TENERIFE 67 - BILBAO BASKET 81
Campanada del Bilbao a ritmo de los debutantes Brown y Bouteille
Se asociaron en un tramo final mágico ante un Tenerife en el que Huertas y Shermadini hicieron un partidazo pero estuvieron demasiado solos. Estreno triunfal de Mumbrú en ACB.
Puestos a tener una 'rentrée' de campanillas (así, en francés, porque en cierta medida se mueve a ritmo galo), el Bilbao Basket hizo algo sonado. Mostró una autoridad impropia de un recién ascendido con muchos jugadores de LEB del año pasado, un amplio grupo de debutantes en la ACB y un Balvin que llega del Mundial y aún está bastante despistado. Es un reingreso en la supercompetición que muchos podían soñar en Miribilla. Se les vio a todos que gozaban, que disfrutaban, en lugar de suponer aquello un papelón. Mumbrú se estrenó a lo grande como técnico en la máxima categoría en una pista que no suele dar buenas noticias a los ‘hombres de negro’. El descaro fue descomunal, con Brown y Bouteille como dos 'jugones'. Dio el equipo vizcaíno un zarpazo de época ante un Tenerife con las piezas aún muy desajustadas. Shermadini (10 de 10 en tiros) y Huertas (44 puntos entre los dos) estuvieron muy solos. Ni siquiera el abuso en el rebote de ataque sirvió a los amarillos para llegar con opciones al final. La adaptación de Lundberg (0/9) no va por buen camino y Vidorreta, desesperado, tuvo que poner el joven Cabrera al final para tratar de atar en corto a Brown. El ritmo, la maduración, las lecturas y los tiros lejanos (descomunal 58% en triples) fueron la clave para un triunfo inesperado por lo aparentemente sencillo. La cabeza y el acierto en el juego ofensivo encendieron la llama de la ilusión de este grupo.
El Tenerife se ha hecho un traje nuevo, con 12 jugadores recién llegados y una labor ingente que le espera a su entrenador para poner pegamento entre todas las piezas. Acumuló errores en los tiros y pérdidas y dibujó una noche en la que no halló su sitio en la cancha. Algo impropio en un vestuario que encabeza alguien tan metódico como Txus. Sin Singler ni Aguilar, por lesión, el cuadro insular vivió de tres anotadores: Huertas, Díez (este menos) y Shermadini. Y eso no puede ser saludable ante nadie. Depender de tres jugadores jamás suele dar réditos, a no ser que se trate de un 'Big Three' estelar. Tampoco frente a un Bilbao Basket que se movió sin descarrilar, con gente como Rafa Martínez sacrificada en labor de intendencia, pero sumando, como todos, en facetas como la asistencia y la recolección de faltas. En los insulares se quiso incorporar alguno más a la producción, pero tímidamente. Lejos de los focos de un equipo de Euroliga, Marcelinho ha encontrado acomodo sosegado a la vera de Vidorreta, con el que gozó cosa fina en La Casilla hace muchos años. Y se siente como pez en el agua. Es un cañón. Pero necesita colaboración de alguien más en el perímetro.
Mumbrú movió los peones perfectamente, con las ideas claras. Un primer partido de Liga suele tener un columpio de parciales, como los que llegaron tras un 8-14. Y descontrol, traducido en un montón de pérdidas: ocho entre ambos conjuntos en casi dos minutos. La cosa es llegar bien al final. Todos sacan el precinto a la competición con una misma idea: minimizar errores. A los dos equipos les asaltó un arranque con nervios ante el telón que subía en la ACB. Después los visitantes fueron encontrando el timón, mientras los insulares exhibían ganas, solo faltaba, pero también poco acierto y falta de intensidad defensiva. Rousselle y Schreiner despejaron las dudas que pueden pesar sobre ellos y manejaron mejor el gobierno de partido ante un Huertas demasiado huérfano por fuera. El Tenerife imponía los centímetros de Shermadini y Guerra, y ante eso, el RETAbet no quiso discutir: eligió afilar el colmillo por fuera. No cundió el pánico en el segundo cuarto por un 12-0, por dimitir en defensa ante el desánimo de varios tiros fáciles fallados. El final fue un paseo absoluto vizcaíno, con un juego controlado y tiros con prismáticos a partir de lo que generaba Brown con su salto y su suspensión. Puestos a equilibrar parejas, Huertas-Shermadini hicieron 44 y Brown-Bouteille, 45, así que la resolución estuvo en el resto. La primera piedra del costoso edificio de la permanencia se va para Miribilla.