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NBA | HOUSTON ROCKETS

James Harden y los Rockets: un inicio pobre y lleno de excesos

El despido de Jeff Bzdelik, la poca sintonía entre Harden y Westbrook, el abuso indiscriminado del triple... analizamos las sombras del inicio de la temporada de los Rockets.

James Harden se despide de la afición tras un partido de los Houston Rockets ante los Golden State Warriors de los playoffs de la NBA 2019
Troy TaorminaUSA TODAY Sports

Los Rockets no carburan. El inicio de campaña del equipo está teniendo más sombras que luces y está dejando en evidencia que, a pesar del récord del equipo (4-3), hay problemas que son estructurales y que impiden a la franquicia volver a ser considerada una de las favoritas a un título que rozaron, pero que se les escapó cuando las armas que mejor les funcionaron desaparecieron sin que nadie saliera para evitarlo.

Desde que los texanos iniciaron el proyecto Harden en 2012 el reguero de víctimas de un sistema personalista ha sido inversamente proporcional al éxito del mismo. Dos finales de Conferencia con dos entrenadores distintos (McHale y D'Antoni) en dos partes diferentes del proceso y que han acabado con más pena que gloria y con distintos cadáveres. Jeremy Lin, Dwight Howard, Chris Paul... son solo algunos de los nombres que han llegado para complementar a La Barba y que han acabado siendo el chivo expiatorio de uno de los mejores jugadores ofensivos de la historia de la NBA cuyo talento es tan grande como, en ocasiones, su poca cabeza. Porque nadie duda de que Harden es muy bueno. Pero cuesta todavía más cuestionarse el hecho de que con este sistema los Rockets no ganan

La última piedra angular del proyecto en caer, esta no solo por llegar para acompañar a Harden, sino por hacerlo con éxito, ha sido Jeff Bzdelik, el entrenador defensivo que permitió a los Rockets dar un paso adelante en la 2017-18, cuando estuvieron a 48 minutos y un poco de puntería de llegar a las Finales de la NBA. Fue rescatado al año siguiente después de la desastrosa deriva negativa del equipo y consiguió reconvertir a la entidad, que finalizó en el top 10 defensivo después de estar la cola de la Liga en esta clasificación.

El despido de Bzdelik no ha sido el más inteligente. El asistente ha acabado en los Pelicans, donde seguirá haciendo su magia, algo todavía por ver en la que es de momento una de las peores defensas de la competición. Ya no está retirado y se le puede convencer in extremis para un retorno sobre la bocina. Ahora pertenece a otra franquicia y los Rockets parecen más perdidos que nunca en una parte de la pista en la que no destacaban especialmente antes de la llegada del técnico y que nunca ha sido el punto fuerte de Mike D'Antoni, hacedor del seven seconds or less, un modo de ver el baloncesto presta la misma atención a la defensa en lo colectivo que Harden en lo individual. 

Hoy, los Rockets tienen un rating defensivo de 113,9, el peor de toda su historia. La campaña pasada, en la que Bzdelik llegó a la mitad, acabaron con un 110,7. Hace dos años, con el asistente disponible durante toda la temporada, 106,1. Los puntos por partido que reciben también son una barbaridad: 123,1, el segundo peor bagaje de la NBA solo por detrás de los Pelicans y por delante de franquicias como los Nets (120,3) y de equipos deshauciados como los Hornets (112,5) unos Warriors a la deriva (120) o los Wizards (117,7). En Washington precisamente les endosaron la ignominiosa cifra de 158 tantos en un encuentro que dejó un reguero de malas sensaciones ante uno de los peores equipos de la competición por mucho que se lograra la victoria de milagro.

Tampoco parece que hayan ganado mucho con la marcha de Chris Paul y la llegada de Russell Westbrook. El primero era un hombre extremadamente talentoso que si bien nunca ha tenido éxito en playoffs dio al equipo el arma que necesitaban. Desde luego, no es lo mismo que Russ, que por mucha estadística que produzca no levanta cabeza desde que Durant puso rumbo a lugares donde era más fácil gana y más difícil ser querido, algo que nunca ha supuesto problema alguno para el alero. El playmaker, obsesionado con el triple-doble, ponía este verano rumbo a los Rockets para sustituir a un Paul de 34 años y compartir plantilla con Harden, un hombre que necesita el balón tanto o más que él.

