Sorpresón: los 'otros' Warriors también ganan a los Rockets
Nefasta segunda parte del equipo de James Harden y triunfo de mucho mérito de los Warriors, que llevan tres victorias seguidas. Russell Westbrook, muy fallón.
Cuando se elaboró el calendario de la temporada 2019-20, el Warriors-Rockets tenía sentido en Navidad como gran duelo de la Conferencia Oeste en los últimos tiempos, pero lo había perdido por el pésimo ritmo de unos Warriors desmantelados y en año de transición. Los Rockets llegaban a la Bahía con seis victorias en siete partidos y en el mejor momento de cocción de la pareja James Harden-Russell Westbrook. A priori, un duelo muy desigual que la realidad había dejado fuera de lo que debería ser el foco central de la noche de Navidad NBA. Pero los Warriors, que también venían en su mejor momento después de ganar por primera vez dos partidos seguidos, se dieron el que va a ser seguramente su mayor placer de la temporada: 116-104, sorpresón navideño, tres triunfos consecutivos cuando solo llevaban cinco anteriormente (8-24 ahora) y el gustazo de ganar a los Rockets de James Harden... otra vez. Pero ahora sin Stephen Curry, sin Klay Thompson, sin Kevin Durant, sin Kevon Looney... Con solo uno de los fantasmas en el armario de los texanos: Draymond Green.
El partido enseñó que podía tener trampa cuando los Warriors recuperaron el -13 (40-53) en el que se habían metido camino del descanso. Damion Lee, cuñado de Stephen Curry, enlazó tiros y no paró de coger rebotes en toda la noche. Al final, el partido de su vida: 22 puntos, 15 rebotes y 4 asistencias para unos Warriors en los que Green (20+11) y Glenn Robinson (18+4) sumaron cuatro triples en el último cuarto, cuando se confirmó lo imprevisto después de un segundo tiempo en el que el parcial fue de 52-36, con los Rockets completamente incapaces de acumular la energía necesaria para llevarse el partido por puro talento, lo que en realidad deberían haber hecho.
D'Angelo Russell anotó 20 puntos y el banquillo de los Warriors fue más productivo (26-15), pero la victoria se fraguó en un gran trabajo defensivo, de sobresaliente para un equipo muy mejorado en este apartado después de un inicio de temporada históricamente calamitoso. Steve Kerr lo apostó todo, con marcajes dobles muy agresivos, a que James Harden tirara poco y fueran los demás los que tuvieran que amarrar la victoria. Funcionó. Los Rockets acabaron con un pésimo 37% en tiros de campo (37/100) y un 16/51 en triples que se deshuesa así: 6/10 de Harden, 10/41 del resto... con 5/12 de Danuel House. Todos menos Harden y House, 5/29 (muchos fallados en posiciones absolutamente liberadas). Russell Westbrook falló los ocho que tiró (30 puntos, 12 rebotes, 5 asistencias pero 11/32 en tiros), con los Warriors dejándole muchísimo espacio para que Green pudiera hacer ayudas por todo el resto de la defensa. Otra vez, funcionó: Harden solo tiró 18 veces (9/18) y acabó con 24 puntos, 11 asistencias... y solo un tiro libre lanzado. Y fallado: la quinta vez en su carrera que no anota desde la línea de personal.
Los Warriors sabían que, en un año en el que no van a jugar playoffs y solo aspiran a pensar en cómo ser el mejor equipo posible la próxima temporada, iban a tener pocas oportunidades como esta, por rival odiado y por los focos de la jornada navideña. Los Rockets no tuvieron la concentración necesaria, ni la energía que se podía esperar para ganar un partido que podrían haber ganado, a priori, con bien poquito. Hicieron todavía menos, y perdieron. Tal vez porque enfrente (cuatro eliminaciones en playoffs en los últimos cinco años, las dos últimas durísimas) estaban los Warriors. Y eso nunca les gusta, lleve quien lleve la camiseta de los de la Bahía.