Bache de los Lakers: otra derrota, LeBron lesionado, Davis tocado...
Los Nuggets, segundos del Oeste, arrasan el Staples Center ante unos Lakers perdidos sin LeBron. Anthony Davis, para colmo, acabó con problemas de rodilla.
Los Nuggets ya están ahí, otra vez. Después de arrancar muy despacio, con el ataque bajo mínimos y Nikola Jokic perdido tras el Mundial (por actitud y por exceso de peso), suman seis victorias seguidas y están en su mejor inicio en la NBA, 20-8 y segundos del Oeste, ahora a tres partidos de unos Lakers en el arco contrario de los estados de ánimo: tres derrotas seguidas, las mismas que habían sumado en los 27 primeros partidos y 24-6 que les lleva con muchas dudas al partido de Navidad contra los Clippers: LeBron James se lesionó ante los Pacers, jugó muy tocado (músculo torácico) contra los Bucks y no pudo estar ante los Nuggets, en otro domingo negro de su equipo en el Staples (como ante Raptors y Mavericks). Anthony Davis, que se lesionó ante los Hawks y no jugó contra lo Pacers (tobillo), lideró un esfuerzo inútil de unos Lakers sin orden ni concierto y acabó, para colmo, con visibles molestias en una rodilla.
Los Lakers, en un reguero de pequeños problemas físicos, no han podido rodar todavía con continuidad a su rotación esencial de siete u ocho jugadores y están pagando, parece obvio, la dureza de un calendario de diciembre que les ha tenido casi siempre fuera de casa. La única buena noticia ante los Nuggets (104-128) fue el regreso de Kyle Kuzma, que todavía no ha podido coger ritmo y sitio para que se pueda saber con alguna certeza si puede ser o no lo que los Lakers necesitan que sea: un tercer anotador fiable, un generador secundario, un jugador que aproveche con tiros liberados y cortes hacia el aro la libertad que da compartir pista con dos jugadores generacionales. El ala-pívot, algo es algo, se movió bien y acabó con 16 puntos y 4 rebotes. Anthony Davis (32+11 y 4 tapones) lideró un esfuerzo casi ilógico, con los rebotes de ataque cubriendo las carencias de un ataque es estático terrible, que duró hasta poco después del descanso: los Lakers ganaban 67-65 antes de desfondarse, literalmente (80-99 en el ecuador del último cuarto). Recibieron 62 puntos en la pintura, se quedaron sin fuerzas en defensa y enseñaron muchos puntos negros en ataque. Avery Bradley es, por ahora, otra víctima de una lesión de la que ha regresado irreconocible tras un gran inicio de temporada. Rondo no propuso nada en un día en el que se le necesitaba y los tiradores también parecieron ausentes (como en muchos otros partidos) en un equipo que, desde luego, no tiene forma de suplir a LeBron. Si es que tal cosa existe, claro. De la lesión de este y de la rodilla de Davis depende ahora que la jornada de Navidad no acabe siendo antes de empezar otro mal trago para un equipo en su primer valle de la temporada.
Al contrario, los Nuggets marchan a muy buen ritmo, con su profundo banquillo (Beasley, Morris y Plumlee fueron importantes en una victoria clara pero trabajada), Jokic cerca de su mejor nivel (esta vez 18+6+5) y Millsap como líder veterano (21 puntos) de un grupo que va de tapado aunque acabó segundo la temporada pasada y está segundo ya otra vez en esta. Tal vez no tenga el polvo de estrellas suficiente para llevarse el Oeste, pero en el Staples demostró que en cuanto les falle el plan A al resto de aspirantes, ahí estará. Los Lakers, en uno de esos momentos en los que se necesita un break que la Regular Season jamás concede, lo experimentaron en sus carnes.