No hace tanto tiempo cuando los Portland Trail Blazers viajaban a la deriva, sin defensa, con sus dos interiores con lesiones de larga duración y sus dos estrellas muy por debajo del nivel que se les supone. Pero llegó Carmelo Anthony y, después de dos o tres primeros días de dudas razonables sobre su incorporación, el equipo parece otro. Tiene un nuevo aire, con todos más implicados, funcionando mejor como grupo y volviendo a parecer un equipo de playoffs que, en definitiva, es a lo que tiene que aspirar. Su récord tampoco es que sea para tirar cohetes (5-5 en los últimos diez partidos). Pero ese 50% ya está por encima del 40,9% que lucen en toda la temporada y que aún les tiene fuera de las posiciones que dan permiso para jugar la post temporada.

La buena noticia es que ese 40,9% les tiene ya a un solo partido de la octava plaza, que la ocupan unos Phoenix Suns en plena caída. Están a un partido de los de Arizona, a dos de los Wolves (7º) y a tres de los Jazz (6º), otro conjunto que pierde más que gana estas últimas semanas. Así que el horizonte de los Blazers ha pasado de ser bastante negro a tener nubes y claros con tendencia a despejarse del todo. No es que todo esto haya que ponerlo solo en el haber de Carmelo, pero el ala-pívot le ha insuflado una energía y un dinamismo que necesitaban como el comer y que, para ser sinceros, la mayoría ya no esperaban de él.

Ante los Kings no fue el mejor de su equipo (20+5), pero fue uno más de los que aportó, y muy bien, al triunfo. Lanzando de maravilla, metiendo la mitad de sus tiros, y esto ya no es noticia. E implicándose en todas las facetas del juego. Si él y Whiteside (22+16+7 y 3 tapones) están enchufados, a poco que hagan Lillard y McCollum este equipo vuelve a ser un rival muy serio. Y esta noche no hicieron poco precisamente. McCollum machacó a los Kings cuando el partido estaba más igualado (33+4+4 y 4 tapones, su récord personal) y Lillard lo remató en el último cuarto (24+4+10).

Ante esta exhibición de recursos los de Sacramento (otros que también están creciendo) no supieron cómo responder al desafío y se quedaron cortos en el último cuarto. Richaun Holmes (28+10) y Buddy Hield (23+7+7) fueron los mejores en un equipo que no contó con Bogdanovic y que sigue echando muy en falta a De'Aaron Fox, que ya lleva once partidos sin jugar.