Chandler Parsons sale a un millón por partido: "No coger el dinero habría sido psicótico"

Chandler Parsons tiene 31 años y lleva en la NBA desde 2011, cuando los Rockets lo eligieron con el número 38 del draft. Había cubierto ciclo universitario en Florida, su estado natal, y se había licenciado en telecomunicaciones. Y de paso, se había colado en el quinto mejor quinteto a nivel nacional en los rankings de Fox. En los Rockets (entró en el segundo mejor quinteto rookie de la temporada), jugó tres años en los que demostró que podía ser un alero/ala-pívot con buena muñeca y condiciones para poner la bola en el suelo y crear en ataque, un perfil que empezaba a ser muy, muy valioso en una NBA en la que se estaba entrando en la última fase de la revolución del triple y el juego muy abierto y de muchos espacios y ritmo. En la 2013-14, la última en Houston, promedió 16,6 puntos, 5,5 rebotes y 4 asistencias con un 37% en triples. Cuando se convirtió en agente libre restringido, los Mavericks le hicieron una oferta de 46 millones por 3 años que los Rockets no igualaron. Se fue a Dallas, y siguió con su buen nivel (15,3 puntos y 4,9 rebotes con un 38% en triples en la 2014-15).

Pero entonces llegaron las lesiones recurrentes de rodilla, un problema que hizo que su prometedora carrera descarrilara cuando entraba en los que deberían haber sido sus años de madurez. Después de dos años en Dallas, renunció a su player option de 16 millones para la temporada 2016-17 y salió a un mercado que entraba en combustión con el nuevo dinero llegado del revolucionario acuerdo televisivo (24.000 millones por nueve temporadas) que disparó los salarios, un movimiento sísmico que se ha dejado sentir desde entonces, con una notable contracción para los jugadores de nivel medio y bajo en los últimos veranos. Los Grizzlies, que necesitaban talento en desde un mercado pequeño en el que es muy difícil convencer a los agentes libres de primer nivel, arriesgaron con las rodillas de Parsons y le dieron más de 94 millones por cuatro años. Y las rodillas del alero, por desgracia, no dieron tregua. El pasado verano fue traspasado a Atlanta Hawks en un movimiento sin más objetivo que liberar su salario, 25 millones esta temporada, la última que tenía garantizada por ese acuerdo de 2016. En este tiempo solo ha jugado 95 partidos en sus tres años en Memphis (45 como titular) y cuatro con Atlanta Hawks, donde no tiene minutos en un equipo joven en plena reconstrucción. Esos 99 partidos son los que ha jugado durante su actual contrato de más de 94 millones. A casi un millón por partido, por lo tanto.

En los Grizzlies, cuando jugó, apenas lo hizo 19,6 minutos por noche con unas medias de 7,2 puntos y 2,6 rebotes. Con casi 130 millones de dólares ganados en contratos NBA, Parsons soportó en Memphis las iras de una afición frustrada con su situación y una inversión en él fallida que ataba a los Grizzlies de pies y manos mientras se caía definitivamente el proyecto del grit and grind (Conley, Marc Gasol, Allen, Randolph...). Ahora, Parsons ha hablado con Hoopshype de esa extraña situación y de cómo espera tener un buen último tramo de carrera: "Es un asco estar sin jugar. Me gustaría ayudar al equipo, demostrar que puedo hacerlo porque estoy además en último año de contrato. Estoy mejor que hace mucho tiempo físicamente, la rodilla está bien, todo está bien. Me encuentro muy bien. Creo que en verano podré conseguir un contrato más benigno para el equipo con el que lo firme y eso hará que se me vea de otra manera tanto entre las franquicias como entre los aficionados. Es como el caso de Dwight Howard: con un contrato máximo era un desastre, con el mínimo que tiene ahora en los Lakers es muy útil. Si Iguodala acaba en los Lakers con un contrato mínimo, lo mismo... Así son las cosas. La gente me ha criticado mucho pero todos habrían hecho lo mismo que yo si hubieran podido. ¿Tenía que anticipar que iba a tener tantas lesiones y firmar por eso por la mitad de dinero? Es psicótico pensar algo así, cualquier habría actuado como yo ante una oportunidad igual".