Los Hornets sonríen sin Willy y con Graham, el 'nuevo Kemba'
El equipo de Carolina es una de las sorpresas en el Este y acumula triunfos milagrosos con un Devonte' Graham que es una de las revelaciones del arranque de curso en la NBA.
Los Hornets están, después de trece partidos, casi un 16% de la temporada, 6-7. En el 50% de triunfos fuera de su pista (3-3) y con un estilo divertido y competitivo que es, para lo que no deja de ser un año de transición, más de lo que esperaban muchos aficionados en Charlotte. Se fue Kemba Walker y el equipo de Michael Jordan se quedó, con Mitch Kupchak en los despachos y James Borrego en la pista, sin más objetivo que extraer lo máximo posible de su bloque joven, decidir quién formará parte del próximo núcleo duro y quién no, y, por el camino, apurar los contratos de Bismack Biyombo, Marvin Williams y Michael Kidd-Gilchrist, que liberarán el próximo año más de 45 millones y dejarán casi despejado un panorama que se puso imposible cuando la franquicia gastó muy por encima de la lógica para mantener e impulsar lo que parecía un proyecto al alza, el que ganó 48 partidos en la temporada 2015-16 y jugó la primera ronda de unos playoffs (derrota ante los Heat) a los que no han vuelto en las tres temporadas siguientes a pesar de que Kemba fue all star en las tres.
Después, el último gran agujero negro será Nico Batum, con una player option de 27,1 millones de dólares para la próxima campaña 2020-21. Y el futuro, con ya un asterisco importante en el contrato de 57 millones por tres temporadas que se firmó a Terry Rozier para no salir con las manos vacías del viaje de Kemba a Boston. Rozier, por cierto, no está jugando mal y promedia 17 puntos, 4 rebotes y casi 4,5 asistencias, más a gusto (parece) cuando no ejerce de playmaker y se mueve sin balón como escolta, al lado del gran protagonista de este artículo: Devonte’ Graham.
Más triunfos de los que dice la lógica
Los Hornets están en puesto de playoffs, algo que difícilmente sostendrán porque sus métricas no les colocan a ese nivel: son el quinto peor equipo de la liga en +/- (-5,5) y el quinto peor rating defensivo (-5,7). Su rating defensivo es el séptimo peor y el ofensivo, el noveno por la cola. Pero nadie esperaba mucho más y, entre tanto, ha sido una feliz sorpresa ver la buena vibración de los partidos en el Spectrum y la épica otoñal (que también es épica) de las victorias ante Bulls (126-125), Pacers (122-120 tras prórroga), Pistons (109-106) y Knicks (102-103). Un +7 que ha valido cuatro triunfos, algo imposible de sostener y un reguero de actuaciones prodigiosas, del debut del novato PJ Washington ante los Bulls (27 puntos, 7/11 en triples) al triple de Malik Monk contra los Pistons o el de Graham en el Madison, donde metió 9 (9/16 para 29 puntos). El base también anotó los últimos siete puntos del equipo en la prórroga ante los Pacers, un partido que acabó con 35 puntos y 6 asistencias.
Borrego trata de desarrollar un equipo acoplado a la actual NBA (los Hornets son rondan el top 10 en triples anotados e intentados) y deshoja la margarita sobre un interesante núcleo joven: Graham, Monk, Dwyane Bacon, Miles Bridges, PJ Washington... El propio Rozier tiene todavía 25 años. Y el resultado del trabajo con este bloque está siendo muy positivo, con la pena para el baloncesto español de que parece que en él no entra un Willy Hernangómez que ha jugado solo 28 minutos repartidos en tres encuentros. Y 20 de ellos llegaron en uno, ante los Timberwolves. Los Hornets juegan muchos minutos con quintetos pequeños y jugadores abiertos, por lo que Willy ni siquiera ha conseguido hacerse hueco a la espalda de Cody Zeller y Biyombo.
Bacon arrastra unos problemas de rodilla que han limitado mucho a un jugador que junto a (otra vez) Graham fue una de las notas positivas del final de la pasada temporada, cuando los Hornets apuraban la era Kemba en una pelea imposible por colarse en los nada caros playoffs del Este. PJ Washington, número 12 del último draft, promedia 13,1 puntos y 5,8 rebotes. Y Malik Monk, un anotador al que llevan esperando en Carolina desde 2017 (11 del draft), está en un prometedor tramo en términos de producción y, sobre todo, esa confianza que tan rápidamente se le escurre entre los dedos: 16,5 puntos de media en los últimos cuatro partidos.
Pero la gran estrella del arranque de temporada es, sin duda, Devonte’ Graham, ahora mismo un candidato a Jugador Más Mejorado y un base que está a un nivel excelente en una posición en la que parecía que la ausencia de Kemba Walker iba a resultar atronadora. No lo está siendo tanto porque el número 34 del draft de 2018 (elegido por los Hawks, traspasado a Charlotte por dos segundas rondas) ha despegado a partir de sus buenas sensaciones del final de su año rookie. Menudo (1,85) y con 24 años (cubrió ciclo universitario completo en Kansas), se pasó el verano trabajando con Nate Mitchell, asistente de los Hornets, para mejorar su tiro y pulir su toma de decisiones, sobre todo en el pick and roll. Y le está luciendo: promedia 18,8 puntos, 3,5 rebotes y 7,1 asistencias y ha disparado sus medias en el triple del 28% del curso pasado al 41,4 actual, rematado por los nueve anotados en el Madison para derrotar a los Knicks.
Con mucha energía, decisión en triples muy largos y ninguna duda a la hora de penetrar, Graham se está convirtiendo en una pieza esencial de estos por ahora alegres Hornets. Ejerce de base con o sin Rozier en pista, al estilo de lo que Borrego hacía la temporada pasada con Kemba y Tony Parker, y crece a pasos agigantados después de una carrera en la que siempre ha ido a más. Nacido y criado en Carolina del Norte (juega en casa con los Hornets), pasó de 1,73 a 1,85 entre el penúltimo y el último año de instituto, lo que le permitió romper su preacuerdo con Appalachian State para enrolarse en la poderosa Kansas, donde volvió a ir a de menos a más y acabó convertido en un jugador de claro futuro NBA. Ya está en eso, y con un techo cada vez más alto. En Charlotte, los Hornets se frotan las manos en un momento crítico de la franquicia en el que cualquier buena noticia es especialmente bienvenida. Con un contrato rookie de apenas 4 millones por tres años, el próximo verano los Hornets tendrán la primera oportunidad de atar a largo plazo a un jugador que, si sigue creciendo al nivel que lo ha hecho en este 2019 (del final de la pasada temporada al inicio de esta), puede ser esencial en la reconstrucción de una franquicia en la que amenazaba ruina en verano pero en la que, por ahora, se lo están pasando muy bien. Y eso no es poco.