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Conley, el jugador sin técnicas, no levanta cabeza en los Jazz

El base recae de su lesión y estará parado "varias semanas" justo cuando él y su equipo empezaban a rendir a buen nivel.

Conley, el jugador sin técnicas, no levanta cabeza en los Jazz
Alex GoodlettGETTY IMAGES

Mike Conley lleva trece años en la NBA, a la que llegó desde el número 4 del draft (2007) y tras jugar con Greg Oden en Ohio State. Es, desde luego, un excelente deportista. Y cuesta pensar que no es un gran tipo también. Íntimo de Marc Gasol, acapara premios de deportividad y el año pasado unió a ese (que lo ganó por tercera vez) el de mejor compañero. También es, claro, un excelente base. En una era dorada en el puesto y de enorme profundidad en el Oeste, nunca ha sido all star, aunque ha jugado lo suficientemente bien como para serlo muchas veces, convertido en uno de los ejes de los maravillosos Grizzlies del grit and grind, el equipo en el que formó con Marc, Tony Allen y Zach Randolph una alternativa de vieja escuela y baloncesto obrero en la Conferencia Salvaje.

Tampoco ha estado nunca en los quintetos All NBA salvo una elección para el Segundo Defensivo, en 2013. Fiable, inteligente, productivo y competitivo, no es jugador de highlights y no había salido de un mercado pequeño como el de Tennessee hasta este verano, cuando abandonó (y no por su propio pie) como último miembro en pie del grit and grind. Tras la salida de Marc en febrero, sus días en los Grizzlies, su equipo durante doce temporadas, estaban inevitablemente contados. Faltaba que otra franquicia tuviera claro que él era el jugador bisagra con el que dar el salto definitivo de calidad y apostara así por llevarse su contrato: 32,5 millones esta temporada con una player option de más de 34 para la próxima. Esa franquicia fue Utah Jazz, que después de dos derrotas seguidas ante los Rockets en playoffs decidió cambiar en el puesto de base, dejar ir a Ricky Rubio y apostar por Conley.

Por ahora, las cosas no van como se esperaba, ni para unos Jazz que recuperan poco a poco algo de pulso (decepcionante 16-11) ni para un Conley al que un problema en el bíceps femoral de la pierna izquierda ha parado cuando empezaba a cogerle el tono a su nuevo equipo. Tras un inicio de curso en el que se le veía desubicado y sin acierto en el tiro (uno de los aspectos en los que más distancias tiene que marcar con respecto a Ricky), empezaba a entonarse y (lo que siempre ha hecho) a mejorar a sus compañeros (Mitchell y Bogdanovic podían ejercer más de finalizadores que de iniciadores) cuando se lesionó. Forzó más de lo que le recomendaban los médicos de la franquicia, regresó después de cinco partidos de ausencia... y se rompió definitivamente en lo que va a ser ahora una baja "de varias semanas".

Un palo para Conley y para unos Jazz que están empezando a encajar unas piezas que empezaron la temporada desparramadas por la pizarra de Quin Snyder, normalmente ordenada de forma absolutamente meticulosa. Un equipo para el que no hay ya más reto ni objetivo que llegar lejos en playoffs, una meta que será con la mejor versión de Conley... o no será.

Conley, por su parte, también quería acabar en un equipo de máximas aspiraciones toda vez que era imposible alargar su ciclo en los Grizzlies. El equipo de su vida estaba iniciando una nueva etapa en la que el núcleo duro lo tendrán que formar los jóvenes: Ja Morant, Jaren Jackson Jr, Brandon Clarke... Conley, de eso no hay duda, no va a cambiar esta temporada su esquiva relación con un All Star Game que parece destinado a ver eternamente por televisión. Promedia 13,6 puntos (su mínima en siete años), 4,6 asistencias (casi dos menos que la temporada pasada) y un terrible 36,5% en tiros de campo. Lo que sí ha conseguido en coronarse como el jugador con más partidos seguidos sin una sola técnica señalada. De hecho, no ha recibido ninguna en sus ya 810 partidos de Regular Season (tampoco en 56 de playoffs), algo insólito y que deja atrás las cifras del principal referente, un Andrei Kirilenko que sumó 797 partidos sin técnicas. Algo de lo que Conley se jacta y que le hace recordar la educación que recibió de su padre, Mike Conley Sr, medalla de oro de triple salto en Barcelona.

Durante un tiempo, Conley apenas era conocido por el gran público por su contrato, los 153 millones que firmó en Memphis (y que sigue cobrando) y que suponían entonces (julio de 2016) la cifra más alta por volumen total de la historia de la NBA. Ahora, cuando muchos han superado esos números, sueña con endulzar su salida de Memphis con grandes logros en los Jazz. De momento, ni él ni el equipo de Salt Lake City han dado nivel para soñar con ellos. Y ahora, para colmo, llega una lesión muy traicionera y que le va a tener parado hasta nueva orden. Por suerte, para él y el equipo de Snyder, todavía quedan lejos los playoffs. La hora de la verdad.