¿A qué juegan los Rockets?

Es una de las preguntas que más se hace la gente este año. Porque en los cursos pasados jugaban a algo, gustara más o menos. Con Harden como epicentro, los aclarados y el uso del triple complementaban a una buena defensa. Los texanos corrían cuando tenían que correr y, en la mayor parte de los casos, dejaban producir al escolta, que se fue a más de 36 puntos por partido el año pasado, el mayor porcentaje anotador en una sola temporada desde los 37 por partido que hizo Jordan en la 1987-88. Con Daryl Morey como mente pensante y D'Antoni como ejecutor, la némesis de los Warriors eliminó los tiros de media distancia para realizar bandejas debajo del aro y tirar de tres por doquier. El sistema existía. No gustaba a todo el mundo, pero estaba ahí.

Ahora, la sensación, cada vez más acentuada, es que los Rockets no juegan a nada. El primer cuarto de su encuentro ante los Heat fue absolutamente ridículo. Un coladero en defensa, pérdidas de balón, errores individuales y despistes inexplicables en una defensa en la que todo el mundo iba tarde y mal. En el otro lado, no entra nada. D'Antoni no tiene un plan B. Si se fallan los triples se tiran más triples. Y sino, más todavía. Cuando un entrenador tan bueno como Spoelstra colapsa la zona y anula a Clint Capela, un pívot útil pero que no termina de dar ese salto que se espera de él, solo te quedan los tiros desde el exterior. Nadie tira de media distancia.

D'Antoni ha intentado usar a Westbrook para volver a los orígenes que le hicieron de oro en los Phoenix Suns y da libertad al base para correr de un lado a otro cada vez que pilla un rebote. El problema es que Russ no es Nash y es muy complicado compenetrar el rápido juego del base con Harden, que se para, hace aclarados, dribla y lanza de tres. De hecho, el encuentro ante los Grizzlies, en el ex de los Thunder ha descansado, es en el que más cómodo ha parecido el escolta, que ha podido subir el balón, jugar a un ritmo más lento y disfrutar del juego del equipo estos últimos tiempos (un pace más bajo y más aclarados para él), lo que le ha permitido irse a los 44 puntos... sin mejorar en aspectos como el tiro o las pérdidas, eso sí.

El momento de Harden

Es claramente un síntoma de la situación del equipo y casi se podría decir que la raíz. No actual, sino de todos estos años. En estos momentos no mete una. Antes del partido de los Heat, su promedio de puntos por partido era mayor que su promedio en tiros de campo. Un dato que revela las nefastas actuaciones que están teniendo. Está en un 38% en tiros de campo y un 25% en triples que contrastan con los 44 y 37 que tuvo el año pasado. Los malos porcentajes no impiden que el escolta siga lanzando de manera indiscriminada y lidera la competición en tiros de campo (168) y triples (95) intentados. Y no es el que más mete en ninguna de las dos clasificaciones.

Y sigue lanzando una barbaridad de tiros libres, 16 por duelo, algo que continúa siendo muy comentado por el trato favorable que parece tener por parte de los árbitros. Cada señalización es muy protestada por sus rivales, que siguen viendo como el jugador, uno de los mejores de siempre sacando faltas, va a la línea de personal una y otra vez y es el que más lanza desde ahí (104 encestados en 113 intentos, su única estadística salvable.

Más. Los ya mencionados triples están maniatando a los Rockets y en especial a su líder. Hizo 1 de 8 en su debut, pero peor fue su segundo encuentro ante los Pelicans: 2 de 18, una cifra horrorosa que ya vimos en algún momento de la pasada campaña (aquel 1 de 17 ante los Magic) pero que de momento está siendo habitual. Desde entonces, 3 de 14 contra los Thunder, 6 de 14 ante los Wizards, 2 de 16 en Brooklyn, 3 de 9 en el choque en el que los tejanos se enfrentaron a los Heat y 7 de 16 en el último duelo ante los Grizzlies.

