SUPERCOPA | MADRID 116 - FUENLABRADA 61
El Madrid devora al Fuenlabrada con un ojo en el Barça
La Familia blanca se reencontró en el WiZink. Buen estreno de Mickey. Campazzo, 9 asistencias; Tavares, 7 tapones y Carroll, 18 puntos. Llull y Rudy, aclamados.
La segunda semifinal nos dejó un tropiezo muy duro del Montakit Fuenlabrada, sin paños calientes, y un triunfo aplastante del Madrid: 167-34 en valoración. Un baño de masas delante de su gente para celebrar el reencuentro tras la Liga de junio arrancada del Palau y un Mundial apoteósico, también para los argentinos. ‘La Familia’, la blanca, anda de vuelta y sabe jugar a esto. Se echaban de menos después de tres meses.
Un equipo ya formado donde los nuevos encajan rápido. Laprovittola lo es menos y Jordan Mickey simplemente es un cañón, ya lo intuíamos en la pretemporada. Nada chirriaba, todo parecía engrasado, en parte por las facilidades dadas por un Fuenla en plena reconstrucción y con varios tocados que le han limitado en la preparación (Liggins no jugó), y también porque con acierto en el tiro el baloncesto es más sencillo.
El Real cerró el encuentro después de descerrajar 19 triples (de 26 intentos, un extraterrestre 73% con Rudy, Campazzo, Randolph, 3 de 3 cada uno, y Mickey, dos sin fallo, perfectos), repartir 32 asistencias (elocuente dato para explicar la fluidez ofensiva) y poner ocho tapones, siete de Tavares (también se hacen una idea).
Del 2-3 al 13-9 y a partir de ahí se desató la tormenta perfecta para cerrar el primer cuarto con 28-11 ya con los campeones del mundo en pista y coreados por la grada con más fuerza de lo que había sido vilipendiado Mirotic. Y con la misma con la que aplaudieron a Doncic, de nuevo a pie de cancha con ‘su equipo’.
Llull y Rudy en acción con el oro al cuello, Laprovittola creando juego y Deck a la carrera. Al descanso, el partido languidecía desparramado sobre el parqué: 52-21. Y la sangría no iba a parar, el acierto, ‘in crescendo’, y la rotación harían estragos como un tanque avanzando sobre una trinchera de globos: +62, 110-48, posiblemente la mayor ventaja parcial de siempre en la era Laso. Reyes ya andaba sobre el parqué y Carroll se disparaba hasta los 18 puntos sin apenas ruido. Unos vivían una pesadilla y los otros soñaban con la final. Decarnado contraste.