. Su irregularidad es palpable, solo ha sido titular en 3 partidos (mínimo en su carrera) y ha alternado buenas actuaciones (14+12 ante lo Jazz, 21+12+8 contra OKC, 23 puntos a los Suns), con otras que han ido de malas a paupérrimas. Con poco más de un mes para el inicio de la fase final, se acerca su momento, ese que ha forjado su reputación y ha permitido que se le considere un jugador de playoffs. Los Lakers le necesitan. Al fin y al cabo, es el segundo base de la rotación después de LeBron y delante de Caruso, el líder de la segunda unidad, uno de los mejores socios de Anthony Davis y un hombre que va a tener minutos en los momentos importantes. Y ahí, solo ahí, veremos quién tiene razón.