En total, 24 de 95 en triples con actuaciones ignominiosas que además condicionan al equipo cuando La Barba intenta uno tras otro sin acierto. Ha lanzado desde el exterior 10 o más veces en todos los partidos menos el inaugural y contra los Heat, donde solo jugó 26 minutos después de un primer cuarto (46-14) que dejó en ridículo a los Rockets. momento en el que tocaron fondo. En los tres primeros choques de la regular season llevaba 6 de 40, apenas un 15% de acierto, el pero porcentaje de la historia para cualquier jugador en los primeros tres duelos de la temporada.

Además, ha lanzado más de 20 tiros en cinco de los siete partidos disputados y más de 30 en dos. Solo los tiros libres (más de 10 por partido) maquillan unas estadísticas que, si bien son sorprendentes en cuanto a números (36,6+5,1+7,4), no dejan de ser negativas si las ponemos en una balanza en la que los tiros de campo, las pérdidas (5,7 por partido y 40 totales, más que nadie en la Liga) y el juego del equipo lo inclinan todo en el lado negativo. Y todo esto con un -13 acumulado en pista en 7 partidos. Que también hay que decirlo.

Eso sí. Ya lo hemos dicho y lo repetimos. Harden es bueno. Muy bueno. El curso pasado y a estas alturas tampoco estaba jugando bien (ni tan mal) e hizo una segunda parte tremenda para liderar al equipo a los playoffs con un récord de 53-29. La Barba acabará jugando bien seguro, pero tiene que encontrar la manera de conectar con Westbrook en un año en el que tiene que acostumbrarse a que ya no puede monopolizar el sistema del equipo. Deberá que jugar menos sin balón y probablemente lanzar menos veces para que todo funciones mejor. A estas alturas 40,9% de usage porcentage, que mide el porcentaje de jugadas en las que un jugador participa durante un partido. Una cifra demasiado alta para compartir balones al lado de Russ, un jugador que necesita balón.

Y otra cosa; debe jugar menos. Ha superado los 36 minutos en todos los duelos menos ante los Heat. Nunca ha bajado de esta cifra desde que llegó a los Rockets. Y no es solo la cantidad de tiempo que está en pista, también lo que gasta. Esto ha provocado que otros años se le vea fatigado cuando llega a los playoffs, un momento en el que se juega a todo o nada y donde hay que llegar fresco para rendir.

¿Un proyecto en peligro?

Es difícil de saber, pero da la sensación de que esa oportunidad histórica que tuvieron en el séptimo partido de las finales de la Conferencia Oeste ante los Warriors fue la oportunidad. La de verdad. Esa a la que tanto cuesta llegar en un proyecto de varios años y que hay que aprovechar si no quieres que desaparezca de vista de una manera mucho más rápida de la que llegó. Porque llegar a esos momentos es un proceso largo, pero en irse no tardan nada. Y si fallas 27 triples seguidos, menos todavía.

El año pasado tuvieron lo que parecía una nueva opción cuando ganaron dos partidos consecutivos en Texas para igualar la eliminatoria. Pero el equipo no era el mismo. Ariza, Mbah a Moute... las víctimas del proyecto Harden no son solo grandes estrellas y muchas veces la intendencia es más importante que traer a alguien como Westbrook, que por muy bueno que sea genera contradicciones en un sistema ya puesto en duda. Lo dicho, hace unos meses volvieron a estar ahí, pero ni la lesión de Durant en mitad del quinto partido ni su ausencia en el sexto permitió a los Rockets ganar al equipo al que siempre se han querido parecer. Ni así lo consiguieron.

Sin Bzdelik, sin Paul, sin esa horda de buenos jugadores secundarios y sin un sistema de juego funcional parece que el momento ha pasado. Sería una sorpresa que los Rockets se quedaran sin playoffs y aunque todo puede pasar en el ultracompetitivo Oeste, solo por calidad individual los texanos deberían llegar a la fase final. Su talón de Aquiles. Ese momento de la temporada en la que talentos puros como Westbrook y Harden nunca han conseguido carburar. Llegaron a las Finales en 2012. Pero en ese equipo estaba Durant. Ahora están solos. Y da la sensación de que no juegan a nada.

Nunca se sabe. Al fin y al cabo, la NBA es ese lugar en el que todo puede pasar.